Legitimado por la victoria electoral de hace una semana, Hermes Binner tomó las riendas de su partido a nivel nacional y comanda las definiciones sobre el rol que jugará el socialismo en las elecciones nacionales. La ausencia de Rubén Giustiniani –no así de sus delegados– en el encuentro del sábado último en el hotel Bauen y la exaltación de la gestión de gobierno en Santa Fe en el documento final son señales de los cambios internos que están en marcha.
La expectativa que el mismo gobernador había generado sobre su futuro político si ganaba el 22 de mayo lo instaló en apenas tres o cuatro días en todos los medios nacionales, algunos de los cuales se ofrecen desesperadamente para construir el adversario de Cristina Fernández.
En estos días se verá la muñeca política del gobernador para jugar en el escenario nacional. Dispuso que Juan Carlos Zabalza (futuro diputado nacional) y Alicia Ciciliani sean los interlocutores directos con las autoridades de la UCR. El objetivo de Binner es encontrar el equilibrio entre ser parte de un armado nacional y no traicionar la construcción de un espacio progresista. Y aún cuando el término progresismo es un término bastante laxo, de ninguna manera abarca a Francisco de Narváez.
El radical Mario Barletta metió la pata en las horas posteriores a la noche del 22 cuando advirtió que si los socialistas no aceptan la alianza con De Narváez iba a tener consecuencias en el Frente Progresista santafesino. Rápidamente la vicegobernadora Griselda Tessio aclaró que no había posibilidades de que una construcción política de más de una década, que es gobierno y busca la reelección pueda romperse por el empresario colombiano.
Hasta el 14 de junio será una carrera alocada de negociaciones por definir qué fuerzas integrarán el famoso Frente Progresista que pregonan Binner y el socialismo. El sábado pasado, el PS definió que la prioridad la tiene la UCR, pero sin nombrarlo dejó en claro que no pueden ser parte De Narváez y su partido bonaerense. Si, como todo indica, los radicales no se desprenderán del empresario de origen colombiano, ¿por dónde pasa la solución? “Mucho depende de qué quiera hacer el gobernador”, sostuvo el sábado a la noche Miguel Lifschitz. Del otro lado, también ansiosos, esperan Proyecto Sur, Libres del Sur, Unidad Popular y el socialismo auténtico, que por anticipado desataron la madre de todas las batallas por la candidatura a vice de todavía no saben quién.
Un cierre que mete ruido
Agustín Rossi y otros dirigentes de su espacio están convencidos de que Binner no será candidato presidencial. Estiman que ponerse ese traje lo instala de inmediato como adversario directo de la presidenta, y que no querrá arriesgarse a una guerra político-electoral sin cuartel que comprometa el triunfo de Antonio Bonfatti el 24 de julio.
El PJ santafesino, en tanto, también estará atravesado por el armado de la lista de diputados nacionales (la inscripción de candidatos vence el 25 de junio). Anotados hay varios: Omar Perotti, Rafael Bielsa, Gustavo Marconatto, Oscar Cachi Martínez, el cavallerismo, el rossismo. ¿En diciembre se irá a su casa el dos veces gobernador Jorge Obeid? Sin embargo las noticias que llegan desde la Casa Rosada hablan de una lista de incondicionales, prácticamente redactada en los jardines de Olivos. Aseguran que la presidenta quiere, ahora que ostenta alta intención de voto e imagen personal y de gobierno, iniciar su segundo mandato con una Cámara de Diputados que sea el correlato de ese apoyo electoral que se pronostica que conseguirá en octubre.
El interrogante en el PJ es si las negociaciones para el armado de la lista de diputados nacionales que irá pegada a la boleta que lleva a Cristina para la reelección no influirá en el desarrollo de la campaña de Agustín Rossi para gobernador. Hasta ahora todos manifestaron su respaldo al Chivo y priorizan ganar la provincia por encima de las diferencias internas. La única condición que por ahora le pone el resto del PJ santafesino a Rossi es evitar la kirchnerización de la campaña.
Disputa por 843 mil votos
El escenario electoral que dejó la elección primaria no es tan diferente al de 2007: la alianza justicialista levemente por encima del Frente Progresista en cuanto a la cantidad de votantes en cada una de las internas y cientos de miles de electores en disputa para la definición de la elección general entre voto en blanco, anulado, impugnado y los que no fueron a sufragar. Este año, ese paquete es de 843.930 votos.
En 2007 esa masa de votantes se inclinó por el cambio y votó a Hermes Binner, quien saltó de los 632 mil votos que había obtenido como candidato único en la primaria a la enormidad de 864 mil en la general, mientras que el PJ, con Rafael Bielsa de candidato, incrementó el piso de la primera vuelta con apenas 30 mil votos, pasando de 653 mil a 688 mil. Ninguno de los dos perdió votantes entre uno y otro comicio.
Una diferencia a tener en cuenta es que en 2007 no hubo una tercera fuerza competitiva, mientras que en esta oportunidad el PRO de Miguel Torres del Sel en primera vuelta sumó un total de 253 mil sufragios entre votantes convencidos de derecha y de electores de la base de la pirámide socioeconómica.
Voto cruzado y el perfil del Frente
Las elecciones internas sirven para contar porotos, conocer las fuerzas propias y las de los adversarios, sobre todo con el sistema de boleta única, que elimina las distorsiones por efecto arrastre. En el caso del Frente Progresista, hasta ahora se daba por sentado qué acciones aportaban sus dos principales socios: el socialismo su capital en la principal ciudad de la provincia y el candidato a gobernador y el radicalismo su centenaria estructura con llegada a todos los rincones de la provincia. Para este año todo eso se puso en discusión por varios motivos y los desafíos cruzados terminaron en las urnas.
Además de la capital provincial, la UCR tiene candidatos en varias localidades donde el socialismo no podría hoy armar listas por sí mismo. Pero la contundente victoria de Antonio Bonfatti sobre Mario Barletta por 15 puntos no sólo se explica por los votos de Rosario. Aquí Bonfatti le sacó 84 mil votos de diferencia, de los cuales el radical sólo le descontó 10 mil en Santa Fe ciudad, su principal bastión.
Siempre en la categoría gobernador, la lista apadrinada por el gobernador Binner obtuvo 115 mil votos en Rosario y 177 mil en el resto de la provincia. Esto le permitido ganar la interna en la mayoría de las ciudades intermedias: Rufino, Reconquista, Rafaela, Villa Gobernador Gálvez, Venado Tuerto, Villa Constitución, Gálvez, Baigorria, Carcarañá, Cañada de Gómez, Capitán Bermúdez, San Lorenzo, Coronda, Alvear y Fray Luis Beltrán. En tanto, el otro socialista, Rubén Giustiniani, sacó mayoría de votos en Casilda, Las Rosas y Firmat.
Barletta ganó Villa Ocampo, Tostado, Santo Tomé, Esperanza, San Cristóbal, San Jorge, Sauce Viejo, San Justo, Ceres, Las Toscas, Avellaneda, Arroyo Seco, San Javier, Helvecia y Vera. Por el contrario, si se evaluara el voto para gobiernos locales, es apabullante la diferencia en el número de localidades en las que ganaron los radicales. Estos datos marcan la penetración de la gestión, y en particular de la figura de Binner, en el territorio provincial en los últimos cuatro años. A su vez, el cuadro revela por qué el Ejecutivo se empeñó en que la boleta única también se utilice en primarias.