Durante nuestro trabajo en consultorio vemos que muchos de los síntomas presentes en el paciente tienen un referente en su historia de vida, incluso desde su propia gestación. Cuando comenzamos a profundizar en detalle, nos encontramos con una particularidad: antecedentes de madres cuyos embarazos fueron transitados en situación de estrés con el resultado predecible, ¡hijos vulnerables!
Durante la gestación las experiencias que se perciben dentro del vientre materno en forma temprana hacen que el niño funcione como un recipiente pasivo de la estimulación ambiental, o sea una relación interactiva entre el individuo en gestación y el ambiente temprano. Preocupémonos por el niño que sufre un vacío psicológico preparto (por ejemplo, embarazo no deseado, depresión materna).
La madre funciona como un regulador del desarrollo del aparato psiconeuroinmunoendocrinológico (eje córtico-hipotálamo-hipófiso-adrenal) del niño, no sólo durante el embarazo sino también en su primera infancia, ya que el ser humano nace con un Sistema Nervioso Central (SNC) inmaduro y su crecimiento y desarrollo se completan en forma posnatal.
Si bien el desarrollo se encuentra determinado genéticamente, la activación de los genes está significativamente influenciada por el medio ambiente (epigenética). Aquí es donde en las primeras etapas tanto gestacionales como de la primera infancia la madre cumple un rol principal en este desarrollo, siendo ella la fuente principal de experiencias del niño y moduladora de la estimulación de su ambiente, funcionando como un regulador externo de la neuroquímica cerebral del infante; la interacción madre-hijo es responsable de los cambios psiconeuroinmunoendocrinológicos (eje córtico-hipotálamo-hipófiso-adrenal) que llevarán a la activación bioquímica de los genes.
La función materna no sólo regulará el desarrollo del niño desde lo fisiológico, sino también su manifestación comportamental y su estado emocional.
El niño es una criatura emocionalmente inmadura, que está en peligro permanente de descompensación, sin posibilidades de modular sus respuestas, debido a la hiperreactividad de su aparato PNIE; es aquí donde la madre tiene la capacidad inhibitoria que él aún no ha adquirido, hasta recién llegado su año y medio de vida.
Es por esto que hacemos tanto hincapié en el estado emocional de las mujeres embarazadas, siendo de importancia debido a las repercusiones futuras en la salud física y emocional del adulto.
Existen estudios que demuestran que niños en edad preescolar, hijos de madres deprimidas, expresan alteraciones electroencefalográficas en el lóbulo frontal con disminución de la empatía y trastornos conductuales además de alteraciones neuroendócrinas con aumento del cortisol en relación directa con el grado de severidad de la depresión materna.
Tenemos que concebir a nuestra mente como epifenómeno de nuestro cerebro y a la psique como epifenómeno de la cultura por lo que existen mecanismos psicobiológicos que nos permiten una adaptación exitosa (resiliencia) al estrés severo o vulnerabilidad con predisposición o baja tolerancia al estrés.
De esta manera la vulnerabilidad del adulto al estrés se presenta con diferentes conductas desadaptativas como son la ansiedad extrema, adicciones, alcoholismo, tabaquismo, compulsión por las comidas, dispersión, alteración del sueño, y si extrapolamos los cambios producidos por el estrés agudo perpetuados en el tiempo, estrés crónico, nos encontramos con el síndrome metabólico, la DBT tipo II, la insulino resistencia, la hipertensión arterial, las dislipidemias, con la consecuencia inevitable del aumento del riesgo CV; también podemos agregar los trastornos cognitivos, disforia y su correlato somático.
Por supuesto, el adulto no tiene registro conciente de esas experiencias traumáticas tempranas, que no son pasibles de recordar, por lo que resulta difícil para el individuo comprender el origen del problema que padece.
Desde la psiconeuroinmunoendocrinología queremos hacer énfasis en el responsable abordaje de la salud mental durante la gestación poniendo en conocimiento sobre sus repercusiones en la vida adulta.
Abordando desde la psiconeuroinmunoendocrinología la díada madre-hijo: ¿podrán entonces las madres durante su embarazo estar atentas a su potencial “teratogenicidad comportamental” a través de su salud mental?, porque ya que tanto nos preocupa la “teratogenicidad farmacológica” no nos olvidemos de estas demostraciones y conocimientos científicos que tanto importan para la salud física y emocional de los adultos.
(*) Especialista en clínica médica y psiconeuroinmunoendocrinología
(**) Psiquiatra