La primatóloga británica Jane Goodall, que investigó durante cuarenta años la inteligencia emotiva de los chimpancés y descubrió que fabrican herramientas, afirmó que la extrema similitud con el cerebro y la sangre de los humanos condena al animal a crueles ensayos médicos, que pueden hacerse con otras metodologías.
“Estados Unidos es el país que utiliza unos 3 mil chimpancés en ensayos médicos, en los que usan criaturas vivas en jaulas de 4×4, para pruebas cutáneas en las que sufren quemaduras en el 70 por ciento de sus cuerpos”, expuso Goodall enla Universidad Maimónides, en Capital Federal, ante un auditorio que escuchó extasiado su cálido anecdotario de la vida en África.
Goodall consideró que en la investigación científica “ya hay dispositivos y metodologías alternativas disponibles para no hacer necesario someter a los chimpancés” a tratos crueles.
“La tragedia es que, porque sus cuerpos son semejantes a los nuestros y hay similitudes increíbles en el terreno intelectual, son utilizados para investigaciones médicas”, expresó.
La charla comenzó con un saludo en idioma chimpancé, con la afable Goodall poniendo los labios en u para emitir un “hola, aquí estoy”, según contó al auditorio que le dedicó aplausos fervorosos. Las observaciones de la primatóloga sobre la conducta instrumental de los chimpancés, sus hábitos de caza, su estructura social, sus emociones, su inteligencia y su personalidad individual revolucionaron la biología y la percepción sobre estos animales, capaces de comunicarse con más de 400 señales.
“La estructura del cerebro del chimpancé es igual a la del ser humano y entrenado en cautiverio es capaz de detectar 400 señales, a algunos de ellos les encanta pintar y la pintura varía de unos a otros, e incluso pueden tratar de pintar lo que uno les nombra, haciendo un pasaje a lenguaje simbólico”, afirmó Goodall.
“La inteligencia racional (de los hombres) a veces no se comporta registrando la importancia de la inteligencia emocional”, cuestionó la científica, que recibió anoche la distinción académica Honoris Causa.
“¿No es peculiar que el humano esté destruyendo la causa de su propia esperanza?”, preguntó retóricamente. “Los jóvenes tienen esa capacidad de cambiar las cosas, con el espíritu indomable del ser humano”, reafirmó.
Argentina participa del programa global “ChimpanZoo”, que desarrolla el registro nacional de chimpancés en cautiverio y trabaja para mejorar las condiciones de mantenimiento y bienestar de los animales.
Goodall promueve también el programa conservacionista “Raíces y Brotes” (Roots & Shorts), con 15 grupos trabajando en los niveles educativos primario y secundario en Buenos Aires, Córdoba y en la localidad bonaerense de Baradero, organizados tras su anterior visita ala Argentina, en 2009.
Entre los proyectos de “Raíces y Brotes” se cuentan el reciclado de plásticos, la forestación con especies nativas, la esterilización de animales comunitarios, educación sexual, reconocimiento y cuidado de aves, y la mejora de las condiciones de animales en cauterio.
En el documental El trabajo de Jane puede conocerse su labor de plantar árboles con comunidades en Canadá, así como la recuperación forestal de 52 pueblos en el Parque Nacional de Gombe, en la costa este del lago Tanganyika, Tanzania, a donde llegó Goodall hace 50 años como exploradora.
“Habrá unos 250 mil chimpancés, más algunos en cautiverio, mientras que llegó a haber unos 3 millones en las selvas, que fueron desapareciendo por destrucción del hábitat o por la caza, para ser usados como comida”, informó Goodall.
Identificada desde su infancia por su nombre conla Janede “Tarzán de los simios”, su llegada a territorios del Continente Negro, ex colonias británicas, fue conocer la “violencia étnica” y reconocer que “éramos nosotros, el mundo occidental, los que habíamos generado este tipo de pobreza”, advirtió.
Todavía sumamente optimista con la posibilidad de conservar especies y plantas, pese a que su vida transcurre en africanos escenarios de guerras por las escasas tierras disponibles, Goodall consideró que “no hemos llegado al punto irreversible”.
“La minería por el uso en las baterías telefónicas de coltrane, producto prohibido, está arruinando el hábitat en África, pero en Congo Oriental se está trabajando con metodologías alternativas” a la extracción intensiva, indicó.
Goodall dijo que “estamos en una situación similar a la de los hombres prehistóricos” que veían su existencia amenazada, y “no todos pensamos como los aborígenes, que analizan cómo una decisión tomada hoy, afecta a generaciones futuras: tenemos que recuperar esa sabiduría”.