Una sanación dedicada tanto a aliviar el dolor corporal como el sufrimiento espiritual de un enfermo en etapa terminal es el eje del libro Te voy a acompañar hasta el final. Vivir con cuidados paliativos, de la doctora Vilma Tripodoro, libro que subraya conceptos como “calidad de vida”, “contención” y “estimulación”.
La doctora Tripodoro, jefa del departamento de Cuidados Compasivos Eficientes del Instituto Lanari (UBA) y miembro de Pallium Latinoamérica, señala que estos cuidados “comprenden la asistencia y el acompañamiento de un equipo de salud a una persona enferma en la etapa final de su vida. Son cuidados compasivos eficientes y nos proponen cuidar más allá de curar”.
Los principios de esa labor, según el libro editado por Capital Intelectual, son los de reafirmar la importancia de la vida, considerar a la muerte como un proceso natural, implementar una estrategia de asistencia que no acelere ni posponga de modo artificial la muerte, dando alivio al dolor tanto como a otros síntomas angustiantes.
“Integrar los aspectos psicológicos y espirituales del tratamiento del paciente y su familia” son otros aspectos del tema, señala ahora la facultativa.
“Además de apoyar al paciente a llevar una vida lo más activa posible hasta que sobrevenga la muerte y extender este apoyo a los familiares, facilitando que puedan afrontar la enfermedad del ser querido y sobrellevar el período de duelo”, agregó.
Los CP, definidos como “cuidados compasivos eficientes” por una pionera en el tema, la doctora inglesa Cicely Saunders, ponen a disposición del enfermo terminal un equipo integrado por médicos, enfermeras, psicólogos y terapeutas ocupacionales, dado que la enfermedad requiere un enfoque mutidisciplinario e integral.
Las páginas de Te voy a acompañar hasta el final… distinguen entre sanación y curación; diferencia que la doctora Tripodoro explica así: “No se puede morir curado, pero sí sanado; sanarse significa ‘volverse completo’, lo que no siempre es curarse. La sanación implica alcanzar el camino espiritual hacia las raíces de nuestro ser”.
“El paciente se involucra psicológica y espiritualmente con la situación que atraviesa, para lograr una relación apropiada con sí mismo, con los demás y, si fuera el caso, con el ser superior en el que cree”, expresó.
“La transformación personal a través del propio sufrimiento es un camino a recorrer siempre que el paciente reciba la contención de sus seres queridos y del equipo de salud que lo asiste”, dijo.
También sobre las diferencias entre el dolor y el sufrimiento se explaya Tripodoro: “El dolor físico afecta determinadas partes del cuerpo de la persona, y es posible evaluarlo, tratarlo y mantenerlo bajo control con los diferentes tratamientos farmacológicos o no farmacológicos disponibles. El sufrimiento, en cambio, es definido como una experiencia que involucra a la persona como un todo”.
La médica completa la idea: “Muchas formas del sufrimiento, como el duelo, permanecen más allá de los esfuerzos hechos por uno mismo o por otros para aliviarlo. Se puede hablar de curar ese dolor, que usualmente llamamos físico, pero ante el sufrimiento lo más apropiado es decir que las personas que lo padecen son las que, por sí mismas, encuentran alivio dentro de su situación”.
En el tema del dolor se impone el tema de una droga: la morfina, y los prejuicios que afectan su suministro y su distribución: “Si el alivio del dolor es un derecho de todo aquel que lo padece, una vez diagnosticado debemos encarar medidas específicas que intenten mejorar la enfermedad de base o reducir la intensidad del síntoma”.
Según la doctora persisten aún muchos temores en relación con la morfina: “Uno de los analgésicos más potentes y seguros de que disponemos”, debido, acota, a que tanto los profesionales de la salud como la población en general tienen una serie de prejuicios acerca de los analgésicos opioides, “miedos que se transforman en mitos que constituyen barreras para el alivio del dolor”.
Tripodoro, quien insiste con el derecho del paciente al tratamiento del dolor severo y a evitarle tratos crueles y degradantes, recalca que con todo lo que se ha avanzado en el tema de los CP, aún hay aspectos insuficientes debido a la falta de conciencia sobre el tema, la falta de apoyos, de políticas y recursos económicos.
A lo que se sumaría el hecho de que, dado que el tratamiento del dolor y los CP no constituyen una prioridad. “Los trabajadores de la salud no reciben la capacitación necesaria para diagnosticar y tratar el dolor, lo que lleva a tratamientos insuficientes y una baja demanda de morfina; el abandono del paciente es otro ensañamiento terapéutico”, consideró.
Respecto de los CP enla Argentinaexiste un crecimiento importante “desde hace entre 15 y 20 años”, y si bien no existe una ley nacional, acota que se viene trabajando desde diferentes instancias gubernamentales y no gubernamentales para promover, planificar y organizar la provisión de estos servicios a la población general.
“Existe un Plan Médico Obligatorio (PMO) que desde el año 2001 incluye los CP, pero aún no están garantizados a toda la población”, manifestó.
En suma, el objetivo de los CP, concluye Tripodoro, es “identificar y ayudar a las personas más vulnerables con apoyo y orientación para fortalecer su autovaloración, haciéndola parte de las decisiones médicas que le afecten; además de considerar al paciente no como un individuo con problemas sino como parte de un entramado social, cuya enfermedad atraviesa su sistema familiar y social en toda su complejidad”.