El Concejo Municipal de la ciudad aprobó el pasado jueves una ordenanza que declara Patrimonio Histórico de la ciudad a las pocas calesitas que quedan en Rosario. En total son once y la iniciativa busca que los propietarios puedan refaccionarlas y conservarlas.
En el mensaje aprobado ayer recuerda que por intermedio de la ordenanza Nº 7.668 se creó el Programa de Preservación de Calesitas de la ciudad de Rosario, el que se encargará de la protección y conservación de las mismas. Prevé el otorgamiento a través del Banco Municipal, de líneas de crédito y préstamos blandos para los propietarios de calesitas y carruseles que necesiten restaurarlas y revitalizarlas.
Las calesitas que funcionan hoy y serán alcanzadas por los beneficios de la nueva legislación son once y están ubicadas en plaza O’Higgins, plaza López, parque Urquiza, plaza Alberdi, plaza Saavedra, avenida Belgrano y Buenos Aires, Grandoli y Sánchez de Thompson, San Martín y Saavedra, parque Alem y las dos del parque de la Independencia, la del Palomar (Pueyrredón y Pellegrini) y la del International Park.
En los últimos tiempos dejaron de funcionar las ubicadas en México y Chubut, plaza Libertad y plaza Las Heras. Idéntica suerte había corrido meses atrás la instalada en la plaza Buratovich, de San Nicolás y 3 de Febrero.
En el proyecto se puntualiza: “Nuestra ciudad ha sido cuna de la primera fábrica de calesitas del país fundada por los hermanos Sequalino y que el señor De Gregorio, vecino de la ciudad fue el artesano tallador de las figuras instaladas en ellas”.
De igual modo se indica que “este juego tradicional aporta a la niñez una interacción con la naturaleza y con los padres, recuperando así un espacio valorado por generaciones de vecinos”, y que la declaración de patrimonio histórico “permitirá otorgar un plazo mayor de ocupación del espacio público y proporcionar a los propietarios una mayor seguridad jurídica, la cual les permitirá a corto plazo realizar reparaciones y mejoras de las calesitas y carrouseles”.
Rosario, cuna de fabricantes
De todos los mencionados anteriormente, el carrusel del Internacional Park fue el primero habilitado en Rosario, en 1936. Forjadores del tradicional divertimento originario de Europa, la familia Sequalino, (mencionada en la ordenanza) de la ciudad, construyó durante la segunda mitad del siglo XX más de mil juegos que llegaron a distintos rincones de la Argentina, Bolivia y Paraguay.
Con pasado como herreros de obra –denominada como “herrería artística”– sin conocimientos sobre ingeniería y de condición autodidacta, cuatro de los ocho hermanos Sequalino fueron perfeccionando su arte y convirtieron en ese tiempo a Rosario en uno de los polos productivos del rubro de juegos para parques y galerías más importantes de Sudamérica. Tuvieron una gran demanda de parques de diversiones y también de la propia Fundación Eva Perón, allá por los años 40 y 50.