La fiebre celeste y blanca sigue en ascenso. Y parece que no habrá remedio que la frene. El lunes en las calles de Santa Fe sólo se hablaba del arribo de la selección argentina. Y qué decir de la revolución que causó el equipo dirigido por Sergio Batista cuando ayer pisó el territorio santafesino.
El reloj marcaba las 13.08 cuando el vuelo chárter aterrizó en la pista del aeropuerto Sauce Viejo. Allí se debió montar un gran operativo de seguridad, ya que más de 5.000 personas se agolparon en las adyacencias de la estación aérea para ver de cerca de Messi y compañía. El trayecto hasta el flamante Hotel de Colón contó con una caravana de autos y con hinchas al borde del camino alentando con banderas el paso del micro. Como detalle, el gesto gentil de varios futbolistas, como el caso de Lionel Messi, quienes frenaron para firmar autógrafos.
“La gente nos demuestra siempre su afecto y cariño y ojalá nosotros en la cancha podamos ganar y darles una alegría”, aseguró Javier Zanetti apenas ingresó al predio rojinegro.
Con el correr de las horas, cada vez más espectadores se dieron cita a la vera de la autopista que conduce a Rosario, donde los sabaleros estrenaron un complejo hotelero al mejor estilo europeo. Cuando caía el sol, el micro argentino, escoltado por decenas de policías y gendarmes, cruzó la ciudad para ir al estadio Brigadier Estanislao López, donde Batista diagramó una práctica a puerta cerrada.
Así fue culminando el día en el que Argentina desembarcó en Santa Fe a la espera de un encuentro trascendental en la Copa América.
Hoy los nervios comenzarán a ser protagonistas hasta inicio del duelo ante los cafeteros en el renovado Cementerio de los Elefantes. Pero esta ya es otra historia…
