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El caso Bélgica: 400 días sin gobierno

Bélgica demostró lo que se suponía imposible.

Bélgica demostró lo que se suponía imposible: un Estado puede estar más de un año sin un gobierno estable, enfrentar una crisis económica, salir de ella y crecer más que sus vecinos. Y recién después comenzar a buscar llenar el vacío de poder y encontrar a alguien que se haga cargo del Poder Ejecutivo.

El país lleva ya 404 días sin un gobierno surgido del proceso electoral, algo que rompe todos los récords conocidos, con el valor agregado de no exhibir convulsiones internas importantes. Todo lo contrario, los belgas, que no se enorgullecen del “logro”, dicen que se trató de un período pacífico, en el que de a poco se fue retomando el crecimiento después del complicado 2008, cuando el país sufrió seriamente las consecuencias de la crisis internacional.

De hecho, en marzo se anunció que Bélgica creció en 2010 un 3 por ciento, medio punto porcentual por encima del promedio de la Unión Europea, separándose tajantemente de los casos de Grecia, Portugal, Irlanda y España.

Para muchos, los mayores méritos corresponden a Didier Reynders, ministro de Finanzas y único sobreviviente de la era del primer ministro renunciante Yves Leterme, que ha seguido gestionando como gabinete provisional o “en funciones”. De ese modo, Reynders es el encargado de comunicarse semanalmente con el rey Alberto II para presentarle las medidas administrativas que deben ser ejecutadas. Luego, el Parlamento aprueba o rechaza esas decisiones.

Reynders fue, por ejemplo, el ejecutor de los planes de ajuste comprometidos ante la UE en 2008 por Leterme, junto con la continuidad del proceso de reestructuración del sistema bancario, que había entrado en quiebra. Reynders afirma que está a punto de completar ambos procesos. En base a esos logros, el ministro se autopostuló para suceder a Dominique Strauss Kahn en el FMI, aunque la UE optó por impulsar a su par francesa, Christine Lagarde.

Intento

En los últimos días, con mucha dificultad y por mandato del monarca, el líder del partido francófono, Elio Di Rupo, está intentando formar gobierno, después de casi siete meses sin intentos.

Durante el verano boreal de 2010, Di Rupo, de 59 años, ya había sido encargado de una misión de “preformación” de gobierno, que fracasó a principios de septiembre. Desde entonces, ante el bloqueo, el rey nombró a varios mediadores pero nunca había hecho un encargo formal.

Alberto II tardó varios días el año pasado en aceptar la renuncia del primer ministro en un intento por evitar la crisis, pero finalmente se convocó a elecciones anticipadas el 13 de junio. El Partido Socialista de Di Rupo ganó las elecciones en la zona francófona del país, mientras que los separatistas de la Nueva Alianza Flamenca de Bart de Wever vencieron en la región flamenca de Bélgica.

Entretanto, el Parlamento sin gobierno central definitivo aprobó un presupuesto con una reducción del déficit mayor que la exigida por la UE y una contribución a la misión internacional en Libia. Queda pendiente una profunda reforma del Estado. Si hay un acuerdo en torno a esta cuestión, el camino a la formación de una nueva administración estaría más despejado.

El encargado, se dijo, será Di Rupo. Pero su misión arranca con una curiosa ironía: un vocero de su agrupación informó ayer que el hombre, designado para dialogar hasta formar una mayoría legislativa de apoyo no podrá emitir un solo sonido durante una semana debido a una operación en sus cuerdas vocales. La cuenta superó ya los 400 días y se sigue abultando.

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