En medio de inmensos esfuerzos por imponer su autoridad, a la presidenta Dilma Rousseff la sorprendió un escándalo de corrupción en su entorno político a seis meses de asumir: el ministro de la Casa Civil (jefe de Gabinete) de Brasil, Antonio Palocci, se vio obligado a renunciar tras denuncias de la oposición por supuesto enriquecimiento ilícito.
Esta historia ya tiene precedentes. En 2005, Luiz Inácio Lula da Silva perdió a su mano derecha, el ministro José Dirceu, por un sonado caso de corrupción llamado “Mensalao”, que además envolvió a un nutrido grupo de empresarios y diputados de varios partidos. Entonces Lula llevaba gobernando ya tres años. A Rousseff la sorprende ni bien comenzado su mandato, y cuando aún existen dudas sobre su cintura política para manejar la feroz política brasileña.
Hasta el miércoles –cuando Palocci presentó su renuncia– arreciaban las críticas desde el Partido de los Trabajadores (PT) y otros aliados por la inacción de la gobernante ante el caso, más dedicada a asuntos financieros. Cuando el escándalo amenazaba con acrecentarse, Rousseff le dio la salida al ex ministro de Economía de Lula y cerebro del espectacular crecimiento que registró Brasil en los últimos años.
Pero esta tal vez pueda ser una oportunidad para aumentar su liderazgo. “Definitivamente Dilma tiene que salir de los lineamientos impuestos por Lula antes de retirarse. Palocci fue el ministro que Lula colocó en el nuevo gobierno. La imagen de Lula está muy presente, eso no hace más que perjudicarla”, comentó el analista Paulo Silva a El Ciudadano. “Es positivo que haya nombrado en el cargo a un personaje todavía desconocido y sin la contaminación del pasado”, destacó el experto.
A pocas horas de la despedida de Palocci, la mandataria nombró en el cargo a Gleisi Hoffman, de 45 años, quien recientemente asumió como senadora y de la que no se tienen prácticamente registros de su actividad política. No obstante, Hoffman es considerada una experta en temas de liderazgo y gestión –por ese motivo es apodada “Tractor”– y en las últimas horas ya la llamaban la “Dilma de Dilma”.
“Así como estoy triste con la salida de un compañero de luchas, estoy satisfecha con la solución que encontré para asegurar la inmediata continuidad del gabinete”, aseveró Rousseff. “Jamás quedaremos paralizados frente a los embates políticos. Sabemos frenar y al mismo tiempo gobernar. Tenemos programas que ejecutar y vamos a hacerlo con rigor y dedicación. Mi gobierno tiene metas y va a alcanzarlas”, siguió Dilma durante el nombramiento.
Los resultados de este doloroso movimiento serán perceptibles sólo a largo plazo. Por lo pronto, el sector financiero estuvo en orden: los mercados no reaccionaron ante la salida de Palocci, si bien el real y la bolsa registraron pequeñas bajas. “La oscilación tuvo que ver más con cuestiones externas y no con lo sucedido en el gobierno”, refirió Silva.
Y en medio de la crisis se escuchó la voz todopoderosa de Brasil. “Es siempre triste sacar a un compañero, yo tuve que sacar a compañeros y es un sufrimiento muy grande, pero creo que Dilma tiene autoridad e hizo eso en el momento correcto”, afirmó Lula. Y sobre el nombramiento de Hoffmann, el ex presidente indicó: “Si Dilma la eligió, está bien”.