A cuatro días del anuncio del asesinato del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, el presidente estadounidense Barack Hussein Obama visitó ayer la Zona Cero de Manhattan, el lugar donde se erigían las Torres Gemelas, para homenajear a las víctimas del 11-S y advirtió que su país “nunca va a olvidar” a aquéllos que lo atacan, en clara a alusión a la caída del terrorista. “No importa qué gobierno está al frente, no importa quién estaba encargado, íbamos a asegurarnos de que los autores de ese horrible acto recibieran Justicia”, remarcó. Pero muchos, en un mundo aún atónito ante la operación que le dio muerte al terrorista el lunes pasado y de la que todavía no se ha difundido imagen alguna, se preguntan si es lo mismo justicia que venganza. No es el caso de la mayor parte de los estadounidenses que subieron la aprobación a Obama al máximo porcentual desde 2009, según distintos sondeos.
“Cuando decimos que nunca vamos a olvidar, vamos en serio”, lanzó Obama en obvia referencia a Bin Laden, durante su primera parada ayer en una serie de ceremonias en la zona Cero, en la estación de bomberos 54 de Manhattan, compañía que perdió a 15 de sus miembros durante los primeros momentos de los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.
La caída del líder terrorista fue “un mensaje a todo el mundo y también en casa de que nunca vamos a olvidar (…) de que nuestro compromiso para asegurarnos de que se haga justicia sea algo que trasciende la política, que trasciende partidos”, aseveró Obama.
Claro que la “justicia” de la que habla Obama se parece, en el caso de el villano bin Laden, más a la de los “justicieros” de las películas hollywoodenses, que a los procesos que buscan, además de justicia, verdad.
“La venganza es un plato que se sirve frío”, “la venganza es el placer de los dioses” o aquella frase adjudicada al escritor del romanticismo británico Walter Scott que dice: “La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno”, son refranes populares que están en el aire desde que se anunció la todavía oscura ejecución del líder de Al Qaeda.
En la estación de bomberos, Obama visitó un pequeño memorial con placas recordando a los bomberos fallecidos en el 11-S. “Este es un lugar simbólico de los extraordinarios sacrificios que se hicieron en ese terrible día hace casi diez años”, comentó el mandatario estadounidense, quien posteriormente celebró un almuerzo en la estación con algunos de los bomberos y el ex alcalde de Nueva York Rudoph Giuliani, quien lo acompaña en la visita.
El ex presidente George W. Bush, mentor de “la lucha contra el terrorismo”, fue invitado por la Casa Blanca, pero rechazó el convite. Al ser consultado respecto a la negativa del ex mandatario George W. Bush de participar junto a Obama de la ceremonia, el portavoz Jay Carney sostuvo que “entienden completamente que él no puede participar”.
El vocero del ex presidente republicano, David Sherzer, explicó ayer que Bush hijo –el mismo que según un funcionario palestino le dijo que había hablado con Dios y le dijo: “George, ve y lucha contra esos terroristas”– “agradeció la invitación, pero decidió permanecer en su período post presidencial mayormente fuera del centro de la atención pública”, según reprodujo el New York Times.
En tanto, esta particular forma de encontrar justicia por los atentados adjudicados a Al Qaeda vuelve a levantar la hasta hace poco días alicaída imagen de Obama. Según los resultados de una encuesta luego del anuncio presidencial de la muerte de bin Laden, y que fueron divulgados el miércoles pasado, el 56 por ciento de los consultados expresó su adhesión al desempeño del mandatario, con lo que incrementó 9 puntos porcentuales respecto de las estadísticas de abril pasado, según The Washington Post y el Pew Research Center. Es el nivel de conformidad más alto desde el 2009.
En otro sondeo, de The New York Times, la aprobación a Obama trepó 11 puntos.
Las calificaciones más significativas para el jefe de la Casa Blanca fueron en asuntos de seguridad. El 69 por ciento de los ciudadanos apoyó la forma en que maneja las supuestas amenazas de terrorismo, mientras 60 por ciento está de acuerdo en la dirección que otorga al conflicto en Afganistán.
Sin embargo, la exploración detectó que Obama sólo cuenta con 40 por ciento de aprobación en cuanto al tema económico, prácticamente sin cambio en relación con indagaciones anteriores. Y este, según los encuestadores, es el tópico más importante en el país.
Los analistas estimaron que, con la ejecución de Bin Laden, Obama logró oxigenarse, algo que necesitaba al estar acorralado por las presiones de la oposición republicana, el repunte de la economía que no llega y más de un frente de guerra en acción, según la agencia Prensa Latina.
Sin embargo, el profesor de la Universidad de Georgetown y experto en elecciones presidenciales, Stephen Wayne, advirtió que el terrorismo no es el tema principal de la nación, sino la economía. Y agregó a la agencia que, si el deceso de Bin Laden resulta en más ataques contra Estados Unidos, eso pondrá a Obama en el centro de atención para los votantes, con lo que el actual exitismo del que goza el mandatario se volvería en su contra y complicaría chances de una posible reelección.
También habrá que tomar en cuenta cómo prosigue la divulgación de la operación que terminó con bin Laden y que aún siembra muchas dudas. El gobierno de EE.UU. anunció anteayer que no publicará ninguna imagen del operativo por cuestiones de seguridad.
Las Naciones Unidas, a través de la alta comisaria de Derechos Humanos de la organización, Navy Pillay, pidió ayer “el reporte completo y preciso de los hechos”.
“Creo que no sólo mi departamento, sino todo el mundo tiene el derecho de saber lo que sucedió”, dijo Pillay.
“Las Naciones Unidas condenan el terrorismo pero hay reglas elementales que deben ser respetadas también en la conducción de operaciones de antiterrorismo”, advirtió.