El ambicioso satélite SAC-D Aquarius, el más grande y complejo que se haya construido en nuestro país, fue lanzado a las 11.20 desde la base de Vanderberg, en la californiana ciudad de Lompoc, Estados Unidos. Se espera que emita sus primeras señales para confirmar que está en la órbita correcta.
El gigante de 1.400 kilos fue desarrollado por la CONAE (la Comisión Nacional de Actividades Espaciales) en conjunto con la NASA. La agencia espacial norteamericana aportó u$s 260 millones al proyecto y u$s 60 el Ministerio de Ciencia y Tecnología argentino.
Un verdadero observatorio espacial para el océano, el clima y el medioambiente, el Aquarius medirá la salinidad y temperatura superficial del mar, velocidad de los vientos, concentración de hielos, incendios forestales y actividad de los volcanes.
Los datos recabados permitirán confeccionar mapas mundiales para, en una segunda etapa, elaborar modelos climáticos a largo plazo. Cinco de los ocho instrumentos con el que el satélite se encargarán de tomarle el pulso a nuestro planeta fueron desarrollados por científicos locales:
-El Radiómetro de Microondas para determinar velocidad del viento, precipitaciones, distribución de hielo marino, contenido de vapor de agua, etc.
-La Cámara Infrarroja de Nueva Tecnología para monitoreo de fuegos y volcanes y temperatura superficial del mar.
-La Cámara de Alta Sensibilidad para monitorear tormentas eléctricas, detección de embarcaciones, y para monitoreo de la cobertura de nieve, entre otras aplicaciones.
-El Sistema de Colección de Datos para recolectar datos meteorológicos y parámetros del medio ambiente provenientes de estaciones meteorológicas en Tierra.
-El Paquete de Demostración Tecnológica para determinar la posición del satélite y velocidad, entre otros datos.
Las agencias espaciales de Brasil, Canadá, Francia e Italia también colaboraron en el proyecto Aquarius, que fue construido casi en su totalidad en Bariloche, testeado por especialistas brasileños y será acompañado al espacio por el lanzador estadounidense Delta II. La investigadora argentina Mónica Rabolli participó de la misión desde el inicio y tendrá la «grandísima emoción» de presenciar el momento decisivo en Vanderberg.
En diálogo con ámbito.com, explica que recién en 45 días el satélite empezará a enviar los primeros datos, ya que ese mes y medio es la etapa de «ajustes y control, en el que se encienden los subsistemas y los instrumentos». Una especie de puesta a punto in-situ, ya que la calibración se realizó en la Tierra, con condiciones simuladas pero siempre diferentes a las del espacio real.
«A los seis meses se recibirán los primeros datos ciertos. Analizados y procesados en la provincia de Córdoba, serán de acceso público y gratuito a través de la Web y tendrán dos «niveles» de información. Uno para investigadores y especialistas y otro con datos que no requerirán de un alto nivel de conocimientos», añade Rabolli.
Datos como la cantidad de precipitaciones en tierra o la temperatura del suelo, por ejemplo, pueden ser de gran interés para productores agropecuarios. Otros más complejos como la concentración de hielos, la probabilidad de incendios forestales o la actividad de los volcanes pueden dar indicios sobre un cambio de las condiciones climáticas.
¿Anticipará un tsunami como el que azotó Japón en marzo pasado? Ravolli no quiere crear falsas expectativas y aclara que «no es un satélite de emergencias». Lo que puede lograr la tecnología especializada del Aquarius y los datos precisos que enviará desde el espacio es aportar al perfeccionamiento del sistema de alertas tempranas. Como sintetiza la doctora Ravolli: «Es un paso en la ruta del deseo hacia el que uno avanza».