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“La infertilidad debe considerarse enfermedad”

Por Laura Hintze. El especialista más reconocido de la ciudad pide obturar el vacío legal. El caso de parejas homosexuales.

El nombre de Julio Colabianchi está asociado directamente a fertilización asistida. Si bien hace 39 años que ejerce como médico, 23 los pasó trabajando sobre infertilidad, especialidad en la que es reconocido a nivel internacional. Es por eso que se convierte en un referente a la hora de opinar sobre los proyectos que buscan ubicar a la infertilidad como una enfermedad. Colabianchi sostiene que hay un vacío legal a nivel nacional sobre todo lo que implica una inseminación. Y que, a diferencia de lo que ocurre en otros países, en Argentina es imposible el alquiler de un vientre porque no hay legislación específica, por lo que prima la letra del Código Civil, para el que madre es la que pare. En diálogo con El Ciudadano, Colabianchi explica qué es la fertilización asistida y  analiza desde un punto de vista “social” los alcances del debate. 

— ¿Qué es la fertilización asistida?

—La fertilización asistida aparece en 1978, con el primer bebé nacido de esa manera. Hay tres tipos de tratamientos para una pareja: el Tratamiento de Infertilidad Rutinaria (TIR), el de baja complejidad y el de alta complejidad. El TIR busca cuáles son los inconvenientes para tener hijos de una pareja, como por ejemplo averiguar por qué la mujer no ovula, y ver todos los factores que se pueden lograr por el tratamiento rutinario, como la inducción de la ovulación. El segundo es el tratamiento de baja complejidad, que significa la inseminación intrauterina, o sea tomar el semen y colocarlo dentro de la cavidad uterina para acercar las partes (los espermatozoides en mucha cantidad y el óvulo) y lograr una fertilización dentro de la panza de la madre. Y el tercero es el de alta complejidad, que consiste en tomar el óvulo de una mujer y el espermatozoide de un hombre, e inyectar el espermatozoide dentro del óvulo de la mujer para que se forme el embrión y luego transferir esos embriones en la cavidad uterina; o poner un óvulo con 300 mil espermatozoides para que alguno de ellos entre y se produzca lo que se llama la fertilización invitro.

—La Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró la esterilidad como una enfermedad.

—Socialmente, los gobiernos, los Estados, la OMS, deben cubrir a todas las personas afectadas a una enfermedad. Pero por mucho tiempo, injustamente, y aún hoy en provincias como Santa Fe, la esterilidad no es una enfermedad. Porque se dice que si una pareja no tiene hijos no se va a morir, cosa muy injusta. Lo mismo con la obesidad: sos gordo porque sos gordo. Y no es así. Esto marca el subdesarrollo en los conocimientos de la sociedad, ya que no se reconoce que un obeso tiene un problema o que una pareja que no puede lograr un embarazo tiene un problema. Al no reconocer a la entidad como enfermedad, las obras sociales se escudan en eso y no lo reconocen. Por lo tanto, si yo tengo un apendicitis puedo operarme, o si tengo una neumonía me puedo tratar; pero hay muchas cosas que la sociedad no reconoce, y que tiene que reconocer, y una de ellas es la esterilidad. La OMS establece que esto es una enfermedad, y al serlo, tiene que ser cubierta por el gobierno y por el sistema de salud que tenga el país. El sistema de salud aquí son las obras sociales, que tienen unos 4 millones de afiliados, más los hospitales que atienden al resto. El gobierno tendría que hacerse cargo de las personas y de esta enfermedad, como las obras sociales. Nosotros venimos luchando hace mucho.

—¿Cómo es la legislación argentina sobre inseminación?

—Prácticamente no hay. Como vienen las elecciones ahora, y si este gobierno vuelve a ganar, va a salir una ley justa para los pacientes que lo necesitan. El problema va a ser después, en el día a día, pero veremos. Esto tiene que difundirse y tiene que aparecer una ley justa para que todas las personas puedan atenderse en los mejores centros.

—¿En provincia de Buenos Aires la esterilidad se reconoce como enfermedad?

—Sí, y ahora las obras sociales se tienen que hacer cargo. Una persona tiene que ser cubierta por la obra social o por el país que lo cobija. Esto tiene que ser así de por sí. Por lo tanto, un médico como yo, que hace tantos años que atiende fertilización asistida de manera privada, podría, desde un punto de vista egoísta, decir “sigamos con lo privado”, total estoy muy cómodo. Sin embargo, el bienestar de la población en general hace que yo exija que los gobiernos y las obras sociales tengan que cubrir el tratamiento de fertilidad para que las parejas puedan tener hijos. Creo que eso es una condición social. Lo pido porque me parece lógico. Eso sí, las obras sociales y los gobiernos tienen que cubrir al paciente y llegar a un acuerdo con los centros, un acuerdo que tienen que cumplir como el médico cumple tratando a los pacientes. No sé si con un reintegro o con acuerdos con los centros de fertilidad, realmente no sé, esto está a discutirse.

—¿Está de acuerdo con ayudar a parejas homosexuales?

—¡Absolutamente! Igual, la pareja homosexual varón es muy difícil, porque acá no hay una ley de protección a la madre subrogada, es decir, de alquiler de vientres. ¿Y por qué es esto? El Código Civil es el que redactó Vélez Sarsfield en el siglo XIX, que dice que madre del hijo es la madre que lo parió. Esto hizo que la donación de óvulos siga protegiendo a la receptora del óvulo para poder tener hijos,  que es la que pare el bebé y es la madre para la ley. Una joven no tiene útero pero sí sus ovarios, que producen óvulos que junto al  espermatozoide del marido pueden formar un embrión, puede ponérselo a otro útero y así tener un hijo que es genéticamente de ellos. Pero como en Argentina no hay ley, la madre que está gestando al hijo, la que prestó el vientre, el día de mañana puede decir que el hijo es de ella. En Argentina no hay ley sobre madres subrogadas, entonces no se puede hacer el tratamiento. Si viene una pareja y me lo pide, yo no lo puedo hacer. Se tiene que ir. Entonces eso tiene que legislarse. Es hora, en 2011, que la ley proteja a la receptora de óvulos, a una madre subrogada y permitamos que una pareja tenga un hijo, sea feliz.

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