“Espero tener la chance de colaborar”. Claudio Martín quiere serle útil a Central. Con una dilatada trayectoria en el arbitraje local, nacional e internacional, el rosarino presentó un proyecto en la comisión directiva canalla para crear un instituto de enseñanza en el cual los jugadores auriazules puedan aprender las reglas del fútbol.
“Al proyecto lo dejé en la gerencia del club y espero tener la chance de colaborar con el club en un área que me parece muy importante a todo nivel, pero especialmente en la formación de los jugadores”, dijo Martín, esperanzado de que lo convoquen en poco tiempo para cristalizar su idea.
—¿Cómo surgió esta idea de presentar un proyecto de este tipo?
—Se me ocurrió mirando partidos de fútbol, y viendo la cantidad de jugadores amonestados y expulsados que hay por desconocer las reglas de juego.
—¿Lo decís específicamente por las protestas de jugadores sobre fallos de los árbitros?
—Lo digo por todo. A ver, a veces se producen protestas por desconocimiento del reglamento. Y esa protesta es penada con una amonestación de parte del árbitro. Y ese jugador, cuando llega a las cinco amarillas acumuladas, se pierde un partido. En definitiva, por algo evitable, el técnico se queda sin un jugador titular.
—¿Por qué te parece que los jugadores no conocen a fondo el reglamento?
—Porque el fútbol es el único deporte que podés jugar en una plaza tirando dos pulóveres al piso para hacer el arco. En otros deportes no se puede. Si vas a jugar al básquet, en la primera práctica te explican que no podés caminar sin picar la pelota. En el fútbol es distinto, te tiran en la cancha y, si sabés, jugás.
—Esto de que los jugadores no conozcan las reglas no te llama la atención porque lo viviste como árbitro.
—Seguro. No tengo dudas.
—El tema es que, los jugadores profesionales, no deberían desconocer el reglamento.
—Pero es así. Y creo que una forma de atacar el problema sería, por ejemplo, tocarles el salario: cada vez que no puedan jugar un partido por una suspensión evitable, deberían descontarle dinero del sueldo.
—¿No es muy dura esa sanción?
—No, porque cuando pase esto van a querer aprender el reglamento. Mientras tanto, a nadie le interesa. Es más, sostengo que, dentro de la legalidad que imponen las reglas de juego, se pueden sacar un montón de ventajas.
—¿Por ejemplo?
—No sé si hace falta marcar ejemplos. Lo que sí quiero marcar es que mi idea apunta siempre a cuestiones encuadradas dentro de la legalidad. Esto lo digo porque uno presenta un proyecto y por allí alguno piensa que es para aprender a hacer trampa. Y eso no es necesario.
—¿Qué te genera cuando mirás un partido y ves que un jugador reclama algo que no corresponde?
—Si es de los míos, me quiero matar. A veces te quedás con un jugador menos por una protesta errónea de algo que deberían conocer.
—¿La idea es dar clases grupales?
—Mi intención es la de crear un instituto de enseñanza de las reglas, para que los futbolistas sepan a qué están jugando. Obviamente que esto va de la mano de los entrenamientos diarios de los jugadores. Se puede aplicar los días de lluvia, o con los jugadores que no puedan entrenar en forma normal por lesiones. Y tenés para hacerlo desde la pre décima hasta la primera división. Ojo, el proyecto apunta a empezar con las divisiones inferiores, porque creo que esta enseñanza debe formar parte del proceso de aprendizaje y de formación del jugador. Pero no hay problemas para estar a disposición del plantel profesional y el cuerpo técnico.
—¿Se puede modificar esta conducta de los jugadores desde lo cultural?
—Seguro. Por eso el proyecto apunta a la etapa de formación. Es que además de educar a un jugador de fútbol, hay que educar a una persona. Además, sólo unos pocos chicos de inferiores llegan a ser jugadores profesionales. Y alguno que no lo haya conseguido porque le faltó capacidad, o por otra cuestión, puede terminar convirtiéndose en árbitro.