La línea K de trolebuses cumple 50 años y por iniciativa de la Asociación Rosarina Amigos del Riel, junto a la Semtur, se recuperó uno de los míticos coches Fiat Alfa Romeo que hacía el viejo recorrido desde Mendoza y Nicaragua hasta avenida Pellegrini y Necochea. Hoy, a las 19.30, se realizará un acto en la plaza Sarmiento para conmemorar el cincuentenario, donde los nostálgicos podrán subir y volver a viajar en el tiempo. Los Amigos del Riel tienen su sede en la Estación Central Córdoba donde desarrolla una intensa tarea de difusión y defensa de los medios de transporte por riel y de tracción eléctrica, además de llevar adelante actividades misceláneas como museología, archivística, biblioteca y ferromodelismo. Mariano Antenore fue uno de los impulsores del proyecto de recuperar al viejo transporte de pasajeros y aseguró que “el trole es sagrado… por ahí los pasajeros ven que viene un coche amarillo, lo dejan pasar y se toman el trole, son fieles. Es la línea más tradicional que conserva la ciudad y la de mejor frecuencia”.
—Amigos del Riel tiene una militancia en la preservación en los medios de transportes guiados, ¿cómo surgió la idea de rescatar un trole de la línea K?
—Cuando estos coches dejaron de prestar servicio en 1984, Alberto Pablo Estévez, miembro de la Asociación, tuvo la idea de que uno se conservara. Conseguimos uno, pero como nosotros somos una entidad sin fines de lucro, no había presupuesto y lo que se hizo fue un acopio de material de piezas de los coches que estaban en los galpones de avenida Pellegrini 2850 y se concentró todo en este coche. Cuando fueron a remate en el año 98 –ya habían pasado 13 años– tuvimos que sacar este trole que peregrinó por distintos lugares, tuvo seis traslados con grúas y fue a lugares donde también lo saquearon. Finalmente, cuando Miguel Lifchitz estuvo a cargo Servicios Públicos, manifestó su interés de que el coche estuviera a resguardo en las instalaciones municipales y la entonces titular de la Semtur, Clara García, declaró la intención de reconstruir el trole, en 2006 se lo trasladó al galpón que la Semtur posee en Brasil y Marcos Paz.
—¿Quién se encargó de la restauración?
—Daniel Corsi, jefe técnico de la Semtur y una veintena de trabajadores pusieron el hombro; comenzaron en junio de 2010 y se finalizó en mayo de este año. Por ejemplo, compramos un coche que estaba en una chanchería de Arroyo Seco, de donde sacamos los pasamanos, la columna de dirección, hubo aportes de proveedores de la Semtur, que donaron materiales y mano de obra. Hubo cosas que se realizaron con personal de los talleres, otros elementos que se llevaron a reparar: la reconstrucción del motor de tracción o los frenos de aire que fueron donados por proveedores. La recuperación de los equipos eléctricos, chapería, tapicería. También nos fuimos encontrando con dificultades como la provisión de distintos repuestos, la goma del piso de color rojo no fue fácil conseguirla. Fue una travesía llevar el coche a donde lo mandamos a arenar, se desmanteló, se sacó el piso, quedó el chasis pelado, lo llevamos en una grúa y se desprendían pedazos del techo. Verlo después arenado fue algo impactante, estaba bastante bien de chapa, hubo que cambiarle pocos paneles. El número 39 era su matrícula original igual que el verde inglés, adelante tenía una escudo que estaba muy cachado, con un relieve de cobre con cerámica al horno, se lo enviamos a una mujer a Buenos Aires que trabaja chapas esmaltadas e hizo una réplica del escudo original muy buena.
Un poco de historia
—¿Cuántos coches funcionaban hace 50 años y de qué origen?
—Los coches son de origen italiano. En el año 1960 se llamó a licitación para comprar 40 trolebuses nuevos, en el año 61 comienzan a llegar, el consorcio adjudicatario es la Fiat que hizo las carrocerías; Alfa Romeo, el chasis; la parte mecánica y la compañía general de electricidad de Milán. Tiene una capacidad de 43 pasajeros sentados y 52 parados y una velocidad máxima de 60 km/h, el motor eléctrico tiene una potencia importante. Una de las primeras líneas que funcionó fue la J, que iba de la Estación Rosario Central hasta San Martín y Muñoz, en la zona sur. El 3 de diciembre de 1961 se inaugura la Línea K, con 14 coches, numerados del 20 en adelante. Iba de Mendoza y Nicaragua en la zona oeste, hasta avenida Pellegrini y Necochea, prácticamente el mismo recorrido de hoy, sólo algunas calles cambiaron de mano y se extendió hasta Mendoza y Wilde y en la zona este extendió primero hasta Pasco y Necochea y luego hasta la Ciudad Universitaria. La K llegó para reemplazar a las líneas de tranvías 13, 14 y 20 que funcionaban en el mismo corredor.
—Hace medio siglo, la presencia del trole significaba un adelanto en cuanto a las ventajas ecológicas del transporte.
—Desde la Asociación insistimos en que se vuelvan a implementar líneas que había antes. El corredor por buelvar Rondeau y por avenida San Martín, los troncales norte–sur, que funcionaron hasta el año 84, el tendido ya no está pero sí sus columnas. La empresa privada de entonces, la Martín Fierro, no demostró interés, planteó que era obsoleto y lo reemplazó por colectivos, los que hoy son el 103.
—¿Algún chofer de entonces sigue manejando la línea K?
—Hugo Muñoz sigue trabajando en la K y fue fundamental en la reconstrucción del coche Fiat – Alfa Romeo, fue nuestro tester y quien nos daba el okey mientras los reconstruíamos. Ayudó a los muchachos de la Semtur en detalles fundamentales. Incluso el pasado 20 de agosto se realizó un paseo con invitados especiales y lo manejó él. En esa ocasión vino un matrimonio que se conoció en los viajes del trole. Fue algo muy emotivo porque ello se acordaban dónde se sentaban cuando ya eran novios e incluso nos sacaron de una duda: la mujer dijo: “Ah, mirá, ahí está el asiento de a uno…”, en referencia a la butaca única que hay junto a la puerta de descenso ubicado en la mitad del trole. También se recuperaron las ventanillas con sus cierres originales, los timbres también funcionan… el volante nacarado.
—¿Hay pasajeros militantes del trole?
—Sí, totalmente, hay quien espera el trole. Sobre todo los estudiantes o las personas mayores. Para la gente de la zona oeste, barrio Belgrano, Azcuénaga, el trole es sagrado. Por ahí ven que viene un amarillo, lo dejan pasar y se toman el trole, son fieles.
—¿Tiene alguna contra?
—El transporte guiado como el trolebús o el tranvía, para que funcione bien tiene que haber mantenimiento preventivo. Eso ya depende de la mentalidad de los responsables de la empresa, con planificación, y a veces en el privado no existe porque va directo a la ganancia. Muy rara vez se podía descarrilar una lanza en alguna curva, pero se bajaba el chofer o el guarda y se colocaba fácilmente.
—¿Qué ocurre cuando hay un corte de energía?
—Hay subestaciones que son los núcleos donde se transforma la energía que entrega la EPE, en corriente continua, en 300 voltios para que funcione el trole. Están ubicadas cada 4 kilómetros: una en Provincias Unidas y Mendoza, otra Avellaneda y Mendoza, Corrientes y Mendoza y La Paz y Berutti. En la plaza Sarmiento, sobre Corrientes, entre San Juan y Mendoza, hay una casita del placero, donde hay una escalera que baja una subestación muy grande. Era la más importante porque alimentaba a 30 coches por hora que pasaban por calle Corrientes en tiempos que era doble mano. A principios de los 90, el concesionario anterior, con la excusa de poner colectivos, lo consideró obsoleto y la concesionaria que vino después contrató gente de Mendoza que vino a formar nuevos cuadros técnicos, la reconstruyeron y funciona lo más bien. Si hay un corte de energía los vehículos no tienen autonomía. El sistema trabaja de manera anillada: si uno de los cuatro puntos de energía se cae, hay que sacar coches de circulación y se resiente la frecuencia pero se puede mantener el servicio con menos unidades. Actualmente la línea K está funcionando con 17 coches a una frecuencia entre cinco y seis minutos, recorriendo los 26 kilómetros de recorrido, con unos 22 mil pasajeros diarios. Hubo un tiempo que se llegó a tener 26 mil pasajeros diarios, eran momentos que no había superposición de colectivos como ahora, donde el usuarios tiene otras alternativas para viajar además del trole.
Un mal dato
—Durante el Rosariazo, en el año 1969, ¿se quemaron muchos troles?
—Se perdieron once en total. Ocho eran coches Fiat de las líneas H y M. La foto más famosa de aquel día es la del coche uno quemándose frente al Normal 1, en la que se ve el Bar Olimpo de fondo, en Mendoza y Corrientes, fue el 16 de septiembre. Cuando el director de cine Gustavo Postiglione filmó Días de Mayo, solicitó un trole de los viejos para filmar una escena donde con efectos especiales se lo volvía a incendiar. Le explicamos que en mayo del 69 no hubo quema de trolebuses, las quemas fueron en las revueltas de septiembre cuando delegados de la Unión Ferroviaria salieron a protestar por la detención de un delegado y se realizó un paro. Incluso, se realizó la escena de la quema en Moreno y San Lorenzo donde no pasaban los troles, digamos una licencia cinematográfica.
—¿Hay algún proyecto de que el coche restaurado se ponga en funcionamiento?
—La Semtur está evaluando poder ponerlo en la calle en ocasiones puntuales como fines de semana, haciendo un recorrido histórico desde 1º de Mayo y Mendoza hasta San Juan y Ovidio Lagos.
—¿Amigos del Riel está con algún otro proyecto?
—Desde que la Asociación fue fundada en 1974, siempre propuso, ha editado cuatro libros y un CD de fotografías; desde 1984 propulsa de la reconstrucción y puesta en marcha del tranvía eléctrico 277, fabricado originalmente en Rosario en 1939 con el propósito de efectuar recorridos histórico-turísticos sobre las avenidas ribereñas del centro. Además de ser comodataria del trolebús Fiat reconstruido por Semtur, la Amigos del Riel es propietario de dos locomotoras de maniobras donadas por la refinería YPF de San Lorenzo, una de esas locomotoras está en sus etapas finales de reparación.