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El regreso de los bárbaros

Por: Francisco Menin

Desde una particular perspectiva, la historia de Europa es una historia de encuentros y desencuentros con Alemania. En un movimiento pendular geopolítico se presentan períodos de predominio de los pueblos del norte y períodos de predominio de los pueblos del sur, situación que comienza con la rivalidad entrela Romaavanzada y los “bárbaros” dela Germaniay continúa hasta hoy. 

Muchos vaivenes se han producido desde entonces, pero el siglo XX fue especialmente conmovido por las dos guerras mundiales. Aprendiendo de esas masacres los líderes de Francia y Alemania encararon una integración mutua con el objetivo de encontrar un escenario superador para la tradicional dicotomía, construyendo una Unión Europea multicultural. Pero ese estatus quo de posguerra mutó, y paso a paso se ha consagrado un predominio alemán sobre el continente, al punto que muchos se preguntan hoy si el futuro será para una Alemania europea o para una Europa alemana.

Alemania es la locomotora de Europa. Estratégicamente ubicada en el centro norte del continente, como dominando su heartland, empuja la economía dela Unión. Poseeel mayor PBI, es la economía más competitiva, el segundo exportador del mundo. Pero sobre todo, crece a tasas de 4 por ciento anual en medio de una crisis global, mientras sus socios con mejor desempeño lo hacen al uno por ciento, e incluso muchos decrecen. Y lo más alarmante es que no se tratan de números coyunturales, es una tendencia marcada.

Explicando el fenómeno, el historiador británico Niall Ferguson pone como factores preponderantes la competitividad y productividad en el análisis de largo plazo. Por su parte economistas ortodoxos plantean que Alemania recoge hoy los frutos de haber realizado una profunda reforma a partir de 2005, la llamada Agenda 2010, que equilibró la balanza entre las finanzas públicas y los sistemas de seguridad social.

Esta reforma, si bien le costó la reelección al ex canciller Gerhard Schroeder, brindó una gran competitividad y preparó la economía para un escenario mundial de crisis. Como en la fábula de la hormiga y la cigarra, mientras Berlín se ajustaba para enfrentar el invierno, los socios del sur vivían como si la bonanza fuera interminable. Ya a nadie parecía importarle cumplir los compromisos macroeconómicos para sostener el euro: déficit fiscal menor al 3 por ciento y deuda pública menor al 60 por ciento del PBI.

En esta senda, los tristemente celebres PIGS cerraban 2010 con déficits fiscales muy elevados: Irlanda 14,3 por ciento, Grecia 13,6 por ciento, España 11,2 por ciento y Portugal 9,3 por ciento, e Italia, por su parte, con una deuda pública que representaba el 115,8 por ciento de su PBI.

Esta realidad sacó a la luz un mudo debate en Alemania. Comenzaron a crecer las opiniones que se manifiestan cansadas de que Berlín financie las integraciones, primero con la unificación alemana, y luego con el proyecto europeísta. Principalmente porque la situación no es la de antes: con salarios estancados desde hace una década y empleos precarios, los alemanes no quieren pagar los excesos ajenos. Como manifiesta la analista germana Ulrike Guerot, la época en que Berlín apostaba a construir Europa a cualquier precio ha terminado; ha llegado el momento de que todos aporten.

La crisis mundial es el primer escenario donde Angela Merkel pone en juego la nueva política, exigiendo austeridad y cumplimiento de las reglas macroeconómicas del euro. Pero como efecto colateral, el mundo se dio cuenta de una realidad disimulada: Alemania es más poderosa que Europa. Y ahora todo está en evaluación. Si bien la integración fue la respuesta que el viejo continente encontró al desafío de la globalización, hoy con sus socios perdiendo lugares a manos de los emergentes, es válido  preguntar si el futuro alemán no está más cerca de los países del BRIC –el bloque emergente que conforman Brasil, Rusia, India y China– que de Bruselas. O si Berlín no irá corrigiendo el desfase que existe entre su poderío económico y su neutra participación en las relaciones internacionales, constituyéndose en una nueva estrella dominante en el mundo multipolar que se está gestando, desplazando a Europa. En los hechos, un triunfal regreso de los bárbaros.

Sin embargo un secreto bien guardado nos dice que en el presente la sangre no va a llegar al río en la economía europea. Los bancos alemanes tienen una exposición de 500 billones en los denominados PIGS. Si un cese de pagos ocurriera, el sistema bancario alemán sería uno de los más perjudicados. Por ahora, enla Unión Europeatodos están en el mismo barco.

Miembro del módulo Jean Monnet-Unión Europea de la Universidad Nacional de Rosario.

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