Volver a la calle. Como emblemática recuperación de ese territorio político perdido durante la 125, el gobierno arma sigilosamente una convocatoria K a Plaza de Mayo para la noche misma del 23 de octubre para festejar la reelección de Cristina de Kirchner.
En Casa Rosada son cautos con las cifras, pero los sondeos –propios y ajenos– proyectan a la presidenta por encima del 53 por ciento. Un récord, un improbable 60 por ciento que implicaría agregar 2 millones de votos a los 10 millones que obtuvo, forma parte del deseo inconfesable.
Pero con el triunfo garantizado, esa tendencia K a las refundaciones y las bisagras históricas tendrá su expresión la noche de la elección. Ya circula, discretamente, la convocatoria en sectores ultra K y juveniles, entre ellosLa Cámpora.
La fantasía mayor es que la presidenta, recién reelecta, salude desde el balcón dela Casa Rosada, una postal política que el kirchnerismo todavía se debe. El simbolismo es que se terminará de sepultar la crisis que arrastró al gobierno a la derrota de 2009.
En ese tránsito, antes del 23-O, la presidenta podría permitirse un guiño para el PJ ortodoxo. La oportunidad (o la emboscada) se la sirve la cercanía de un nuevo aniversario del 17 de octubre, la celebración por excelencia de la patria peronista.
Organizador
Hay un show en preparación. Lo organiza Daniel Scioli en el Estadio Único deLa Platay será un mix entre acto de campaña y kermés peronista por el Día dela Lealtad. Elgobernador quiere a Cristina en ese encuentro donde espera reunir más de 40 mil personas.
El gobernador y candidato es, hasta ahora, el único orador, pero si la presidente acepta la invitación –que ya estará dentro del período de veda para actos de gestión–, Scioli le cederá la tarima para que clausure, con su discurso, el encuentro que se inundará de tropa peronista bonaerense.
Con o sin Cristina, ese show se proyecta como el más masivo y como una especie de cierre de campaña anticipado a pesar de que será una semana antes de la elección.
En paralelo, en Casa Rosada se evalúan alternativas para una eventual actividad propia por el 17. “El voto peronista es importante y no se puede ignorar esa fecha”, confió un funcionario K. Por lo pronto, en sus revisiones históricas, la presidenta se siente más cómoda en la figura de Evita. Quizá sea una cuestión de género.
De hecho, su último show partidario fue la inauguración de un mural con imagen de Eva Perón en el edificio del Ministerio de Desarrollo Social, donde juntó a la mayoría de los gobernadores peronistas y a la cúpula dela CGTencabezada por el camionero Hugo Moyano.
Fanáticos del secretismo, en el gobierno exploran opciones en reserva. Hablan de un evento reducido mientras en otra oficina rastrean imágenes históricas. Puede, al final, que la presidenta decida participar del acto en el Estadio Único y cancele una celebración propia.
En otros tiempos, del capítulo partidario y del calendario peronista se encargaba Néstor Kirchner. En este turno, le tocará a la presidenta cumplir con ese protocolo.