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Piden juicio para ex policías

Una fiscal solicitó que 9 ex integrantes de la Federal sean sometidos a un debate oral acusados de haber torturado con picana eléctrica a tres menores detenidos hace un año en el barrio porteño de Palermo.

Una fiscal de instrucción porteña pidió que se someta a juicio oral y publico a nueve ex integrantes de la comisaría 23ª de la Policía Federal, entre ellos una mujer, por presuntamente haber torturado con una picana eléctrica a tres menores cuando los detuvieron en el barrio porteño de Palermo, informaron fuentes judiciales.

El pedido de elevación a juicio de la causa fue realizado por la fiscal de instrucción porteña Estela Andrades al juez Mariano Scotto.

Los imputados son la subinspectora Natalia Verón, el inspector Cristian Bejarano –ambos de 33 años–, los sargentos primeros Juan Villegas, de 45 y Juan Morales, de 50; el sargento Sergio Coronel, de 37; el cabo Mariano Cerrillo, de 31, el ayudante Leandro Bruschi, de 23, y los agentes Ricardo Coria, de 33, y Guillermo Villán, de 27, quienes permanecen detenidos por el hecho, según la agencia Télam.

El suceso que se les imputa ocurrió entre las 4 y las 6 del 20 de julio del año pasado, cuando los adolescentes M. y J., de 17 años, y su amigo J. P., de 16, fueron detenidos en Guatemala y Gurruchaga, de Palermo, por el cabo Benítez, luego de ver roto un vidrio de una camioneta allí estacionada.

El policía pidió refuerzos por radio y llegaron un uniformado que estaba cerca y tres patrulleros, uno conducido por el sargento Coronel, con la subinspectora Verón, jefa de Servicio Externo; otro con Villegas y Coria, y el tercero a cargo de Cerrillo y Villán.

En base a la declaración de los menores, la fiscal dio por acreditado que “los seis uniformados comenzaron a pedirles a los tres jóvenes sus datos personales, a la vez que los golpeaban, procurando una confesión, exigiéndoles que dijeran quién había sido el responsable de romper el automóvil”.

M. dijo que lo lastimaron en la boca y en todo el cuerpo; J. que le dieron cachetazos y golpes en el estómago tres policías a la vez; mientras que J. P. destacó que quien más lo golpeaba era la subinspectora Verón, a la que describió como “la más prepotente”.

“¡A ver, sonreí y mostrame los dientes!”, declaró uno de los adolescentes que le gritó la mujer policía antes de golpearlo.

Poco después, cada uno de los jóvenes fue subido a un patrullero distinto y trasladado a la seccional 23ª.

J. declaró después que el efectivo que se sentó a su lado “sacó de un bolso una especie de picana” con la cual comenzó a infringirle descargas eléctricas en el cuello y en el pecho.

Ya en la seccional, los jóvenes fueron conducidos a un pasillo donde la subinspectora Verón y el cabo Cerrillo –según sostuvo la fiscal– “tomaron a M. del cabello y comenzaron a propinarle golpes de puño en la boca y el estómago”.

Luego, “Verón comenzó a efectuarle a M. descargas eléctricas con un elemento tipo picana en el estómago y en la espalda”, hasta que se le cayó al piso, y ahí siguió Cerrillo. Luego, la mujer policía, con otro efectivo, hizo lo propio con J. P.

Los tres menores dijeron que en el lugar también les cortaron el cabello y que todo era visto por el sargento Morales, luego reconocido, quien no hizo nada por impedir los tormentos.

También se determinó que la seccional estaba a cargo del jefe de servicio Bejarano, secundado por el oficial de guardia Bruschi.

Entre las 18.30 y las 19, los tres detenidos recuperaron la libertad y el padre de uno de ellos regresó a la seccional a radicar la denuncia, que fue recibida por el comisario Víctor Pellegrini.

Cuando el juzgado de turno tomó intervención, los menores fueron revisados por miembros del Cuerpo Médico Forense, quienes establecieron que presentaban múltiples lesiones en el abdomen, cuello y brazos por golpes y “lesiones electroespecíficas por pasaje de corriente eléctrica”.

En la etapa de instrucción, todos los policías negaron haber torturado a los detenidos, aunque recordaron con precisión que los menores tenían “un bulón con una tuerca y un nylon con un pedazo de bujía”, supuestamente para romper vidrios, y un sobre con marihuana.

La subinspectora Verón, que estuvo 15 días prófuga luego de que ordenara su detención, se jactó en su indagatoria de tener un legajo impecable y “medallas de todos los colores”.

Sin embargo, aclaró que su relación con el resto de los oficiales nunca fue buena porque estadísticamente tenía más cantidad de detenciones y hechos esclarecidos.

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