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Luego de cinco años, The Strokes volvió con un nuevo disco que tiene bastante del estilo que define su música pero en el que también incorporan rítmicas inusuales que le imprimen un tinte por lo menos diferente y que la acerca a esas bandas donde al predominio de guitarras se suma un contexto más electrónico que permite otra flexibilidad.
Dicen que Angles (2011) tiene una inspiración que abreva en fuentes tan diversas como Thin Lizzy, que puede escucharse especialmente en algunos duelos de guitarras más crudas; en el pop maniqueo de uno de los íconos de los 80, A-ha, y en una suerte de revisita al pub-rock del Elvis Costello de los comienzos. En una entrevista para la revista Rolling Stone, el cantante Julian Casablancas explicó que el grupo se encuentra atrapado entre encontrar los sonidos probables de un futuro y los años setenta, y que en ese tránsito entran diversas tonalidades en el concepto musical de la banda. Poco después, el bajista Nikolai Fraiture reveló que lo que los motivó fundamentalmente era la idea de un retorno a lo básico, sobre todo a aquellas melodías que conformaron el perfil del grupo y que tan bien habían plasmado en Is This It (2001), su álbum debut, que les abrió grande la puerta a la escena rockera neoyorkina, considerado como el mejor comienzo para las bandas del tipo.
Sin embargo, al cabo del primer mes de la aparición de Angles, el guitarrista Albert Hammond Jr. señaló que el título del álbum obedecía a que en el disco lo que sonaba eran “cinco personas muy diferentes”.
Como fuera que cada uno de los miembros de la banda considera lo que musicalmente masticaron a la hora de encarar este nuevo trabajo, lo que parece cierto es que en Angles The Strokes pone a funcionar algunas guitarras retro más bien sueltas, es decir, no sujetas a convenciones exageradas donde todo debe sonar en determinadas escalas. En todo caso, los diez temas de Angles registran cierta homogeneidad en la intención de exponer el rock en una forma más o menos cruda y directa (en los temas “Under Cover of Darkness”, “Two Kinds of Happiness”), pero, como se dijo más arriba, también introducen algo de synthpop electrónico, a la manera de, por ejemplo, Depeche Mode o, por momentos y esto es arriesgado pero no improbable, la etapa última de los discos solistas de David Byrne, con esas cadencias bailables y llenas de luminosidad rítmica (“Games”, “Gratisfaction”).
Por supuesto, Angles tiene pasajes de ejercitada acción que descubre en la banda signos de madurez. Aspecto que queda claro en la ejecución de sus instrumentos y en el tono levemente irónico y preciso de algunas letras. Una de las canciones en que esto mejor se ve es en “Taken for a Fool”, que pone a la banda a la altura de eso que prometió durante su surgimiento a principios de este siglo, es decir, una formación que estaba en condiciones de resucitar el espíritu del rock Indie que estaba siendo amenazado por decenas de grupos de difícil diferenciación.
Editó: Sony Music