Por Javier Hernández
Ni cumbia, ni punk, su inconfundible sonoridad se aleja de todos los estereotipos musicales (y estéticos) y es definida por sus integrantes como tropipunk: Kumbia Queers, una singular fusión de géneros que sin condicionamientos permite soñar con una ansiada renovación que se pide a gritos.
Nacida durante 2007 en Buenos Aires de la unión de She Devils y Juana Chang con la artista Ali Gua Gua del grupo mexicano Las Ultrasónicas, la banda inició su aventura musical sin demasiadas metas pero tampoco restricciones: “Queríamos hacer algo juntas, algo que no fuera otro grupo de rock más”, apuntó la mexicana a El Ciudadano, al tiempo que opinó: “La cumbia es un lenguaje común que –como hablar español– nos une”.
En el marco de la gira “Livin la Birra Loca Tour 2011”, esta noche, a las 23.30, las Kumbia Queers llegarán por segunda vez en el año al Café de la Flor (Mendoza 862) para seguir mostrando su último disco La gran estafa del tropipunk, producido por el cantante de Damas Gratis, Pablo Lescano.
“La mujer es nuestra fuente de inspiración; la fiesta, euforia y alegría; a veces también la nostalgia y la melancolía. Creo que el público nota el escenario en vivo, definitivamente no ven a un grupo prefabricado”, avanzó, perspicaz, Ali Gua Gua, quien reconoció que las integrantes de la banda son dueñas de un “carisma especial”; lo que queda claro cuando sus show se disfrutan como una verdadera celebración explosiva y seductora.
—La cumbia y el punk tuvieron un prejuicio que los relaciona con estereotipos de lo descartable. ¿Con qué objetivo se forma esta banda? ¿Por qué Kumbia Queers?
—Al principio no había objetivos. Fue juntarnos a tocar un verano, a tomar cerveza y palomear como dicen en México –zapar en Argentina–. Queríamos hacer algo juntas, algo que no fuera otro grupo más de rock. Así que la cumbia fue un reto musical y al mismo tiempo debimos vencer nosotras mismas esos estereotipos que mencionás. Kumbia Queers nos define bien porque el nombre tiene humor: hay un doble sentido presente en todo lo que hacemos.
—¿A qué prejuicios se enfrentaron siendo mujeres al hacer una música que estuvo siempre relegada al género masculino? ¿Qué entienden por tropipunk?
—El prejuicio fue más musical, como si el rock fuera sagrado y no te pudiera gustar otra clase de música. Y ahí especialmente los metaleros son los más puristas. Nosotras nos divertimos mucho con lo que hacemos. Nuestra aproximación a la cumbia fue desde un lugar muy punk; de agarrar los instrumentos y empezar a tocarlos sin saber. Así nos salió un punk tropical que ni es exactamente punk ni exactamente cumbia. Lo bautizamos tropipunk.
—A partir de un inédito cambio de rumbo político-social, las raíces latinoamericanas tienen una nueva apertura, y se deja de mirar un poco hacia fuera. ¿Qué elementos rescatan ustedes?
—Argentina y México son las dos puntas de Latinoamérica –me refiero a que no hay un país abajo ni uno arriba– eso para mí es muy simbólico y tanto ahí como en el medio, existe toda esta cumbia maravillosa y ancestral, así como una variedad impresionante de ritmos en el folclore. La cumbia es un lenguaje común que –como hablar español– nos une. Es igual en nosotras, siempre hay un intercambio cultural bien “Argenmex”, desde la manera de escribir, hasta compartir comidas, bebidas, sabores, viajes. No sé si rescatamos algo en concreto pero esto es una particularidad.
—En un comienzo hacían covers de The Cure, Madonna y Ramones en formato cumbia, pero luego con “Kumbia Nena!” fortalecen una mirada propia. ¿Qué significó participar del film “Rudo y Cursi”?
—Kumbia nena! en donde estaban esas versiones lo hicimos aprendiendo muy rápido; en La gran estafa del tropipunk, tuvimos más tiempo de estudio y un productor increíble como Pablo Lescano. Lo de Rudo y Cursi fue muy divertido, “Argenmex” a full!
—¿Cuáles son sus fuentes de inspiración? ¿Qué creen que encuentran en ustedes públicos tan diversos como los que tienen en París o Buenos Aires?
—La mujer es nuestra fuente de inspiración; la fiesta, euforia y alegría; a veces también la nostalgia y la melancolía. Creo que el público nota el escenario en vivo, definitivamente no ven a un grupo prefabricado, suena cursi pero creo que juntas tenemos un carisma especial.
—¿Cuál fue el aporte de Pablo Lescano al sonido de “La gran estafa del tropipunk”? ¿Cómo definirían ese disco?
—Ya sé que toda Argentina lo sabe, pero Pablo es un tipo increíble, muy curioso, generoso y amoroso. Está todo su estilo en el disco, es el padrino. Aprendimos mucho, no sólo como músicos sino a nivel humano. Fuimos muy afortunadas!
—Llegan por segunda vez a Rosario, ¿cómo imaginan este recital?
—El primero fue buenísimo; no habíamos ido desde hacía mucho tiempo y decíamos: “¿Cómo es qué fuimos a Suecia y a Rosario no?”, pero explotó, espero que esta vez se repita la experiencia.
—En cada presentación descubren un trabajo destacado en cuanto a lo visual. ¿Qué importancia le dan a la puesta en escena y a la estética?
—Piladevil, la guitarrista, junto con Luciano nuestro diseñador, y Flor la tecladista y encargada de visuales, le aportan una estética gráfica impresionante a la banda que, creo, siempre la destacó –de hecho pensamos hacer alguna exposición puntual con este trabajo–. A mí y a Juana (Chang) se nos da más por los videoclips; Pat escribe el blog; Inéspector se encarga de producirnos y grabarnos y de llevar las finanzas; Vivi es nuestra hada madrina. Somos un lindo equipo de trabajo que hace doble y triple función aparte de tocar. Recientemente invitaron nuestro video “Chica de calendario” al museo Reina Sofía de Madrid para participar de la exposición “La internacional cuir” donde se hablará de la estética de género que mencionás, a nosotras no nos gusta analizarla mucho.