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Coletazos de un resultado inesperado

Cristina privilegió la lealdad y dio un espaldarazo a organizaciones como La Cámpora.

Las elecciones primarias, que durante muchos meses parecieron innecesarias, al final se volvieron casi definitorias y generaron coletazos a lo largo de todo el arco político.

Por la gran diferencia que obtuvieron Cristina Kirchner y Daniel Scioli sobre sus rivales, la historia parece juzgada en las categorías más importantes en juego, aunque la carrera presidencial asoma aún más fácil que la de la Gobernación bonaerense de cara a los comicios del 23 de octubre.

Lo cierto es que estos resultados aceleraron discusiones a ambos lados de la cuerda: de un lado se empezó a hablar de los nuevos elencos ministeriales de Cristina y Scioli y de las víctimas del naciente “cristinismo” con Hugo Moyano a la cabeza; del otro quedaron en terapia intensiva los liderazgos de Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde.

Sucede que la amplitud de la victoria de Cristina Kirchner, y no el triunfo en sí, que era esperable, golpeó duramente al núcleo duro de la oposición, pero también castigó a un sector del oficialismo cuyo aporte para la jefa de Estado se volvió menos relevante de cara a los nuevos comicios.

Oposición

La oposición perdió una inmejorable oportunidad de utilizar las primarias obligatorias para fortalecer a un candidato, más allá de que el 50 por ciento y monedas obtenido por Cristina no daría lugar para muchas alquimias.

Pero si Duhalde competía contra Alberto Rodríguez Saá en esa interna hoy contaría con un piso de 20 puntos (12 más 8 del gobernador de San Luis) lo que lo dejaría mejor parado para buscar una polarización con Cristina.

En cambio, la dispersión atentó contra el conjunto y, con la debacle consumada, motivó a Carrió a correrse de la escena y a Duhalde y Alfonsín a sumirse en actos de contrición.

El que parece haber tomado cierto vigor es Hermes Binner, quien comenzó a recibir adhesiones de cívicos y macristas. El gobernador de Santa Fe se conformaría con llegar a un segundo lugar en octubre, ya que su apuesta por un frente de centroizquierda excede el horizonte de esta elección.

Federico Pinedo, espada del PRO en el Congreso, pidió incluso que Duhalde y Alfonsín se bajaran para favorecer a Binner y llegó a hacer algunos intentos con ese fin, pero no tuvo eco.

En ese contexto, Mauricio Macri decidió moverse con cautela tras haber regresado de sus vacaciones. Embarcado en su proyecto para 2015, es difícil que se incline por apoyar a un candidato y por el contrario apostará a mejorar su relación con la Casa Rosada de cara a la convivencia en los próximos cuatro años.

Para la oposición nacional, queda como objetivo –no menor– llamar la atención sobre la necesidad de sostener un relativo equilibrio de fuerzas en el Congreso.

Si el oficialismo repite su desempeño, pasará de 87 a 114 diputados propios y con aliados merodeará el quórum propio de 129 legisladores en la Cámara baja. En el Senado, consolidaría una mayoría y sumaría ante cualquier desempate un vicepresidente “positivo”, según la propia definición de Boudou.

Cristinismo

La elección también apuró reacomodamientos en el frente oficialista. De hecho dio un espaldarazo a la propia presidenta, que en el armado de las listas decidió priorizar a dirigentes de La Cámpora o con certificados de lealtad obtenidos después del conflicto con el campo.

Ese aval contundente fue en detrimento de sectores de la ortodoxia peronista y en especial del ala sindical, quienes tuvieron mejor llegada a Néstor Kirchner y que esperaban ser “más necesarios” para el nuevo gobierno.

El “cristinismo” seguramente tendrá su correlato en el próximo gabinete –se van a cumplir otras tareas Boudou, Aníbal Fernández, Julián Domínguez y Carlos Tomada– y una de las primeras víctimas puede ser el titular de la CGT, Hugo Moyano.

Versiones de que el ciclo de Moyano está terminado crecieron después de las elecciones, ya que su relación con Cristina Kirchner siempre fue difícil. Hace rato que el líder camionero cree que lo quieren sacar del medio y se lo dijo varias veces a su interlocutor en el gobierno, Julio De Vido, quien es otro que podría dejar el elenco presidencial por propia voluntad.

El titular de la CGT tiene mandato hasta julio de 2012, aunque el sector de Los Gordos, que se alejó del Consejo Directivo por diferencias con su estilo “personalista” de conducción, dejó entrever que se irá antes.

Mientras tanto, muchos dentro del heterogéneo partido gobernante piensan que la nueva pátina brillosa del kirchnerismo tendrá aire hasta 2013 y que luego colisionará con un ala moderada en el que habrá varios aspirantes a la sucesión.

Dentro de este grupo se encolumnan varios mandatarios provinciales exitosos: Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey (Salta) y José Manuel de la Sota (Córdoba). También está Jorge Capitanich, quien será reelecto en Chaco y quizá pase a ser el nuevo jefe de Gabinete de Cristina, lo que lo ubicaría en primera línea dentro del abanico de preferencias presidencial.

Sin reelección contemplada legalmente para la mandataria, a partir de ese año se comenzará a hablar del recambio o de reforma constitucional para permitir su continuidad. Falta mucho, es cierto, pero con las cosas prácticamente juzgadas ahora, es la discusión que se viene.

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