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Marcha y fiesta por la ley de Identidad

Por Laura Hintze.- Organizaciones LGTB tiñieron ayer con sus colores el Monumento a la Bandera.

“Poder ir de la mano”. “Poder darse un beso sin que te miren”. “Poder bailar como una loca”. “Poner tanta bronca en alegría”. Por eso, por todo lo que significó, la marcha y el festival de la diversidad sexual fue, como bien se esperaba, una verdadera fiesta. Un espacio y unas cuantas horas para que todos, todas, todxs, tod@s y cuanta otra forma exista para nombrar a esa diversidad sean lo que eligieron ser. Sin miedos ni enfrentándose a prejuicios. Así, cientos de personas marcharon ayer desde el Paseo de la Diversidad(Corrientes y el río) hasta el Monumento a la Bandera, donde los esperó una verdadera fiesta con baile,  show y un reclamo que cada día está más dentro de la agenda: ley de Identidad y Salud Integral.

A las 17.30 comenzó la concentración. Ya había camiones, sobre los que se bailaría a través del centro rosarino; había globos, y música bien fuerte. Pop nacional, internacional y algo de reggaetón marcaron el ritmo. Como si hubiera sido a propósito, a esa hora las nubes y la lluvia desaparecieron y salió el sol. Al lado del río, parejas gays y lesbianas se sacaban fotos. Ahí mismo, también, muchos armaron puestos en los que se vendían remeras, pulseras, gorros y hasta libros. “Desde Buenos Aires trajimos libros de poesía y narrativa gay, bien barrial”, contó Ioshua, de la editorial Guacho dela Calle, mientras peleaba contra el viento. A las 19, la música comenzó a sonar más fuerte y la marcha arrancó.

Tres camiones marcaban el ritmo de la movilización. Música pop salía de los parlantes y, desde arriba de los vehículos, transexuales, travestis, gays, lesbianas, heterosexuales, y quien haya querido, bailaban. Algunos disfrazados, otros no, todos festejaron que ya no haya antifaces: no hay de qué esconderse.  “Es nuestra forma de expresarnos, una manera muy festiva, y es la revancha por tanto dolor. Las chicas hoy están bailando y quizás mañana estén peleándose a puñaladas con un policía porque las intenta violar. Es una revancha. Todo el día te menosprecian y acá venís a bailar como loca. Es el rato que tenés para poner la bronca en la alegría”, explicó Ioshua. Así como él se acercó desde Buenos Aires, también había gente de Bahía Blanca, Río Negro, Santa Fe. Todos bajo una misma consigna: apoyar, acompañar, estar y ser, sacar dela Capital Federaluna marcha que tiene que estar en cada pueblo y ciudad, en cada lugar en que se necesite remarcar y mostrar que la diversidad sexual existe y está presente.

Mientras las miles de personas llenaban de colores las calles del centro, algunos, desde las ventanas y balcones, salieron a acompañar la celebración. Familias y amigos, de las más diversas edades, se asomaban a aplaudir y bailar un rato. Cabe destacar: hasta una abuela con su nieto señalaban los camiones y aplaudían. Sobre ellos, estaban los que se movían bien y bien sensuales: algunos semidesnudos, muchas plumas y muchos vestidos. Lamentablemente, desde otras casas también se cerraban las persianas, se miraba con asco y no faltó el balcón anónimo que tiró huevos, ni los enfrentamientos políticos entre las izquierdas y el kirchnerismo. La marcha, por suerte, respondió con aplausos y movimientos de caderas, mostrando que la alegría es política y haciendo alusión a la lucha que se les viene: “¡Ley de Identidad!” “¡Ley de Identidad!”

Tras una larga caminata, se llegó al Monumento. Luces y música, una verdadera fiesta, estaban esperando. “Estamos en el Monumento, es nuestro, y lo vamos a pintar de rosa”, gritaban desde el escenario armado. La gente bailaba, se abrazaba, se besaba, las banderas no paraban de flamear y llovían preservativos y free para los boliches de la noche. “Te sentís en contexto. Es lindo poder andar de la mano y darte un beso sin que te miren”, dijo Camila. A su lado, agarrándola de la mano, estaba su novia, Martina. Ninguna pasaba los 22 años. “Me da mucha emoción, se me pone la piel de gallina. Tenemos que mostrarnos, mostrar que estamos y orgullosos”.

“Es la primera vez que vengo a una marcha y estoy muy contenta, esperaba algo así, todo se está abriendo más. Y además, mientras haya música yo voy a estar”, contó Adriana. Al lado suyo estaba su marido. Los dos miraban divertidos, sin sentirse ni un poco ajenos. “Lo lindo es que estemos todos como amigos por la lucha de los derechos, nada más”, describió Noelia, transexual, que se había acercado desde Santa Fe.  Ella también miraba alegre, y tampoco era, ni se sentía, ajena.

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