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Lucila Frend, más complicada

Un perito policial aseguró que ningún extraño ingresó a la casa de Solange el día se su muerte, mientras que la especialista que hizo la autopsia psicológica de la víctima se inclinó por una mujer como homicida.

Más testigos pasaron ayer por los Tribunales de San Isidro y complicaron a Lucila Frend, la joven que desde hace 10 días es juzgada por el homicidio de su amiga, Solange Grabenheimer, en 2007. Un perito aseguró que ningún extraño ingresó al PH donde la muchacha fue asesinada, mientras que la especialista que realizó la autopsia psicológica de la víctima se inclinó por una autora femenina del círculo íntimo. Ambos testificaron convocados por el fiscal Alejandro Guevara y fueron los dos testigos centrales de la quinta jornada de este debate ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 de San Isidro.

La primera en declarar fue la perito que realizó la autopsia psicológica de Solange, quien aseguró que el asesino pertenece a su círculo íntimo, se inclinó por una autora femenina y señaló a la imputada como una de las personas con las que la víctima tenía conflictos. Se trata de la licenciada en psicología Sandra Musumeci, perito oficial de Gendarmería, quien realizó este estudio para el caso. La mujer contó que la autopsia psicológica es una técnica innovadora en el país que se basa en el análisis de hábitos de la víctima y la entrevista con su entorno, para luego poder sacar conclusiones.

“Creo que el móvil ha sido pasional y, por cómo venía Sol con su crisis, es probable que el victimario se haya sentido abandonado o traicionado. Desde lo estadístico, las mujeres matan cuando se sienten abandonadas o traicionadas”, concluyó.

Luego fue el turno del comisario inspector Marcelino Cottier, por entonces jefe de la Policía Científica de San Isidro; declaró sobre el informe criminalístico que realizó en base al estudio de la escena del crimen, los rastros y manchas de sangre encontrados.

Lo más destacado para la hipótesis del fiscal es que Cottier ratificó que, según el análisis que hizo de los accesos del PH de la calle Güemes 2280 de la localidad bonaerense de Florida, donde Solange fue asesinada el 10 de enero de 2007, nadie ingresó por la fuerza al lugar.

“No encontramos en la puerta de acceso inferior ni en la puerta del balcón de la habitación de la víctima signos de que fueran violentadas”, dijo el perito que ahora tiene a su cargo en La Plata toda el área de criminalística de la Policía Científica.

Cottier, quien afirmó trabajar en la investigación de homicidios desde hace 17 años, también comentó un elemento clave para la acusación del fiscal sobre Lucila, relacionado a que si un extraño hubiese ingresado al PH hubiesen encontrado algún tipo de pisadas, ya que la madrugada y la mañana del día del hecho llovió.

“Se investigó el estado atmosférico y era un día con lluvia. No se encontraron pisadas y ningún signo de transferencia de barro o arenilla desde el exterior”, señaló el testigo.

El licenciado en criminalística también expuso sobre la probable secuencia del crimen, que pudo inferir a partir del análisis de las manchas de sangre que encontró en el lugar.

De acuerdo con el tipo de manchas y la cantidad de sangre encontrada en la cama, Cottier aseguró que lo más probable es que quien cometió el crimen haya abordado a Solange cuando ella “dormía recostada sobre su lateral derecho”, y que el ataque continuó con la víctima “boca arriba sobre la cama”, posición en la que le aplicaron las cuatro puñaladas que tenía en el cuello.

Cottier dijo que de acuerdo al “ángulo de incidencia de la hoja del cuchillo, el asesino usó la mano izquierda”, algo que también complicó a Lucila, que es zurda.

También relató que encontró sobre los muslos y tobillos de Solange “rastros papilares causados por alguien que manipuló el cuerpo impregnado de sangre y sin guantes”, pero que lamentablemente esas huellas digitales eran parciales y estaban empastadas por la cantidad de sangre y que por ello no pudo extraerse una impronta para cotejo.

El perito dijo que esos dedos deben ser de quien cometió el asesinato y que quedaron marcados cuando “rotó el cuerpo” para tirarlo debajo de la cama, como fue encontrado. Además mencionó otro hallazgo que en principio parecía clave para la causa y luego no tuvo importancia para la investigación.

“En el vestidor que había en el tercer nivel de la vivienda, sobre una viga, encontramos un cuchillo tipo Tramontina muy particular que tenía toda la hoja envuelta en cinta adhesiva y el mango tajeado. Podía ser usado como un destornillador precario. Se envió a laboratorio y por lo que sé no había rastros hemáticos”, dijo.

Cottier mencionó que él estudió el lugar del hecho una semana después de cometido y le contó a los jueces algo que demuestra que la escena no estuvo debidamente preservada: “Había una silla y un cajón sobre la cama de la víctima. Una abogada que estaba allí me dijo que habían dejado entrar a la madre para retirar una documentación”.

A uno de los jueces, Lino Mirabelli, también le llamó la atención que la Policía Científica no hubiese secuestrado y enviado a laboratorio todos los cuchillos que había en la casa. Si bien aclaró que él no estuvo en la escena del crimen la madrugada en la que trabajaron los peritos, Cottier dijo que se había mirado con luz ultravioleta todos los cuchillos y en ninguno se detectaró manchas hemáticas.

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