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Las pymes se unen para mejorar su competitividad

La industria metalmecánica es un ejemplo claro de la recuperación económica.

En un mundo que se vuelve cada vez más competitivo, el gran desafío para las pymes locales es encontrar la forma de potenciar su producción, agregando valores diferenciales sea por precio o por la calidad. En la actualidad, en distintos puntos del país se han formado clusters industriales en donde la suma de esfuerzos claramente redunda en beneficios para cada una de las empresas que conforman esos grupos asociativos. El planteo es en su génesis sencillo: varias pymes se juntan creando un círculo virtuoso que genera una mejora de producto y permite un aumento en la escala de producción, lo que de forma consecuente posibilita ir en la búsqueda de nuevos mercados externos. Si bien la asociación requiere la puesta en consideración de una serie de factores que son determinantes para el éxito futuro, el hecho de aunar voluntades les permitió a muchas pymes alcanzar un presente positivo.

En el país funcionan unos 130 clusters de los sectores de la actividad metalmecánica, madera y mueble, textiles, software, alimentación, biotecnología, bioingeniería, electrónica, turismo, indumentaria, diseño gráfico, artesanías y de la industria cultural. Estos grupos reúnen a 1.400 empresas en 18 provincias, generando unos 10 mil empleos, lo que demuestra la solidez del entramado de empresas, los cuales aún poseen un mayor potencial de crecimiento. Por otra parte, para este año la facturación estimativa en exportaciones de los 17 clusters asistidos porla Sepymerondará los 18 millones de dólares.

Respaldo

Desde el Ministerio de Industria consideran la formación de clusters como un factor determinante para que las pymes puedan quebrar su techo productivo y avanzar en la mejora de la competitividad. Es por eso que desde la cartera conducida por Débora Giorgi se le da apoyo al asociativismo de las empresas de un mismo sector o cadena de valor mediante programas de financiamiento y de asesoría. Quienes buscan conformar un cluster y acceder a los programas de apoyo deben ser empresas o unidades productivas legalmente constituidas en el país, de un mismo sector o cadena de valor, que tengan un proyecto común; deben ser cinco mipymes como mínimo y presentar un proyecto conjunto.

Los beneficios que ofrece el programa de Sistemas Productivos Locales dela Sepymese canalizan a través de aportes económicos no reembolsables. El subsidio cubre las inversiones y actividades pautadas en un Plan de Trabajo Asociativo por hasta 300 mil pesos en aportes no reembolsables para una inversión de uso común y en el caso de clusters ya maduros, el aporte asciende a 600 mil pesos (o el 60 por ciento del proyecto). A su vez, para asesorar a los empresarios en la ejecución,la Sepymecuenta con la línea de Fortalecimiento Asociativo que cubre, durante un año, los honorarios de un coordinador elegido por el grupo para formular un plan de trabajo con los objetivos y adquisiciones programadas para aumentar la producción y competitividad de las empresas. Por otro lado, el resto de los programas dela Sepyme–que son de acceso individual por parte de las empresas– también sirve para fortalecer a los clusters. Así, por ejemplo, el Fonapyme puede ser utilizado para financiar proyectos individuales de las empresas que están en un cluster, pero orientados en la lógica del grupo asociativo. Del mismo modo las empresas pueden aprovechar los beneficios del programa PACC de asistencia técnica. “El programa de asistencia a los grupos asociativos rescata una idea sencilla y con mucho potencial, como es que las pymes, al asociarse, no pierden identidad y en contrapartida ganan escala de producción y de negocios”, explican desde el Ministerio de Industria.

En cuanto al respaldo recibido, Adrián Tittarelli, coordinador del Grupo Exportador de Agropartes de Las Parejas, consideró: “El apoyo de Sepyme fue muy valioso, dado que el Programa de Sistemas Productivos Locales se hizo cargo del financiamiento del coordinador durante un año, se consiguió apoyo para realizar la imagen institucional del grupo, como página web, folletería, banners, etcétera. Además se logró asesoramiento en todo lo que refiere a asistencia a ferias y armado de consorcio de exportación. Por otro lado, realizar un seguimiento del plan de actividades propuesto mediante informes mensuales posibilitó que el grupo no dilate las decisiones y se lleven adelante los compromisos asumidos. El hecho más importante que logró el grupo fue poder establecer su propio centro de distribución en los Estados Unidos, que está en la ciudad de Louisville en el estado de Kentucky. Esto posibilitó que las exportaciones del grupo sean más fáciles de realizar, dado que se cuenta con personal permanente, servicio posventa y asistencia técnica en ese país”.

Según datos del Ministerio de Industria, durante los últimos cuatro años la inversión pública en el estímulo a estos grupos suma alrededor de 12 millones de pesos. La asistencia se incrementó año a año y, por ejemplo, en 2011 se duplicó esa inversión con respecto a 2010. Ese monto hay que leerlo con cuidado: por un lado, no toma en cuenta los honorarios de los profesionales del programa ni de los coordinadores técnicos de los clusters, financiados por el Estado. Más allá del apoyo económico, desde la cartera industrial indicaron que “en cuanto a los beneficios que el programa tiene para las pymes, su mayor impacto no son tanto los fondos que se entregan para financiar inversiones sino todo el trabajo técnico y articulado con las empresas, que finaliza con la constitución de un cluster sostenible en el tiempo”.

Fundamentos

La integración potencia a las partes, redundando en beneficios que para las empresas serían difíciles de alcanzar de forma solitaria. Es por eso que desde la cartera industrial consideran sumamente importante el fomento y respaldo a los clusters. “La asociatividad es una herramienta central para el desarrollo de las pymes, y por lo tanto su difusión y su generalización son una prioridad de la política pública para el sector. Asociándose, la pymes pueden, sin perder su individualidad, aumentar su escala productiva, exportar, incorporar tecnología, entre otros aspectos, en condiciones mucho mejores que si lo intentaran individualmente. El asociativismo es, de alguna manera, una respuesta y una consecuencia a la creciente interdependencia productiva que ha generado la globalización. El mundo se ha tornado extremadamente competitivo y es necesario desarrollar los saberes colectivos. La tecnología avanza inexorablemente. Por lo tanto, el aprendizaje tecnológico debe recorrer el mismo camino colectivo. Ninguna empresa aprende a producir sola. Produce en conjunto y aprende a producir en conjunto. Por eso es que incentivar el funcionamiento colectivo de las empresas está entre las prioridades del Ministerio de Industria”, enfatizó Giorgi.

En cuanto al futuro de los grupos asociativos, desde el Ministerio de Industria consideraron que “hay sectores que tienen una potencialidad significativa, tanto por el factor territorial como por la cuestión sectorial. Dentro de la cadena de valor agroalimentaria las pequeñas unidades productivas pueden mejorar la competitividad sistémica y proyectarse desde las economías regionales. También hay mucho potencial en la industria de la madera y el mueble, la cadena textil y la producción metalmecánica”.

Dentro los grupos asociativos, un caso destacado es el desarrollo de clusters combinando diferentes cadenas de valor, como por ejemplo la cadena metalmecánica que desarrolla equipamiento para la producción agropecuaria. El caso de la maquinaria agrícola para la producción cerealera es paradigmático: la interacción entre usuarios y productores de maquinaria genera un flujo constante de información sobre el producto que mejora los procesos productivos y promueve avances tecnológicos. Esto mismo se está desarrollando y podría potenciarse en otras producciones, como la vitivinícola y de las frutas tropicales, entre otras.

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