Walter Arriola tenía 16 años cuando desapareció de su casa el 23 de marzo pasado. Desde ese día, sus familiares reclamaron la aparición del chico, del que habían perdido el rastro. En mayo, un obrero encontró en un descampado un cráneo y otros huesos que fueron sometidos a estudios de ADN para determinar su procedencia. Esta semana,la Justiciadeterminó que los restos óseos pertenecen a Arriola. Las pericias determinaron que la causa de la muerte fueron dos impactos de arma de fuego en el cuerpo. “Yo sabía que lo iba a encontrar muerto”, dijo la madre del pibe.
Fuentes judiciales informaron que el análisis genético en el cual se cotejó la sangre de la familia de Walter Arriola con los restos de ADN hallados en los huesos arrojaron un 99 por ciento de compatibilidad. Esto significa que, de acuerdo con los peritajes, los restos óseos pertenecen a Walter Francisco Arriola, el adolescente de 16 años que fue visto por última vez el 23 de marzo pasado.
Otro de los datos relevantes obtenidos mediante las pericias médicas indicó que la causa de la muerte del adolescente fueron dos plomos que tenía incrustados en el cuerpo, calibre 38 largo.
La madre del chico dijo ayer, al notificarse del resultado de los análisis: “Yo sabía que lo iba a encontrar muerto. En junio me hicieron la extracción de sangre y ahora me dijeron que era él, pero yo estaba segura”.
Sin embargo, a pesar de que los resultados sólo se conocieron esta semana, había algunos indicios que indicaban que el cadáver podía pertenecer a Arriola. Uno de ellos fue el de la remera de fútbol que fue encontrada junto con los huesos, similar a una que tenía el adolescente, que coleccionaba camisetas. Además, la prenda encontrada tenía los mismos orificios que el cadáver, por lo que sería la que el chico llevaba puesta al momento del ataque.
El estudio fue realizado porla Unidadde Administración Territorial de Santa Fe (ex Ceride), que trabajó sobre los restos hallados el 10 de mayo en la zona de San Martín y Alem, de Villa Gobernador Gálvez. Los restos humanos –un cráneo, vértebras y costillas– fueron encontrados por un operario de una retroexcavadora mientras realizaba tareas de limpieza en un descampado. El cuerpo llevaba puesto un equipo deportivo, zapatillas y una camiseta de Central Córdoba. Por el avanzado estado de descomposición en que se encontraba, los forenses habían deslizado que el cadáver llevaba allí más de un mes. Según la madre del chico, en el Juzgado le dijeron que la fecha probable de muerte fue el 24 o 25 de marzo.
Walter Arriola desapareció la noche del miércoles 23 de marzo, cuando un desconocido lo pasó a buscar en una moto Yamaha Cripton color azul por la casa de su hermana, ubicada en Necochea al 3900. No se lo vio nunca más. Su familia lo buscó por los hospitales, las comisarías e incluso la morgue, con resultado negativo.
Tras la desaparición del muchacho, sus familiares dijeron que, días antes de verlo por última vez, el chico había mantenido una pelea con un tal Brian, que vive en la zona. Según aseguraron, Arriola y el otro pibe se pelearon a los golpes y que el tío de este último intervino en la gresca, entregándole a su sobrino un arma de fuego para que disparara contra Walter.
De acuerdo con los familiares de la víctima, Brian sólo lo baleó en las piernas, a pesar de que su tío le insistía para que le diera en el pecho. “Pensamos que su tío lo mandó a matar”, aseguró la tía de Arriola a El Ciudadano hace algunos meses.
Lo cierto es que a la fecha la investigación que se lleva adelante en el Juzgado de Instrucción de la 4ª Nominación, a cargo del magistrado Juan Carlos Vienna, no ha avanzado en apuntar a los culpables, ya que el hecho se investigaba como una desaparición y no como un homicidio. El resultado de los peritajes marcó un giro en la causa, que cambiará de carátula y se unificará con la de la jueza de Instrucción de la 12ª nominación, Mónica Lamperti, a cargo de la investigación que se abrió tras el hallazgo de los restos óseos.