Por Miguel Passarini
Luego de seis jornadas, finalizó el domingo la 8ª edición del Festival Argentino de Teatro, que anualmente organiza la Universidad Nacional del Litoral (UNL), cuya última noche tiene, año tras año, y como gran protagonista, el esperado estreno de la Comedia de UNL.
De este modo, con el público en primer plano, y tras la presentación de diez propuestas de diferentes puntos del país que fueron vistas por alrededor de 7 mil espectadores en 14 funciones, el cierre estuvo a cargo de La penúltima oportunidad, con dramaturgia y dirección del santafesino Rafael Bruza, y las actuaciones de las reconocidas actrices Cristina Pagnanelli y Silvana Montemurri.
De una programación variada, alejada de producciones recientes y más ligada a la calidad de las propuestas, que en este caso llegaron desde Rosario, Santa Fe, Córdoba, Río Colorado, Mendoza, Buenos Aires y San Juan, se destacaron algunos espectáculos que ya hicieron su recorrido. Tal es el caso de Tercer cuerpo, del director porteño Claudio Tolcachir, en el que el creador, luego del éxito y el reconocimiento que implicó en su carrera la elogiada La omisión de la familia Coleman, volvió a trabajar sobre la idea de superposición de planos tanto espaciales como dramáticos, tomando aquí las historias de cinco personajes que se cruzan en una oficina a punto de ser disuelta. De este modo, Tercer cuerpo, que lleva como subtítulo “la historia de un intento absurdo”, apela precisamente a elementos del realismo absurdo para hablar del amor y la soledad con una profundidad inusual, y de cómo estas variantes accionan en personajes cuyo verosímil depende en todo momento del talento de un sólido equipo de actores que desde 2008 a la fecha ha recorrido festivales tanto del país como del exterior (se presentó en Chile, Bolivia, Brasil, Cuba, México, Nueva York, España, Francia, Suiza) y ganado varios premios.
También son destacables otros trabajos como Edipo y yo, con dramaturgia y dirección de Edgardo Dib, producción 2010 de la Comedia de la UNL que tuvo a su cargo la apertura del encuentro, del mismo modo que Todo, con dramaturgia y dirección de Rafael Spregelburd (Buenos Aires); Feroz, de Andrea Hernández y Ariel Sampaolesi, también director y protagonista (San Juan); La familia argentina, de Alberto Ure, con dirección de Cristina Banegas (Buenos Aires); Lágrimas y risas, con dramaturgia y dirección de Ernesto Suárez (Mendoza); Mujeres de ojos negros, de Romina Tamburello, con dirección de Paola Chávez; Simulacro y fin, con dramaturgia y dirección de Maximiliano Gallo (Córdoba), y una atractiva, festiva y valiosa versión de un clásico: El Lazarillo de Tormes (de sus fortunas y adversidades), con adaptación del rosarino Luis María Fittipaldi y dirección del rosarino radicado en Mendoza Guillermo Troncoso, quien llegó de Río Colorado, donde resplandece el talento y la frescura de los jóvenes Ramiro Álvarez y Vladimir Klink.
A diferencia de los últimos años, en los que se vieron trabajos realmente valiosos (el estreno 2010 de Edipo y yo, versión del clásico Edipo Rey, de Sófocles, estableció un piso difícil de alcanzar), el siempre esperado estreno de la Comedia de la UNL no estuvo esta vez a la altura de las circunstancias. Se trató de La penúltima oportunidad, en la que el dramaturgo y director santafesino Rafael Bruza (actualmente radicado en Buenos Aires, y junto con Jorge Ricci uno de los creadores del Equipo Teatro Llanura), apela al humor negro (por momentos algo naif) para contar una historia de dos ánimas que se encuentran en un cementerio. Marta y Juana compartieron vidas y hombres, y en esa última morada verán con desconcierto cómo aquello que creyeron certezas se vuelven, irremediablemente, dudas. Partiendo de un texto que si bien abreva en una idea atractiva, se desvanece, y de una puesta en escena (escenografía, objetos escénicos, vestuario) que compite con la propuesta dramatúrgica al punto de complejizar la tarea de las actrices en varios de los pasajes, se rescata la presencia de Cristina Pagnanelli y Silvana Montemurri, dos grandes de la escena santafesina, que intentan desde el humor y el oficio sostener un texto que no se sostiene por sí mismo como tampoco desde la dirección.