El Ejército sirio ingresó ayer con un centenar de tanques en la ciudad de Jisr al Shughur (provincia de Idleb, noroeste) donde se registraron “violentos enfrentamientos” con “grupos armados”, según el régimen de Damasco, que fue acusado por Washington de provocar con su represión una “crisis humanitaria”.
Pese a las protestas y sanciones internacionales, el régimen del presidente, Bashar al Asad, que asegura luchar contra “grupos armados”, sigue dispuesto a acabar de forma sangrienta con la revuelta iniciada hace tres meses.
El Ejército sirio, que había iniciado el viernes una gran operación militar en la provincia de Idleb, entró ayer en Jisr al Shughur, a unos 330 kilómetros al norte de Damasco.
“Las divisiones del Ejército entraron en Jisr al Shughur y purgaron el hospital nacional de grupos armados”, dijo la televisión pública. “Violentos enfrentamientos oponen las divisiones del Ejército a elementos de grupos armados apostados en la periferia y dentro de la ciudad”, agregó.
“Un soldado murió y cuatro resultaron heridos. Dos hombres armados resultaron muertos, y muchos de ellos fueron detenidos e incautadas sus ametralladoras”, precisó la televisión oficial.
Un militante que se encontraba en el lugar relató ayer por la mañana por teléfono a la agencia France Presse-AFP que “el Ejército empezó a bombardear intensamente la ciudad con tanques y artillería pesada, y luego tomó por asalto la localidad desde el este y el sur”.
El 6 de junio pasado, las autoridades afirmaron que 120 policías habían muerto en Jisr Al Shughur a manos de “grupos armados”, pero testigos y opositores aseguraron que fallecieron en un motín en un cuartel general de fuerzas de seguridad.
Éstos afirman que los uniformados fueron masacrados por compañeros de armas, al negarse a acatar las órdenes de reprimir a los civiles.
La violencia en Siria está provocando un masivo éxodo hacia la vecina Turquía.
Unos 400 sirios cruzaron la frontera turca en la noche del sábado último, elevando a más de cinco mil el número de refugiados instalados en campamentos de tiendas en el sur de Turquía.
Desde el pasado 15 de marzo, la represión del movimiento de protesta ha dejado en Siria más de 1.200 muertos, diez mil detenidos y la huida de varios millares más, según datos de las ONG.
En este contexto, Estados Unidos acusó el sábado por la noche a Siria de provocar una “crisis humanitaria” con su brutal represión de las protestas y pidió a Damasco que permita el acceso de la ayuda humanitaria.
Por su lado, el ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, declaró ayer a la cadena Sky News que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debe adoptar una “posición clara” sobre Siria, con una resolución condenando la represión por las fuerzas gubernamentales,
El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, reiteró por su parte su “profunda tristeza y preocupación” por la situación en Siria y exhortó al presidente Al Assad a “tomar medidas inmediatas y decisivas, y que escuche a su pueblo”.
También la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, se declaró “muy preocupada por el empeoramiento de la situación humanitaria” en Siria y reiteró sus llamados a Damasco para que cese la represión contra quienes protestan.