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La mansión de ensueño, sin agua y con edificio enfrente

Por: Guillermo Correa.- Cimientos de construcciones en altura y locales comerciales provocan quejas. ¿Sobrecarga de servicios?.
Son barrios residenciales, pero los comercios empiezan a instalarse cerca.

El sueño de la casa de campo alejada del mundanal ruido de la ciudad puede derivar para algunos en una pesadilla: un grupo de vecinos que residen en los nuevos emprendimientos inmobiliarios de la zona noroeste de Rosario, en lo que se dio a llamar “Fisherton Norte” volvió a poner el grito en el cielo: a la oposición que vienen manteniendo al trazado de cables aéreos de media tensión en la zona y a los problemas con los servicios públicos –en especial con el agua en la zona– se suman desde hace pocos días la construcción de locales comerciales y hasta de edificios a sólo metros del tranquilo jardín que habían ido a buscar. Ese es el nuevo dolor de cabeza que desvela por estas horas a buena parte de los habitantes –aunque no todos– de los countries San Eduardo, Aldea Tenis, Portal de Aldea y Greenes de Fisherton. Con previsible celeridad el tema llegó a la Secretaría de Planeamiento del municipio y al Concejo, donde –además de los taxis– puede ser uno de los temas candentes de la semana, en el regreso de los ediles tras el receso por las elecciones primarias. Y todo indica que lo que llegará al recinto es una moción de no dar nuevas habilitaciones para emprendimientos comerciales o habitacionales que no se condigan con el original espíritu “residencial” de las otrora inhóspitas tierras cercanas al arroyo Ludueña.

“Es para un público joven desde 25 hasta 40 años que opta por hacer el traspaso de un departamento del centro al espacio verde”, decía –dice– la tentadora oferta  de este último emprendimiento que, como los demás, ofrece un número pequeño de lotes muy grandes para quienes los puedan pagar: son terrenos de entre 800 y 1.200 metros cuadrados –algunos aún mayores– que privilegian los espacios verdes entre construcciones. La singularidad de los  emprendimientos –y sobre todo su público– hizo pensar, a medida que iban desarrollándose, en las nuevas oportunidades comerciales que presentaban. A mediados de abril comenzó a construirse en Schweitzer y Malabia un “paseo comercial” pensado para una cafetería-panadería, un minimarket, una fiambrería de estilo delicatessen y un negocio de ropa femenina, obra que estaría concluida, según el plan, en septiembre.

En construcción

En avenida Jorge Newbery al 8900 está en plena construcción un complejo que “incluye no sólo espacios comerciales, sino también vinculados a la gastronomía y el deporte, con dos canchas de fútbol 5 y una pileta”, que estaría inaugurado a principios del año próximo. Y en Rincón de Aldea, la idea es emplazar “desde supermercados hasta farmacias”, en siete locales comerciales, para los cuales, además, “levantarán una playa de estacionamiento para 25 vehículos”.

Si los emprendimientos comerciales, todos pensados como una estética ad-hoc para no desarmonizar con el entorno, comenzaron a generar resistencia entre los vecinos, peor aún son otras construcciones habitacionales en propiedad horizontal. “Compran un lote y ponen cuatro viviendas donde debería haber una. Eso provoca una sobrecarga de los servicios que en un barrio no planificado para departamentos de propiedad horizontal no resiste”, explicó el concejal del Partido Socialista Auténtico Alberto Cortés.

Normativa

“El Código Urbano no salió como un plan integral, se va haciendo por partes. Entonces, en toda la zona noroeste comenzaron a construir edificios de varios pisos, y no hay ordenanza que los limite porque el tema no está reglamentado. Son zonas que van quedando desreguladas, entonces los emprendimientos se van corriendo”, dijo por su parte la concejala del PRO Laura Weskamp. Así las cosas, dos ediles opositores pero que no tienen emparentamiento ideológico coincidieron, sin embargo, en un diagnóstico similar. Y a consideraciones casi similares arribó incluso el titular del bloque Socialista del cuerpo, Manuel Sciutto: no hay límite para emprendimientos que parecen no cuajar con un barrio “residencial” porque no hay reglamentación, pero de igual modo dañan el “espíritu” con el que fueron promocionados y vendidos esos espacios, donde “no está contemplado que se hagan edificios de altura” pero tampoco está prohibido.

“Entiendo que se distorsiona el uso original”, dijo Sciutto, también advertido de “verdaderos conjuntos habitacionales”, en lotes pensados para una vivienda, acaso fastuosa, pero una al fin. Y en ese marco, lo que aparece como clave para  todos es “si la infraestructura puede recibir esa carga”. Todo indicaría que no: no son poco los vecinos de esos barrios que utilizan agua de pozo extraída con bombas para los quehaceres domésticos, y agua envasada para tomar, al no tener acceso a la provisión por red. Y los que sí tienen acceso, instalan cisternas subterráneas que luego bombean a los tanques por falta de presión.

Poca agua

En Aguas Santafesinas el tema es sabido: los nuevos emprendimientos deberán esperar la construcción de la nueva estación de bombeo –en ruta 11 y Circunvalación, Granadero Baigorria– y con planta potabilizadora para tener un abastecimiento como cualquier hijo de vecino. Y ello demandará “años”, ya que la obra recién está en proceso de construcción.  El tema no es nuevo: vastas zonas de Funes, ya urbanizadas, estaban fuera de la red hasta no hace tantos años atrás.

En este caso, vendedores y compradores estaban advertidos de la cuestión: lo que temen es que todo se complique con emprendimientos comerciales y construcciones en altura que no estaban previstas en el imaginario de quienes cambiaban “el departamento del centro por el espacio verde”.

En ese marco los concejales debatirán en los próximos días qué hacer: una de las medidas sería la suspensión de las obras que puedan generar dicha “sobrecarga” de servicios en una zona que aún ni los tiene. Es que otra de las cuestiones a tratar sería la construcción –privada–de una planta purificadora que le dé servicio al barrio “ABC1” pero también a sus vecinos de muchos menos recursos. La idea no es nueva: “Recientemente inauguramos en la zona noroeste de Funes una planta de ósmosis inversa, un desarrollo público-privado que le da servicio al barrio residencial y también a los vecinos de otras urbanizaciones”, explicó el vocero de Aguas Santafesinas, Guillermo Lanfranco.

El funcionario explicó que este tipo de plantas se instalaron también en Firmat, Rufino y otras localidades de la provincia, y pueden costar entre 1.600.000 y 4.000.000, medido en pesos, dependiendo del servicio que brinden. Claro está, el pago de esa infraestructura no es barato. Pero tampoco lo son lotes que van desde los 50 a los 130 el metro cuadrado y se miden en dólares: con el equivalente a tres de los terrenos más caros alcanza para la planta más chica.

Proyecto

Lanfranco explicó a El Ciudadano que la operatoria cuando los particulares aceptan es que Aguas toma a su cargo el proyecto y parte de los materiales, quedando en manos privadas el costeo de otra parte de los materiales y el total de la mano de obra. Dice que estas plantas son modulares, que pueden dar servicio tanto a un pequeño conjunto de viviendas “como a cien mil hogares”.

Y las plantas de este tipo lo que hacen –en mala y resumida descripción– es extraer agua subterránea, filtrarla a alta presión y mezclarla con un porcentaje variable de agua no filtrada que luego se distribuye en las casas. Obviamente es potable y tiene los mismos estándares de calidad que el agua de red, es decir que se puede usar para cocinar o beber directo de la canilla. “Obviamente la purificación del agua bombeada del río Paraná es mucho más barata”, aclara Lanfranco.

Pero lo cierto es que las urbanizaciones premium fueron a ritmo mucho más acelerado que la infraestructura: en Granadero Baigorria, más exactamente en ruta 11 y Circunvalación, está en construcción la Planta Gran Rosario, pero la potabilización a gran escala no es una cuestión simple. Actualmente está en obra la estación de toma, y en proceso de licitación la planta potabilizadora: la previsión es que entrará en funcionamiento dentro de dos años y medio, y que además su tarea, más que la provisión a puntos específicos, será acoplarse en un nuevo sistema con las instalaciones de Arroyito. Es que del antiguo emplazamiento de Obras Sanitarias se  abastece desde Capitán Bermúdez hasta a la zona sur de Rosario, en evidente sobrecarga.