Las comunidades aborígenes siguen esperanzados con que la propiedad de sus tierras sea tal y por eso distintos organismos se hacen eco de su realidad, de sus reclamos, de sus esperanzas. Una muestra de ello es la exposición de fotos que tendrá lugar hasta el domingo inclusive en el Museo de Ciencias Naturales Ángel Gallardo (San Lorenzo 1949). Viaje al Chaco central, de Pablo Rey, es una invitación a ingresar al terreno de las necesidades, de las desilusiones y del trabajo diario por mantener una comunidad viva, o decenas de ellas, a pesar de la discriminación y el desarraigo.
Pablo Rey dialogó con El Ciudadano y explicó que esta muestra fotográfica es “sólo un eslabón de una cadena de comunicación que venimos dando a conocer en todo el país. En esta ocasión trajimos a Rosario una mirada de los pueblos aborígenes, tan sólo algunos, pero enfoque que puede servir para conocerlos un poco más, para entrar en su intimidad y también para aceptarlos y poder vivir todos en una misma nación”.
A su vez, el fotógrafo estuvo acompañado por demás integrantes del grupo Rumbo Sur, la asociación civil que realiza la muestra itinerante y que desde hace tiempo apoya la lucha y los derechos de los indígenas sobre su tierra. Junto a Morita Carrasco, antropóloga y profesora dela Universidadde Buenos Aires, estudian la situación de cada comunidad y trabajan por su autoaceptación. “Es difícil creerlo pero muchos de ellos han estado, durante años, negando su origen por miedo a ser discriminados”, sostuvo Carrasco.
“Los pueblos originarios del Chaco central (Chaco Salteño y Formosa) fueron de los últimos del territorio argentino en tomar contacto con el mundo blanco. Las avanzadas del ejército, la llegada de ganaderos, las religiones, la guerra del Chaco y por último el fenómeno de los ingenios terminaron por forzar los límites de un mundo que permaneció casi impenetrable hasta principios del siglo pasado”, mencionaron los organizadores.
El proyecto comunicacional
“Básicamente, este es un proyecto comunicacional que quiere abordar el patrimonio cultural del Chaco central, Formosa, Chaco salteño, y las distintas comunidades aborígenes. Nuestro fin es abordar una temática poco conocida a través de las costumbres, de su vida cotidiana y también, más allá de la fotografía, poder complementarla con la presentación de libros, de expresiones, de documentales que nos adentren un poco más en esta cultura”, explicó el fotógrafo a este medio.
La muestra es un viaje fotográfico por las comunidades wichi, chorote, nivaklé, pilagá, pueblos originarios que conservan gran parte de su acervo cultural, de gran riqueza y sabiduría. Una mirada espontánea, una puerta abierta a su vida cotidiana, a su gente, a sus costumbres, a su medio. Los documentales y las disertaciones programadas complementan la experiencia, invitando a un debate necesario. Con la reforma dela Constituciónde 1994, Argentina se reconoció un país pluricultural, incorporando el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas. Sin embargo, aún se espera el efectivo reconocimiento de sus derechos.
Cabe señalar que una de las charlas presentadas en la estadía de la muestra en Rosario fue sobre el derecho ignorado sobre las tierras. Rey explicó que, a través de la reforma dela Constitución Nacional“se dio lugar al reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios pero hay una demora importante en el hecho, demora que se hace tangible en las dificultades que tienen estas agrupaciones en hacer valer su derechos sobre las tierras. Aunque se enfrentan al libre albedrío de su propiedad como sucede en Formosa, donde existen los títulos de tierras pero tienen un usufructo endeble, por ende esa pertenencia es relativa”.
Cada vez más
Morita Carrasco detalló que alrededor de un 1,6 por ciento de la población argentina es perteneciente a una comunidad aborigen o descendiente de una de ellas. “El Indec realizó una encuesta complementaria al Censo de 2001 y luego en 2004 y 2005 y llegaron a una cifra de poco más de 600 mil personas que se autoreconocían como descendientes o pertenecientes a un pueblo indígena”, asimismo, aclaró que con el paso del tiempo este proceso de aceptación fue tomando fuerza y, en pocos años, seguramente aumentará la gente que se reconozca como indígena y termine con la invisibilización y de autoinvisibilidad por una cuestión defensiva. Es entendible que la gente no se sienta libre de decir «sí, soy indígena o descendiente de indígenas»”. Por su parte, manifestó que en el Censo de 2001 había una grilla con nombre de 18 pueblos aborígenes y el del 27 de octubre pasado hubo 32 comunidades registradas. “Esta autovaloración es increíble y nos da la pauta de que ellos mismos están recuperando su divinidad, aún tienen fuerzas y ganas de luchar por su espacio en la sociedad y por eso nosotros apoyamos esta moción desde nuestro lugar como investigadores, comunicadores, o simples patriotas”.