La cineasta Paula Hernández estrenará mañana en los cines argentinos Un amor, su tercer largometraje, basado en el cuento “Un amor para toda la vida”, de Sergio Bizzio, que protagonizan Diego Peretti, Elena Roger y Luis Ziembrowski, y donde logra un emotivo relato sentimental sobre el vínculo pasado y presente entre dos amigos y una mujer deslumbrante que les cambia la vida para siempre.
“La película tiene que ver con esas emociones que perduran a través del tiempo”, afirmó Hernández, y agregó que en el encuentro entre los tres protagonistas “lo que se pone en juego es lo que los marcó y lo que podrían haber hecho de sus propias vidas. Claramente, el tiempo es algo que atraviesa el vínculo especial que se genera entre los tres”.
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El tercer film de la realizadora de Herencia y Lluvia, que narra la forma en la que una mujer puede revolucionar las vidas y la relación fraternal entre dos amigos, comienza un verano de los años 70 en un pueblo chato, de provincia, con una calle principal, un río y un balneario, que apaciguan algo más que el calor del período estival.
Lalo y Bruno son adolescentes que viven haciendo nada en medio de la nada, pero en una tarde húmeda y sin pedir permiso llega Lisa, una chica fuera de lo común, que los deslumbra, y llega para arrasar la monotonía del pueblo y revolucionar sus vidas.
Treinta años más tarde, lejos de esa inocencia engañosa, propia de la adolescencia, Lisa vuelve a irrumpir en esas dos vidas adultas, con la misma impronta que a los catorce, produciendo un temor nuevo e inmanejable, aunque teñido por la huella que el tiempo deja en cada uno de los seres vivos.
“Creo que la película tiene que ver con la amistad, pero también con el primer amor anclado en la adolescencia. Hay algo en la historia de cómo está articulado ese triángulo sentimental y cómo evolucionan esos vínculos a partir de ese amor”, destacó la cineasta, quien aclaró: “Lo remito tan claramente a la adolescencia porque me parece que es un momento muy fundante en sus vidas, es un momento muy vital y visceral, pero también algo muy doloroso, porque quedan huellas que te acompañan durante toda la vida y te marcan en las decisiones que tomás”.
En relación con el trabajo de adaptación del cuento de Sergio Bizzio, Hernández señaló: “Hubo un punto de partida y mantuve muchas cosas del cuento, salvo que narra cuatro momentos de la vida de los personajes y está contada desde el punto de vista de Bruno. Decidí hacer varios cambios estructurales y elegí quedarme únicamente con el principio y el final del cuento”.
“La historia de Bizzio fue un punto de partida, pero muchas otras cosas aparecieron en función de ideas que se alejaban un poco del cuento. Incluso en el montaje se fueron modificando varias cosas, porque quise volver a pensar cómo entraba el pasado en este presente”, explicó la directora.
Por otra parte, Hernández recordó: “El guión era mucho más narrativo y en el momento de edición preferí quedarme con algo del pasado que fuera menos narrativo y mucho más sensorial. Quería que el pasado se percibiera como una superposición de capas, imágenes, colores y músicas. Al final, en el montaje prevaleció lo sensorial por encima de lo narrativo”.
La premiada cineasta de Herencia precisó respecto de la adaptación: “Si bien en el cuento los personajes se quedan un poco pegados a ese primer amor, la película rescata otra cosa. Es algo que queda como interrumpido, algo trunco que se les hace muy pesado y les deja una marca indeleble a los tres, a pesar de que puedan luego realizar sus vidas”.
“En el caso del personaje de Lisa –prosiguió la cineasta– también le quedan algunas marcas del pasado cuando es adulta. Es un personaje muy itinerante, con mucha independencia, pero al mismo tiempo tiene una dificultad muy grande para anclar y encontrar un lugar donde poder quedarse”.
Según Hernández, “ella es un personaje de mucha acción que llega a sacudir ciertas cuestiones en la vida de estos hombres. Es el motor que pone en funcionamiento muchas cosas, pero cuando crece, ella también siente que a veces está bueno poder correrse del lugar que le tocaba como generadora y motor, y siente que es momento de quedarse a un costado de eso que parecía destinado para ella”.
La directora buscó definir con más profundidad el personaje que lleva adelante la actriz y cantante Elena Roger, quien se prepara para debutar en Broadway con el musical Evita: “Creo que es una mujer que tiene una capacidad de independencia enorme, porque su vida tuvo que ver con eso, su profesión y la libertad ocuparon un lugar importante, pero cuando llega a la adultez hace un balance de las decisiones que tomó en la vida y siente que para ella es muy importante encontrar un lugar donde quedarse, anclar y armar una vida nueva”.
“En realidad –amplió la directora–, eso es algo necesario para los tres personajes, porque todos ellos sienten la necesidad de pasar a revisar algo que los marcó en algún momento y que ahora necesitan entender. Por eso necesitan volver a ese lugar, porque así cierran un capítulo y hasta puede ser liberador para ellos”.
Si bien son muy distintas unas de las otras, la cineasta sostuvo respecto de sus producciones anteriores: “Este es un cierre temático entre mis tres películas a la fecha. Hay una búsqueda que atraviesa a las tres ficciones, que tiene que ver con la necesidad de evaluar dónde estás parado y hacer un balance de la vida. Lo siento un poco como un cierre temático y narrativo”.
Por último, Hernández subrayó el trabajo de Elena Roger en su primer papel protagónico en un largometraje, y recordó: “La había visto en el musical Piaf y me había parecido muy virtuoso su manejo de la emoción y del canto. Le di el guión y le gustó, hicimos varios castings y ensayos con cámaras antes de filmar. Me gustaba que fuera alguien que irrumpiera en el mundo del cine”.
La película cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y la Municipalidad de Colón, Entre Ríos, donde se llevó adelante gran parte del rodaje.