Alemania, la primera gran potencia industrial que renuncia a la energía nuclear, decidió cerrar sus últimos reactores en 2022 tras la catástrofe de la central nuclear japonesa de Fukushima. Además, la canciller alemana, Angela Merkel, y su coalición conservadora-liberal apuesta ahora definitivamente por el apagón nuclear y las energías renovables para tratar de contrarrestar su pérdida de credibilidad, evitar nuevos desastres electorales y frenar el apabullante ascenso de Los Verdes.
«Tras largas consultas, la coalición se puso de acuerdo para poner un término al recurso a la energía eléctrica», declaró a la prensa el ministro de Medioambiente, Norbert Rottgen, tras siete horas de negociaciones nocturnas en la oficina de la canciller Merkel.
Catorce de los 17 reactores alemanes ya no estarán en servicio hacia fines de 2021, y los tres últimos –los más recientes– funcionarán hasta fines de 2022 a más tardar, precisó el ministro, quien calificó esta decisión de «irreversible».
Los siete reactores alemanes más antiguos ya habían sido desconectados de la red de producción de electricidad, a la espera de una auditoría solicitada a mediados de marzo por Angela Merkel tras la catástrofe de la central nuclear de Fukushima.
Estos siete sitios –además de un octavo, que tiene reiteradas fallas– ya no serán más reactivados, dijo el ministro. El gobierno formalizará su decisión el 6 de junio.
Alemania tendrá que hallar antes de 2022 la forma de producir 22% de sus necesidades en electricidad, actualmente asegurados por las centrales atómicas.
«Nuestro sistema (de suministro) en energía debe y puede ser fundamentalmente modificado», insistió Merkel ante la prensa.
Los Verdes, cuya popularidad se disparó tras el accidente de Fukushima, insisten en la necesidad de recurrir a las energías renovables, en lugar de las centrales de carbón.
«No se trata solamente de saber cómo salimos del nuclear sino también a qué velocidad, y con qué ambición ingresamos en las energías renovables», subrayó la copresidente de los Verdes, Claudia Roth.
Los opositores a la energía nuclear, que manifiestan con frecuencia en los últimos meses, anunciaron su intención de volver a hacerlo este fin de semana.
Al decretar el final del nuclear civil en 2022, Merkel retoma una de las promesas más importantes del inicio de su segundo mandato, que fue también una de las principales de su campaña para las legislativas del otoño boreal 2009.
A fines de 2010, Merkel hizo votar — en contra de su propia opinión pública — una ampliación de 12 años en promedio de la duración legal de explotación de los reactores del país, que un precedente gobierno de socialdemócratas y Verdes decidió detener en 2002.
Así, Merkel provocó una aumento de los sentimientos antinucleares en Alemania, que se tradujeron en masivas manifestaciones, la última de las cuales, el sábado, congregó a 160.000 personas en 20 ciudades del país.
Pero el momento decisivo fue la catástrofe de la planta nuclear de Fukushima en marzo. Merkel detuvo inmediatamente las centrales más viejas y lanzó una reflexión sobre el abandono del nuclear civil.
Este cambio fue considerado como una maniobra oportunista y no pudo impedir la dura derrota el 27 de marzo en las elecciones regionales de Bade-Wurtemberg (sudoeste), feudo electoral de los conservadores, que gobernaban la región desde hacía 50 años.
Así, fueron sacados del poder por los Verdes, que por primera vez han tomado las riendas de una región.
El gobierno de Merkel tendrá ahora que hacer frente al previsible enojo del poderoso lobby nuclear alemán que no duda en agitar el espectro de gigantescos fallos del suministro eléctrico, especialmente en invierno.