En un país tan futbolero como el argentino hay un alto porcentaje de chicos que desde pequeña edad sueñan con llegar a primera y jugar en el equipo de sus amores.
Y el caso de Mauro Mastrogiuseppe no fue la excepción. Claro que él no sabía, ni se imaginaba, todo las complicaciones que el fútbol le tenía preparado.
“Estuve en España desde los tres años hasta los once. Cuando volví fui a Renato Cesarini con (Javier) Mascherano. De ahí fuimos a River pero me dijeron que vuelva en un año por la altura. Me probé en Lanús hasta que llegué a Newell’s. Yo soy hincha y para mí era muy importante estar ahí”, repasó el ex golero.
“En la temporada 2000/2001 con la categoría 83 fuimos campeones en sexta, quinta y reserva. Después, con la 82, se armó la base de los chicos que salieron campeones de primera en 2004”.
Hasta ese momento, para Mastrogiuseppe era todo color de rosa, pero lamentablemente comenzó a padecer los maltratos de la conducción de Eduardo López: “En aquella época se me trató muy mal como persona. El Pimpi (Roberto) Caminos manejaba las prácticas desde la platea con total impunidad, con muy malos tratos. Si yo decía algo del juego, en la cancha, él desde la tribuna me hacía callar”.
Además del fallecido barrabrava, Mastrogiuseppe tuvo que lidiar con otras cuestiones extrafutbolísticas que hasta el día de hoy desconoce: «No sé porqué no querían que esté, cada vez que atajaba bien me bajaban, les molestaba que me destacara”.
Por ese tiempo, el joven arquero estaba entre la primera de Héctor Veira, detrás de Luciano Palos y la titularidad de reserva dirigida por Arsenio Ribecca: “Ribecca no se manejó muy bien conmigo pero por lo menos me dijo que la vida no se terminaba en Newell’s, es que para mí Newell’s era mí vida”.
Su salida del equipo del Parque Independencia lo afectó mucho: “Fue una desilusión muy grande porque uno la lucha en las inferiores y después no depende de uno. Es muy duro. Dejé todo, en seis meses no toqué una pelota”, afirmó.
Luego partió a Tiro Federal, a donde llegó para acompañar a un amigo: “Fue todo muy loco, fui vestido de entrecasa, no llevé la ropa ni nada. Me invitaron a practicar y tuve la peor práctica de mi vida, pero después me llamaron a la tarde para que haga otra y me dijeron que iba a firmar contrato, que (José María, el DT) Bianco hacía rato que me quería llevar”.
Allí, en los Tigres de Ludueña, Mastrogiuseppe tuvo la suerte de ascender a primera división. Pero otra vez el destino le ponía una piedra en la carrera: “Estaba en mi mejor momento, estaba atajando bárbaro, pero vino Jorge Castelli y me dijo que me tenía que buscar otro equipo. Éramos cinco arqueros en ese momento (estaban Jorge Vivaldo, Leonardo Fernández, Pablo Del Vecchio y Silbonei Ferreira)”.
Allí, Mastrogiuseppe hizo autocrítica y reconoció: “Tomé malas decisiones. Las ganas de jugar y de no tener representante me jugó en contra. Yo quería jugar y me fui a Alumni de Villa María, pero el nivel no era bueno, no veía progreso y no me quedé”.
Como si algo más le faltara, el ex rojinegro resultó estafado: “En el fútbol la pasé mal. Después de Tiro, se me acercó un representante que me dijo que me iba a llevar a Bolivia junto a Pablo Bezombe, me llamó dos veces para que le mande plata, estaba tan desesperado para jugar que se la mandé y me estafó. Eso fue lo último, me cansé y de un día para el otro me saqué pasaje y me fui a España. No me quería quedar con la espina de saber si podía atajar o no, es feo preguntarse ¿qué hubiese pasado sí…?”.
Luego de su paso por España (ver aparte), Mastrogiuseppe volvió al país para terminar la carrera de abogacía, aquella que había comenzado cuando era arquero de la reserva rojinegra, y además está entrenando arqueros en Renato Cesarini: “Volví porqué lo necesitaba, quiero terminar la carrera y hace dos meses que estoy en Renato haciendo algo que me gusta mucho porque en Argentina no se le da importancia al puesto de arquero. Quiero que los chicos se perfeccionen y tengo muchas ideas que quiero llevar a cabo”.