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Condenan a joven a 34 años de prisión por matar a policía

Por Ana Laura Piccolo. La pena, impuesta mediante un juicio abreviado, fue por un asesinato ocurrido en diciembre pasado.

Mediante un juicio abreviado, un muchacho de 20 años fue condenado a 34 años de prisión por el homicidio del policía Ramón Agustín Flores, un agente del Comando Radioeléctrico que en diciembre pasado recibió un disparo letal cuando intentó frustrar un robo en un negocio de Funes. El acuerdo, incorporado en la última reforma del Código Procesal Penal, fue alcanzado ayer por la fiscal Graciela Argüelles con el consentimiento del imputado Walter Matías Lagrú, y en los próximos días será remitido a un Juzgado de Sentencia para su homologación. La viuda de Flores se manifestó conforme con la celeridad del proceso judicial aunque admitió que hubiese preferido que el homicida de su esposo pase el resto de su vida en prisión (ver recuadro). El joven condenado había sido detenido poco después del crimen en cercanías del lugar mientras que otros tres muchachos lograron huir sin ser identificados.

Con la pena consensuada ayer entre la Fiscalía y la defensa del joven, Lagrú deberá cumplir por lo menos 17 años de cárcel efectiva antes de poder acceder a salidas transitorias y posterior libertad condicional, siempre y cuando cumpla con los requisitos del régimen de progresividad que la ley Penitenciaria impone.

La semana pasada, el juez de Instrucción de la 3ª Nominación, Luis María Caterina, había procesado a Walter Lagrú por los delitos de robo calificado, privación ilegítima de la libertad y homicidio criminis causa, figura que se aplica cuando el asesinato se lleva a cabo para obtener impunidad sobre otro ilícito.

Según los testimonios recolectados en la causa, había seis personas dentro del local cuando irrumpieron tres hombres armados con fines de robo, mientras una cuarta persona se quedó en la puerta, como campana. La banda encerró en el baño y maniató a un proveedor, cuatro empleados y la dueña, quien antes de ser atada logró apretar el botón de alarma.

Los asaltantes no se dieron cuenta de esta maniobra y siguieron recorriendo el interior del local de venta de sanitarios. Cuando el trío se aprestaba a salir del local, con algo de dinero y objetos de valor, ingresaron al comercio otros cuatro clientes que también fueron reducidos, atados con precintos y encerrados en el baño.

Fue en el momento en que los ladrones intentaron huir por segunda vez cuando llegó Flores, a bordo de su moto particular y en respuesta al alerta emitido por el botón de pánico. El joven oficial se bajó de su rodado y recibió un certero disparo en la cabeza.

Un testigo presencial del hecho declaró ante el juez Caterina que vio al imputado dispararle en la cabeza al suboficial Flores y luego huir con el arma en la mano. Luego contó que siguió al ladrón desde su auto y lo vio ingresar a una vivienda, lugar que señaló instantes después a la Policía, que logró apresarlo. También sostuvo que antes de esconderse en la casa intentó subirse a un Renault Megane oscuro con vidrios polarizados que continuó la marcha y se esfumó. Se presume que el conductor del vehículo era el cuarto sospechoso que hacía de campana, mientras que los otros dos muchachos que cometieron el robo junto con Walter huyeron a pie y todavía no fueron identificados.

Una de las hipótesis que acompañó toda la investigación judicial es que el policía ultimado y el joven procesado eran vecinos, y que la ejecución pudo haberla efectuado para evitar ser reconocido.

Llamado mortal

Cerca de las 12 del viernes 3 de diciembre pasado, una persona ingresó al comercio Sanimax, ubicado en Yrigoyen y Houssay, de Funes. Parecía un cliente más, y se puso detrás de un proveedor que estaba levantando un pedido. Pero en pocos instantes reveló sus verdaderas intenciones. En forma rápida, saltó del otro lado del mostrador y sacó un arma, y comenzó a pedir el dinero de la caja. En ese mismo instante, y como si fuera un plan coordinado, ingresaron otras dos personas, también armadas, como apoyo, explicaron fuentes policiales.

A cara descubierta, llevaron a empujones hasta el baño a las seis personas presentes en el local y también a la propietaria, que en ese momento estaba en una oficina ubicada en la parte trasera.

En el baño todos fueron despojados de sus celulares y las llaves de sus autos y luego atados con precintos plásticos negros, que ellos mismos habían llevado, lo que indica cierta logística, mientras les decían que agacharan sus cabezas y no los miraran a la cara porque si no “eran boleta”, dijeron en su momento los voceros.

Luego, el trío de asaltantes vació la caja registradora y tomó de los estantes varios pomos de pegamento y sellador, que guardaron en una mochila.

Daniela, dueña del local, sostuvo que para ella buscaban una suma de dinero importante, quizás pensando que era viernes y comienzos de mes, destinada al pago de salarios del personal. Pero dijo que se manejaba con cajeros automáticos, así que en la caja sólo estaba “la plata del día”, remarcó.

Antes de ser llevada hasta el baño, la mujer apretó una de las dos alarmas silenciosas conectadas con el Comando Radioeléctrico de Funes, maniobra que no vieron los asaltantes.

El suboficial Ramón Agustín Flores, de 33 años, llegó en una moto hasta la puerta del comercio. Con el chaleco antibalas colocado, se bajó de la moto, se sacó su casco y lentes y los colgó del manubrio. Y no tuvo tiempo para nada más. En ese preciso instante salieron los tres ladrones y uno de ellos, sin mediar palabra, le dio un tiro en la cabeza. Flores cayó pesadamente al piso, dejando una gran mancha escarlata en la entrada misma del comercio, mientras los asaltantes se dieron a la fuga. Unos minutos después, una ambulancia trasladó al uniformado hasta el Sanatorio Laprida, donde ingresó en la sala de terapia intensiva y falleció poco después.

Esa misma tarde, personal de la comisaría 23ª de Funes arrestó a un joven de 19 años a quien le encontraron entre sus ropas un revólver calibre 32, una escopeta de caño recortado y uno de los celulares robados a los empleados de Sanimax.

Fuentes judiciales dijeron que el muchacho, que contaba con algunos antecedentes por robo como menor, no tiene cumplimentado sus estudios primarios y que tras el hecho sufre reiteradas depresiones, además de manifestar arrepentimiento.

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