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Las fumadoras sufren infartos de más jóvenes que los hombres

Un nuevo estudio de la Universidad de Michigan explicó por qué el tabaco afecta a más a las mujeres. Ellas no sólo padecen ataques cardíacos a edades más tempranas sino que también son más susceptibles de sufrir complicaciones tras el episodio.

Las mujeres que fuman sufren ataques cardiacos a edad más temprana que los varones con ese hábito y tienen más probabilidades de complicaciones en los meses tras el infarto, según un estudio de la Universidad de Michigan. El trabajo, realizado por el Centro Cardiovascular de esa institución educativa de EEUU, fue adelantado en la edición digital de la revista American Journal of Cardiology.

En ese país, la cifra de mujeres que usan cigarrillos es menor que la de hombres, pero la investigación demuestra que las consecuencias son peores para las féminas.

«Fumar no es bueno para los hombres ni para las mujeres, pero nuestro análisis indica que las mujeres que lo hacen están mucho peor que los hombres seis meses después de un ataque cardiaco», señaló la autora principal del estudio, Elizabeth Jackson, cardióloga en el Centro Cardiovascular de la Universidad de Michigan.

Quienes consumen tabaco son de dos a cuatro veces más propensos que los no fumadores a desarrollar enfermedades cardiacas. «El síndrome coronario agudo puede ser diferente y la carga ateroesclerótica puede ser mayor para las mujeres», señaló Jackson.

El hábito reduce la circulación porque estrecha los vasos sanguíneos y contribuye a una acumulación de placa ateroesclerótica (depósito de materia grasa) en las paredes de las arterias.

Para realizar el estudio, Jackson y el también cardiólogo Michael Howe analizaron la evolución de los pacientes fumadores durante y después de un incidente de síndrome coronario agudo, como un ataque cardiaco.

Los investigadores utilizaron el registro del hospital universitario, que tiene datos sobre 3.588 pacientes entre el 1 de enero de 1999 y el 31 de diciembre de 2006 ingresados con diagnósticos de síndrome coronario agudo.

Según esos datos, el 24% de los ingresados era fumador activo y entre ellos el género apareció como un factor de riesgo significativo para complicaciones después de un ataque cardiaco.

Los datos revelaron que quienes consumían cigarrillos eran en promedio nueve años más jóvenes que los hombres no fumadores cuando fueron internados por el incidente cardiaco, mientras que las usuarias de tabaco eran 13 años más jóvenes que las no consumidoras cuando fueron ingresadas.

Lo sorprendente para los autores es que seis meses después de la afección cardiaca el 13,5% de las fumadoras necesitó tratamiento de emergencia para restablecer el flujo sanguíneo, frente al 4,4% ciento de los hombres fumadores.

Las diferencias en los resultados entre las mujeres fumadoras, según Howe, «pueden reflejar diferencias biológicas inherentes entre los géneros, o posiblemente el tratamiento médico menos agresivo que se da a las mujeres, que ha sido descrito por otros investigadores».

«En cualquier caso, ello enfatiza claramente la necesidad de que los médicos sean más conscientes y vigilantes, en particular acerca de las mujeres, después de un incidente coronario agudo», agregó.

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