No sólo Cristina de Kirchner mantuvo en vilo a la industria política con el anuncio de su candidatura presidencial. En Santa Cruz, Máximo Kirchner también estudia desembarcar en un cargo electivo el próximo 23 de octubre aunque, al igual que su madre, mantiene su decisión en absoluta reserva. El armado santacruceño alcanza a toda la familia presidencial, incluyendo a Alicia Kirchner y a varios integrantes del círculo íntimo, como el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y el senador Nicolás Fernández.
El hijo de la presidenta mastica desde hace meses la posibilidad de postularse a candidato por Santa Cruz. Todavía no está definido si lo hará en el orden provincial o nacional. Instalado en Río Gallegos junto a su pareja, el referente de La Cámpora debería decidirse antes del sábado en caso de postularse para la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Allí su provincia renueva dos bancas y casi no tiene margen de error. La decisión no es sencilla: Máximo debería enfrentarse con una ascendente UCR que viene de ganar los comicios legislativos de 2009 en plena cuna del kirchnerismo y que postulará para la gobernación al diputado empresario Eduardo Raúl Costa.
La diputación provincial, en cambio, le daría oxígeno hasta agosto cuando vence el plazo para inscribir candidaturas locales. Recluirse en la Legislatura de Santa Cruz tiene, de acuerdo con los cálculos de los exégetas presidenciales, pros y contras. El hijo de la presidenta estaría menos expuesto política y públicamente que en el Congreso de la Nación. Y podría cocinar su carrera a fuego lento antes de pegar el salto al ring nacional. Sin embargo, fungiría como virtual salvavidas del gobernador provincial. En caso de que Daniel Peralta cuente con el apoyo de la Casa Rosada para buscar la reelección, Máximo se convertiría voluntaria o involuntariamente en el interlocutor por excelencia con el Poder Ejecutivo Nacional, un rol delicado en una provincia azotada por protestas de petroleros y docentes. Sólo en Caleta Olivia, existen 20 agrupaciones de desocupados, de todos los signos políticos, que montan cortes de ruta y protestas callejeras a diario.
En este contexto conflictivo, y con el antecedente inmediato de la derrota frente al radicalismo hace dos años, el peronismo santacruceño se ilusiona con Máximo como tabla de flotación. Pero el hijo de Cristina de Kirchner también es consciente de que, en caso de ganar, su madre deberá enfrentar el más complicado de sus mandatos, ya sin la posibilidad de ser reelegida y con los gobernadores del PJ olfateando el destino del poder. Al igual que su madre, pero con menos exposición, sólo él conoce cuál será su futuro político. Pero la familia santacruceña también deberá definir el rol de otros funcionarios kirchneristas. Si no secunda a la presidenta en la fórmula, el senador Fernández podría buscar la reelección. Es el comisario de la Casa Rosada en la Cámara alta y preside la estratégica comisión de Asuntos Constitucionales, por donde debería transitar cualquier experimento de reforma de la carta magna. Sin embargo, su nombre también suena para un eventual recambio de gabinete y podría ocupar el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos a partir de diciembre.
Si Fernández es movido a algún casillero fuera del Senado, el candidato podría ser Oscar Sandoval, intendente de Los Antiguos que también está anotado para secundar a Peralta en la fórmula para la gobernación. Sin embargo, también se especula con un desembarco intempestivo de De Vido en el Senado. Desde la muerte de Néstor Kirchner este megaministro se alejó del golden circle de la Casa Rosada y los fueros parlamentarios no serían una mala opción para el próximo año. El segundo candidato a senador nacional deberá ser una mujer. Una de las favoritas de Cristina de Kirchner es la diputada Miriam “Turca Aguiar”, quien intenta gerenciar la crisis docente en la provincia y es una vieja amiga del matrimonio Kirchner desde la fundación de la lista Blanca en la década del 70.
