Cuando empezaron, hace más de dos semanas, los manifestantes que querían “ocupar” Wall Street no sabían muy bien qué pasaría, aunque desde entonces han recibido donaciones por 35.000 dólares y de a poco surge una organización, a pesar del rechazo a cualquier tipo de liderazgo.
La convocatoria para acampar frente a la Bolsa de Nueva York fue lanzada a través de internet por la organización anticonsumista Adbusters –fundada en 1989 en Vancouver (oeste de Canadá) y que publica la revista del mismo nombre– y grupos de izquierda.
Sin embargo, el colectivo denominado Occupy Wall Street asegura tener vida autónoma y rechaza hoy en día toda filiación, jerarquía o liderazgo.
“No estamos afiliados con Adbusters, Anónimos (otro grupo anarquista) ni ninguna otra organización”, proclama el sitio www.occupywallst.org, la vidriera en la web de la protesta contra el corporativismo y la codicia del sector financiero estadounidense en Nueva York.
En Liberty Plaza, el lugar donde los manifestantes acampan desde el pasado 17 de septiembre a trescientos metros de Wall Street, la pregunta sobre quiénes están a cargo de la protesta encuentra siempre la misma respuesta.
“No hay jefe. Cada puesto se organiza por sí mismo”, dice por ejemplo Brendan de pie junto al improvisado “Media Center” donde unos chicos trabajan con sus ordenadores cargando material en el sitio web.
Victoria Sobel, de 21 años y estudiante de arte en The Cooper Union –institución situada en Manhattan– integra desde hace unos días el comité financiero de Occupy Wall Street.
“Somos cinco, seis personas, más dos auditores que van a sumarse”, explica a la agencia AFP esta enérgica chica, que aparenta más de su edad, al referirse al grupo de personas ocupado de manejar las cuentas de los manifestantes, mucho de ellos de tendencia anarquista.
“Al principio teníamos una cuenta individual, de la persona que se ocupaba de la comida, porque no sabíamos cuán grande iba a ser. Pero la gente es muy generosa y si bien las donaciones eran sólo para comida, llegamos a 10.000 dólares y nos dimos cuenta que no podíamos seguir así”, cuenta.
El flujo de donaciones y la necesidad de utilizarlas no sólo para comida sino para otros insumos (frazadas, gas para los generadores), así como el hecho de requerir una contabilidad transparente, forzó a los manifestantes a tener que abrir una cuenta bancaria como organización sin fines de lucro.
Pero dada la falta de estructura con la que comenzaron eso no fue tan sencillo y recién se logró en los últimos días gracias a la ayuda de quienes preparan la “ocupación” de Washington, más experimentados, y otra organización sin fines de lucro, relata Victoria sentada junto a una caja registradora y unos cuadernos y carpetas donde anota los ingresos y gastos.
Al día de hoy, Occupy Wall Street ha recibido donaciones por 35.000 dólares, de los cuales han gastado unos 8.000.
“Las donaciones que han llegado a nosotros a través de los fondos generales son de probablemente unos 35.000 dólares. Tenemos cerca de 27.000. No hemos usado mucho”, señala.
Según el sistema aplicado por los manifestantes hasta ahora, los diferentes grupos (cocina, seguridad, limpieza, medios, etc.) pueden utilizar hasta 100 dólares sin tener que pasar el filtro de la asamblea general. Todo gasto superior necesita la aprobación de esa instancia.
En el puesto donde se reparte la comida, Claire Lebowitz, una actriz de 28 años de Brooklyn (sudeste) explica que “la mayor parte de los alimentos la trae la gente” y sólo se compra “leche, azúcar” y algún otro insumo de primera necesidad.
En efecto, las improvisadas mesas aparecen repletas de ensaladas, tortas, arroz. “La gente compra cosas, viene y las dona. Toda la comida es donada”, cuenta esta chica, que se sumó a la protesta a mediados de la semana pasada.
Como Brendan, Claire reitera casi en forma mecánica el leitmotiv de que “nadie está a cargo”.
De su lado, y al ser consultada sobre la participación de Adbusters, Victoria presenta su versión: “Tenemos su solidaridad, pero no están aquí”, dice.