El ministro de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, declaró que la acción que acabó con la vida de Osama Bin Laden «no fue un asesinato», sino «un acto de legítima defensa nacional», y que su rendición hubiera sido aceptada de haber existido la «posibilidad».
«Lo que le ocurrió a Bin Laden no fue un asesinato. La operación se llevó a cabo para evitar víctimas civiles», explicó Holder en los micrófonos de la BBC.
«Su rendición hubiera sido aceptada de haber sido posible, pero no íbamos a arriesgar poner en peligro la vida de los valientes SEALS (los miembros del comando de las fuerzas especiales estadounidenses que llevaron a cabo la operación)», subrayó en la radio británica.
Fue, afirmó, un «acto de legítima defensa nacional».
El ministro estadounidense señaló que no había nada que permitiera decir que el líder de Al Qaida fuera a rendirse y que se creía que podía llevar un chaleco con explosivos.
«Era una misión para matarlo o capturarlo. Si hubiera existido la posibilidad de una rendición se habría producido. Pero teníamos sobre todo en mente la protección de las fuerzas que entraron en el complejo», afirmó Holder.
«Era un hombre que había jurado no ser atrapado nunca vivo y había indicaciones de que podía llevar un chaleco explosivo y de que podía haber armas en la habitación» donde estaba, señaló.
Bin Laden, el hombre más buscado del mundo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, fue abatido por un comando especial de las fuerzas estadounidenses el 2 de mayo en la ciudad paquistaní de Abbottabad, donde se cree que vivió durante varios años.
Los hijos de Bin Laden denunciaron el pasado martes el «asesinato arbitrario» de su padre y estimaron «degradante» y «humillante» para la familia que su cuerpo hubiese sido echado al mar.
En un comunicado entregado a «The New York Times», los hijos se preguntan por qué su padre «no fue detenido y juzgado de modo que los pueblos del mundo conocieran la verdad».