Estados Unidos anunció ayer que retiró a su embajador en Siria, Robert Ford, y acusó a Damasco de llevar a cabo una “campaña de incitación” contra el diplomático, un crítico del presidente sirio Bashar Al Assad, y que mostró su apoyo a los opositores que quieren derrocar el régimen desde hace meses. Poco después, la embajada siria en Washington realizó la misma maniobra con su representante en Estados Unidos, y aunque no quiso vincularla a la partida de Ford, la decisión fue vista como una represalia en el marco de una relación bilateral cada vez más difícil, informó la agencia de noticias DPA.
“El embajador Robert Ford ha sido traído de vuelta a Washington como resultado de amenazas creíbles contra su integridad personal”, explicó el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner.
“En estos momentos no podemos decir cuándo regresará a Siria, dependerá de nuestra valoración sobre la incitación encabezada por el régimen sirio y la situación de seguridad sobre el terreno”, precisó Toner.
Según el portavoz, el “régimen sirio” llevó a cabo “una campaña de incitación contra el embajador Ford”, informó la agencia de noticias Europa Press.
La movida diplomática estadounidense llega en un momento especial en la región, ya que a la primavera árabe que hizo caer los regímenes autoritarios de Zine El Abidine Ben Alí en Túnez y de Hosni Mubarak en Egipto, se sumó la derrota del gobierno que en Libia encabezaba Muamar Gaddafi, asesinado el pasado jueves.
¿El nuevo Gaddafi?
Para Washington y sus principales aliados dela Unión Europeae Israel, el presidente sirio, Bashar Al Assad, encabeza un proceso “autoritario” y “peligroso” para la región por su fluida relación con Irán, por lo que ven con simpatía y hasta apoyan a los opositores que se manifiestan en todo el país.
El presidente en ejercicio dela Unión Europea, Herman Van Rompuy, puso anteayer el tema en blanco sobre negro al afirmar que tras la muerte de Gaddafi y el previsible final de las operaciones dela Organizacióndel Tratado del Atlántico Norte (Otán) en Libia, “todo hace prever que la presión occidental sobre el régimen sirio se incrementará”.
Más honestamente brutal aún fue el senador estadounidense y ex candidato presidencial John McCain, quien sugirió abiertamente la intervención militar en Siria.
“Ahora que las operaciones militares en Libia llegaron a su fin, la atención se va a concentrar de nuevo en qué operaciones militares prácticas podemos contemplar para proteger la vida de los civiles en Siria”, manifestó McCain en Jordania.
En Washington, la embajada siria dijo que también retiró a su embajador en la capital norteamericana. El embajador Imad Mustapha “se marcha ayer (por anteayer), ha sido llamado a consultas”, dijo Roua Shurbayi, portavoz de la legación diplomática siria en Washington, citada por DPA.
Según indicó, por el momento no se sabe cuándo regresará Mustapha a su puesto en Washington, si bien indicó que se espera sea una marcha “temporal”.
En Siria, la llegada de Ford siempre fue vista con recelo e interpretada como una jugada de Estados Unidos tendiente a intervenir en las cuestiones políticas internas del país, ya que fue nombrado a principios de año por el presidente Barack Hussein Obama sin aprobación del Congreso.
Recién el pasado 4 de octubre, nueve meses después, el Senado estadounidense lo confirmó como embajador, cuando Ford ya había protagonizado varios hechos de apoyo a los opositores sirios en una actitud distante de lo que se acostumbra en el ámbito diplomático.
Cuando fue confirmado por el Senado, Ford había criticado la represión a las protestas opositoras, lo que le valió los cuestionamientos del régimen que lo acusó de interferencia en asuntos internos del país y de incitación contra la autoridad.
El pasado mes de julio, Ford se trasladó a Hama, una ciudad con una fuerte presencia de la oposición que fue después atacada por los carros de combate del Ejército.
Asimismo, visitó Dera’a, en el sur, uno de los epicentros de las protestas, a pesar de que las autoridades habían prohibido el desplazamiento de los diplomáticos occidentales fuera de Damasco.
Más de 3.000 personas perdieron la vida desde el inicio de las protestas contra el régimen en marzo y su violenta represión.