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Crónica con final anunciado

En “Sangre en el monte”, Daniel Gutman reconstruye las escenas teñidas de violencia en la selva tucumana surgidas de la incursión de la guerrilla rural del ERP en el 74 y su posterior aniquilación por parte del Ejército.  
Derecho y Ciencias Sociales/ Historia política argentina. Ed. Sudamericana, 238 pág.

Por Juan Aguzzi

Un dinamismo basado en una precisa descripción y en una gimnasia reflexiva sobre el fenómeno que trata, anima las páginas de Sangre en el monte, el libro que narra la historia de la guerrilla rural del ERP en la selva tucumana, al mismo tiempo que su cerco y aniquilación por el Ejército a partir de lo que se conoció como Operativo Independencia, lanzado por el gobierno de Isabel Perón y laboratorio para la carnicería posterior perpetrada por la dictadura del 76. El periodista y abogado Daniel Gutman, su autor, encontró un tono intenso de imágenes para reconstruir ese fresco sangriento que no es difícil ver como un reflejo de alguna de las más siniestras pinturas de Goya. De cómo el PRT-ERP idealizó los cerros tucumanos como avanzada de una posible revolución socialista y de cómo el Éjército entró a sangre y fuego en un terreno ya entregado por los propios pobladores, muchos víctimas de una represión también feroz, da cuenta Sangre en el monte.

Gutman apeló a muchas voces –buena parte la de aquellos que protagonizaron esa historia–, logrando que esas voces interactúen conformando un escenario donde tuvo lugar un suceso crucial de la historia política argentina de las últimas décadas.  En la conversación que sigue, Gutman repasa las motivaciones para este libro y la interacción que logró con la información y testimonios para armar una historia que bien puede verse, aun con final anunciado, como un thriller bélico-político.

—“Sangre en el monte” toma un tema no demasiado frecuentado y con más aspectos oscuros que aclarados. ¿Cómo surgió tu curiosidad por el tema?

—El monte tucumano tiene varias particularidades, en el contexto de lo que sucedió en la Argentina en los 70. La más obvia es que fue una guerrilla rural, cuando en la Argentina la guerrilla fue básicamente urbana. Me daba curiosidad la guerrilla insertada en un medio pobre y atrasado, cuando estábamos acostumbrados a la guerrilla en las grandes ciudades, ricas e industrializadas. También me intrigaba cómo era la vida cotidiana de los guerrilleros en el monte y el hecho de que, en el monte tucumano, se habían producido los únicos combates en los que la guerrilla, como una fuerza uniformada, enfrentó al Ejército.

—¿Cómo te planteaste el itinerario de investigación y cuáles fueron las mayores dificultades que tuviste mientras lo llevabas a cabo?

Daniel Gutman, autor de "Sangre en el monte"

—Básicamente, me hice una primera idea rastreando absolutamente todo lo que había escrito. La mayor parte del material era bastante sesgado, porque estaba escrito como propaganda guerrillera o militar. Luego me propuse entrevistar a fuentes de tres sectores, por decirlo de alguna manera: guerrilleros, militares (incluyendo ex soldados conscriptos) y pobladores de la zona. Quería que mi investigación fuera amplia. No creo en la objetividad, pero sí en la amplitud. Que estén reflejados los distintos puntos de vista. En todos los casos, hubo una dificultad obvia pero importante, que fue encontrar a la gente. Después de escarbar bastante, lentamente, fueron apareciendo. Uno me fue llevando a otro y así sucesivamente. En el caso de los guerrilleros, la principal dificultad fue que la mayoría no sobrevivió. Y en el caso de los pobladores de la zona, el tema es que ha habido mucha migración en la zona azucarera tucumana, por los vaivenes de la economía rural y también de la ayuda social en los últimos años. En cuanto a los ex soldados, me ayudó mucho que se han formado últimamente asociaciones de ex conscriptos que reclaman que se les reconozca como ex combatientes y se les den subsidios.

—La guerrilla en el monte aparece como una de las justificaciones de más peso  para la represión y los crímenes del terrorismo de Estado posterior; en base a los testimonios que recopilaste, ¿dirías que nadie del ERP o de sectores afines pudo advertir que se trataba de un “hacerle el juego”?, como para no pensar solamente que se trató de un error táctico basado en el idealismo de pensar Tucumán y sus pobladores como Vietnam y los suyos (aunque así vos lo decís en varios pasajes)

—Hoy a mí me parece evidente que el PRT-ERP, con su política de agresión casi constante al gobierno, al Ejército y a todo lo que representara el sistema, contribuyó a deteriorar la situación y a que una buena parte de la sociedad se inclinara por un golpe militar. Sin embargo, todos los sobrevivientes con los que hablé me aseguraron que la organización nunca apostó al golpe. Hoy es fácil ver que el PRT hizo una interpretación equivocada de la realidad, porque pensó que el fortalecimiento y la audacia cada vez mayor de la guerrilla le permitiría ganar mayor apoyo popular y el resultado fue el inverso: frente a la violencia creciente, una parte cada vez más significativa de la sociedad empezó a ver a los militares como una solución.

— ¿Cómo dirías que se tomaba el ERP los fracasos de los grupos anteriores cuando intentaron establecerse en el monte, como el del EGP, por ejemplo?, porque eran antecedentes muy cercanos en el tiempo

—Ellos decían haber aprendido mucho del fracaso de los grupos anteriores. Sostenían que el EGP y otras guerrillas rurales en la Argentina se habían equivocado al distanciarse de las poblaciones. Por eso eligieron Tucumán, que es la provincia más densamente poblada de la Argentina. Eran muy críticos del foquismo, entendido como un grupo guerrillero aislado del contacto con el pueblo. En cambio, esperaban que la Compañía de Monte del ERP creciera a partir del apoyo y la incorporación de los pobladores del monte tucumano. Sin embargo, este apoyo fue limitado y prácticamente desapareció en el momento en que llegó a la zona el Ejército y aplicó una fuerte represión a todos los pobladores sobre los que pesara la más mínima sospecha de colaboración con la guerrilla.

—Si bien queda claro que la selva tucumana, pese a su geografía hostil, era la más adecuada para generar un espacio propio desde donde bajar a las poblaciones, ¿dirías que nadie del ERP advertía que eso terminaría convirtiéndose en una trampa al no poder autoabastecerse y tener que depender de las poblaciones cercanas?

—Creo que no. Ellos pensaban que la represión del Ejército sobre los pobladores iba a reforzar la simpatía por el ERP y el odio al Ejército. Un poco en la línea de lo que pasaba en Vietnam, donde las violaciones a los derechos humanos que cometían los estadounidenses terminaban por volcar más y más gente hacia el lado de los rebeldes. Pero Tucumán no era Vietnam por muchas razones. La primera es que no existía un invasor extranjero.

Una mezcla de visión y táctica errada impregna la aventura del ERP en Tucumán

—Necesitaste una cantidad de voces encontradas para dar una idea de conjunto de los hechos, ¿hubo testimonios o confidencias que te sorprendieron por algún carácter inédito? ¿encontraste gente que no quiso colaborar con la investigación? Si fue así, ¿por qué creés que lo hacen a tanto tiempo de los hechos y en el contexto de un país donde se allanan los mecanismos para aclarar más esos sucesos?

—Lo que más me impactó fue que para mucha gente, ya sea guerrilleros, militares, conscriptos o simples habitantes de la zona azucarera tucumana, aquella época marcó el resto de sus vidas. Fueron episodios muy fuertes y dolorosos, que en muchos casos dejaron traumas que todavía persisten, casi 40 años después. Encontré gente que no quiso colaborar por diversos motivos. Algunos, porque es una etapa que prefieren olvidar. Otros, porque todavía sienten las mismas pasiones que entonces y desconfían de que lo que se pueda escribir favorezca al bando contrario. Creo también de que es relativo esto de que hoy se busque la verdad. Fijate que las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el Operativo Independencia no han sido investigadas. El motivo es que no se cometieron durante la dictadura militar, sino antes, en un gobierno peronista.

—Sugerís en el libro que al principio la población tucumana “apoyaba” a los guerrilleros, ¿Qué creés que pasó para que eso mermara y se diera  vuelta? ¿Puede deberse a que a los tucumanos, como se escuchó decir, son “profundamente reaccionarios”, en relación a un pueblo que tuvo un par de veces a Antonio Bussi como gobernador?

—No digo que la población tucumana en su conjunto apoyara a los guerrilleros. Digo que había un cierto apoyo. Eso se dio vuelta por la represión y porque los guerrilleros no tenían ninguna victoria para ofrecer. No diría que los tucumanos son reaccionarios. Creo que sí uno podría decir que para muchos tucumanos el respeto a las normas de la democracia no es una cuestión prioritaria, porque Bussi nunca ocultó que no se fijaría en las limitaciones legales para combatir a la guerrilla y a la izquierda en general. Otra cuestión es que es irónico que la provincia que, según el PRT, iba a liderar la revolución marxista, terminó votando varias veces a Bussi.

—¿Considerás que tu libro se acerca a la visión más abarcadora de estos hechos de las que existían anteriormente?

—Eso es lo que intenté. Que fuera un libro que hiciera una aporte historiográfico, aunque no soy historiador.

—“Sangre…” es un libro de mucho dinamismo en su estructura, de los que casi pueden leerse de un tirón, ¿Cuál fue el tono que buscaste imprimirle al libro? 

—Quise hacer un libro en primera persona en el que no solamente se contaran los hechos del pasado, sino también cómo siguió la vida de los personajes involucrados y las cosas que me iban pasando a mí a medida que hacía la investigación. Y quise ser muy neutral, hasta casi ingenuo, para ir contando las cosas que descubría y transmitiendo los relatos que me hacían los entrevistados. Valoro al periodista como alguien que va, camina, recorre, investiga y, sobre todo, pregunta, porque tiene muchas más preguntas que respuestas. Ese fue el tono del que quise impregnar al libro.

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