La semana que se está terminado no fue una más para los vecinos que habitan sobre la avenida de la Travesía y en sus adyacencias. El jueves quedó habilitada en su totalidad (desde Sorrento hasta Avellaneda) la remodelación de una traza cuyo proyecto original de modificación se había elaborado y comenzado a gestar un cuarto de siglo atrás. Todo ese tiempo tuvo que pasar para que quienes habitan en sectores cercanos a esa arteria, que surca y es columna vertebral de Barrio Industrial, Ludueña, Arroyito y Empalme Graneros, vieran concretar una obra más que imperiosa. Mientras el intendente Miguel Lifschitz y el ministro de Gobierno de la provincia y precandidato a gobernador Antonio Bonfatti cortaban las cintas y daban los discursos de rigor en la inauguración oficial, este medio fue oído de varios relatos en la zona. La historias mezclaron sensaciones cruzadas, reclamos que nunca faltan –y no está mal que así ocurra–, las demandas por cuestiones laterales a la propia obra y hasta otros asuntos aún pendientes en el territorio. Claro está, anteayer primó la satisfacción ante el final de una obra clave, que hacía mucho se añoraba pero nunca salía de promesa.
La avenida de la Travesía, cuyo nombre real, es Albert Sabin, fue hasta apenas entrada la década del 70 uno de los accesos ferroviarios del Ferrocarril Belgrano a la ciudad, de ahí que su ancho hoy en día parezca caprichosamente variable y con una edificación no alineada. Su trayecto desembocaba en el antiguo puerto de Rosario (lo que ahora ha pasado a denominarse Puerto Norte y donde se erigen las torres más sofisticadas y cotizadas de toda la región), para luego continuar camino a la estación Rosario Norte y así seguir por la zona costera hasta el sur.
Cuando las vías se “levantaron” de lo que hoy se conoce como Travesía, la traza quedó en desuso. La primera intervención que se llevó a cabo luego para dar inicio a su transformación en avenida fue en el año 1986, bajo la intendencia de Horacio Uzandizaga. Allí se “marcó” el trazado con una precaria carpeta de asfalto, aunque todo quedaría sólo en eso por un buen tiempo más. Recién en el segundo mandato de Hermes Binner al frente del Ejecutivo local, en el año 2000, la remodelación definitiva de la arteria pasó a formar parte de una serie de proyectos que proponían en aquel entonces la restauración de todos los accesos a la ciudad.
“Como los recursos para este y demás propósitos no alcanzaban, se pidió auxilio al gobierno provincial”, que en ese momento encabezaba el justicialista Jorge Obeid. “La obra salió a licitación en dos oportunidades, pero jamás se adjudicó”, recuerda José León Garibay, actual coordinador de Gabinete del municipio. Finalmente, ya con Binner en la Casa Gris, la avenida se concluyó. En el medio de todo el proceso hubo que trasladar y reubicar a 49 familias que se habían asentado irregularmente en el tramo previo a la intersección con Sorrento.
El día esperado
Lo cierto es que el jueves se llegó al final de todo ese largo proceso. “Ya desde hace algunos días, y luego de que se inaugurara la primera parte meses atrás, se nota un cambio. Sobre todo en la iluminación de la zona. Y espero que esto ayude a mejorar la seguridad. Antes de todas estas obras esto era tierra de nadie”, cuenta Jorge, un vecino que hace años vive sobre Travesía entre Olivé y Matorras. El hombre, sin embargo, también se queja del “basural clandestino” que, dice, desde hace tiempo existe del otro lado de la avenida, sobre la propia Olivé. “Hoy lo limpiaron porque venía el intendente. Pero eso debería ser algo a mejorar”, reclama.
Angelina, que vive en Travesía y Gorriti, rescata también que haya una línea de colectivos que transite por la avenida y así “pase más cerca” de su casa (la 102 bandera roja), aunque cuestiona que la misma “cuando circula hacia Alberdi no llegue hasta la avenida y doble antes, por Carballo”.
“Muchos tenemos que caminar unas cuadras para tomarlo. Y es peligroso”, cuenta. Como positivo rescata que haya desaparecido el “gran terraplén” que durante mucho tiempo hubo en la zona.
Más optimista se lo nota a Roberto, quien vive desde que nació, hace 71 años, en la cortada Teodoro Fels, entre Olivé y Juan B. Justo, a metros del 1200 de Travesía. El hombre pertenece a la “vieja guardia” de trabajadores ferroviarios –“Maquinista”, se presenta– y está feliz por los cambios que hoy observa en su barrio. “Yo salía a las tres de la mañana a trabajar con plata. Hoy está bravo el tema de la inseguridad”, comienza relatando y haciendo foco en un tópico que se repite entre todos los habitantes del barrio. Sin embargo, admite que de a poco se ve más circulación policial y reconoce, animado, los cambios. “La verdad es que esto era un desierto. La obra está muy buena. Por ejemplo, se nota en todo el tránsito. Esto va servir para descongestionar un poco Alberdi, ya no puede ir más por ahí. Además, acá los taxis antes no entraban, las ambulancias tampoco. La zona fue mejorando de a poco, cada vez más, y sinceramente no pensábamos que íbamos a ver este progreso”, dice.
A su lado, Mariano, otro hombre entrado en años que vive desde hace cinco en Juan B. Justo al 1900, a sólo 20 metros de la avenida, destaca a su turno la revalorización que ya se están gestando sobre las propiedades. “La gente ha invertido, muchas viviendas han cambiado, han pintado los frentes. Y hay personas que se están animando a poner negocios. Hace poco que abrió un súper chino acá a dos cuadras, por la Travesía, y también otros mercaditos”, cuenta mientras con su índice señala el lugar, y destaca, entre risas, junto a Roberto, que espera que “ahora no suban los impuestos”.