La segunda jornada del juicio oral donde se dirime la muerte del adolescente Walter Cáceres transcurrió sin sobresaltos en cuanto a los testimonios, pero sí estuvo signada por una magra exposición fiscal que, en varias oportunidades, no dejó en claro el objeto de las preguntas. Entre otros, declaró ayer el sindicado jefe de la barra brava rojinegra, Diego Panadero Ochoa, quien estaba en uno de los micros que fue atacado a balazos en febrero del año pasado sobre la autopista Aramburu, a la altura de barrio Las Flores. La esperada declaración del Panadero no dejó mucha tela para cortar aunque la fiscal de la causa solicitó la extracción de copias para que se investigue la supuesta comisión del delito de falso testimonio. También declaró uno de los heridos durante la balacera, quien aseguró que hubo respuesta armada desde los colectivos. Posteriormente se introdujo por lectura la testimonial de otro herido en el hecho –que murió tiempo después en un confuso episodio en la puerta del boliche Soho– que negó la existencia de disparos repeliendo el ataque, aunque ambos coincidieron que la emboscada estaba relacionada con cuestiones de la barra brava.
La audiencia de la tarde se inició con el testimonio de Diego Panadero Ochoa, jefe de la tribuna del club del parque Independencia, y según la exposición de la fiscalía, destinatario de los disparos que terminaron con la vida de Cáceres. En su declaración, Ochoa sostuvo: “Soy hincha de toda la vida y voy a la cancha. Cuando puedo voy entre semana, soy como cualquier hincha”, aunque en ningún momento la fiscal logró que el testigo sostuviera que es un referente de la barra, como lo manifestó en el juicio por el homicidio de Roberto Caminos, realizado hace dos semanas.
Luego Ochoa se refirió a lo ocurrido el día del atentado. “Veníamos de Buenos Aires y a la altura Las Flores el colectivo en el que me trasladaba tuvo un desperfecto. Nos detuvimos y habíamos pinchado, entonces esperamos el otro micro y se inició la balacera”. El testigo no supo precisar quiénes fueron los agresores, cuanto tiempo duró, ni qué tipo de armas se usaron para el ataque. Asimismo dijo no conocer a los acusados Fleitas y Marchessi, y refirió que nunca vio a Cantero en la cancha.
En relación a los motivos de la balacera, Ochoa dijo desconocerlos, lo que implicó la réplica de la fiscal Ana Rabín que habló de una contradicción entre lo dicho en el recinto y una declaración espontánea que Ochoa realizó durante la investigación.
En ese momento los defensores objetaron el intento de la fiscal de leer la declaración, lo que valió el comentario de Rabín: “¿Cuántos abogados defensores tiene el señor Ochoa?”. Todo terminó con la intervención del presidente del Jurado, que permitió la lectura de unas líneas de dicha declaración donde el testigo refería: “El motivo de la balacera es porque los Cantero me quieren correr de la barra porque el Pimpi quiere recuperar la hinchada”; a lo que agregó que supo de ello por gente allegada. Aunque en la audiencia el testigo explicó que se dio cuenta de que esos dichos no eran ciertos porque quien se los había contado lo había traicionado y ya no estaba a su lado. Seguidamente, la fiscal solicitó una investigación por falso testimonio de Ochoa.
La voz de un herido
A continuación declaró Carlos M., una de las personas que iba en el micro y recibió un disparo en la cara. El hombre relató el momento del ataque y sostuvo que escuchó ruido de ametralladoras y pistolas, a la vez que expresó que los balazos provenían del lado de la banquina del barrio Las Flores y que se produjo una respuesta (armada) desde los colectivos. El testigo sostuvo que escuchó en el barrio que la agresión “era mano del Pimpi”. Posteriormente se incorporó por lectura dos declaraciones de Diego Malcovic que en el ataque recibió lesiones y un año después murió en un confuso hecho en la puerta de Soho, aparentemente a manos dela Policía. Dela lectura del testimonio surgió que iba en un auto y paró a auxiliar al colectivo y desde Las Flores le disparaban. “Eran ráfagas de 30 o 40 disparos de ametralladora”, que había una escuela y provenían de esa dirección pero desde los yuyales. Asimismo refirió que no pudo divisar a los atacantes pero que sospechaba que eran ex barrabravas y que no vio que repelieran la agresión desde los colectivos.
Tres impactos en la cabeza
Posteriormente expuso Alicia Cadierno, médica legista que explicó que Cáceres recibió 4 impactos de bala, tres de ellos en la cabeza del lado izquierdo. Mientras que el experto en balística Gustavo Colombo sostuvo que recibió una cantidad de vainas a peritar de las cuales 19 fueron disparadas con una ametralladora automática y 12 por dos pistolas semiautomáticas. El perito refirió que los disparos que Cáceres recibió en la cabeza son atribuibles a una ráfaga de arma automática, por la corta distancia existente entre disparo y disparo. Asimismo, sostuvo que con los elementos del expediente determinó que los disparos contra el micro pudieron provenir desde la derecha, desde unos15 metrospor delante del colectivo y a unos45 metrosde distancia. El experto sostuvo que los disparos fueron por ráfagas y que, a su criterio, Cáceres fue herido cuando se encontraba arriba del colectivo, yendo hacia el final del micro. Y que no encontraron elementos que determinen una respuesta armada.
La palabra de los choferes
Durante la mañana, el Ministerio Fiscal representado por las letradas Ana Rabín y Nora Marull presentaron seis testigos entre los que se encontraban los tres choferes de los ómnibus que quedaron en medio de la balacera (Heber Adrián G., del colectivoLa Vanguardia; Roberto Andrés R., de El Cóndor; y Luis Gerardo A, que iba en El Litoral Tour); el hincha Lucas G., quien declaró en la etapa instructiva que cuando comenzaron las detonaciones se escondió en unos pastizales de los que salió solamente cuando terminó de escuchar los estampidos y dos policías que cumplieron funciones en las pericias que se realizaron al coche que resultó más afectado por los proyectiles.
A grandes rasgos, el abogado Marcelo Piercecci (defensor de Mariano Salomón, imputado como partícipe secundario de los hechos que se juzgan) preguntó al trío de conductores si recordaban los horarios de llegada al peaje de General Lagos y cómo era el clima dentro de los transportes desde que salieron de Buenos Aires hasta el momento de la balacera.
Sobre los horarios, sólo el conductor del colectivo El Cóndor –que fue el que reventó las dos cubiertas– dijo que pasó el peaje antes de las 3 de ese día y que la balacera comenzó a los 15 minutos. Ante las preguntas por parte del resto de los abogados defensores sobre si pudo divisar a las personas que disparaban contra los vehículos, Roberto R. sostuvo que sólo pudo ver una figura iluminada por las ráfagas del arma que utilizaba porque después corrió hacia el centro de la autopista, se tiró boca abajo hasta que terminaron los disparos, quedó solo y huyó del lugar con el transporte averiado. Además, dijo que en el trayecto hasta llegar a su casa no cruzó a ningún móvil policial, que suelen estar en ciertas arterias estratégicas, y aseguró que desde la balacera no hace más viajes con simpatizantes.
Sobre el clima que imperaba a la vuelta del partido, los choferes rememoraron que todo transcurrió con normalidad hasta que pasaron el peaje de General Lagos, y uno de los coches tuvo que estacionar frente a barrio Las Flores y sufrieron la emboscada.
Al único testigo al que se le preguntó si en su coche viajaba Ochoa fue al conductor deLa Vanguardia–que tenía que dejar a los hinchas de Pueblo Nuevo–. El testigo declaró que el actual líder de la barra brava leprosa estaba en el colectivo de El Cóndor, junto con quienes llevaban las banderas y los bombos, para luego explicar la sucesión de hechos que terminaron con su colectivo regado de orificios de bala.
El hombre aclaró también en su momento que comentó a otros pasajeros que mientras transitaba por la autopista Aramburu le llamó la atención que al llegar a la altura de la planta de General Motors salieron dos motos del lugar. “Dije que era raro ver dos motos salir de ahí a esa hora y con esa llovizna porque no te dejan ir en esos vehículos. En una de las motos iban dos y en la otra no vi porque estaba muy oscuro. Una me pasó y la otra dobló a la altura del puente de Cargill, se desvió para la derecha, bajó atrás por la calle del cementerio, la que sería la continuación de San Martín de Rosario, y después no presté más atención. Y me llamó Andrés por radio para decirme que había roto los dos neumáticos así que bajé a la gente de Pueblo Nuevo y volví a esa zona para auxiliarlo”, relató el chofer.
En el desarrollo de la audiencia quedaron algunas incógnitas sin explicar: la rotura de los neumáticos duales del coche de la empresa El Cóndor, a la altura de barrio Las Flores, que en un primer momento se dijo que se debió a la presencia de miguelitos; la ubicación física de Ochoa, al que la fiscalía apuntó como blanco de los disparos que se sucedieron esa noche, en qué coches viajaban las personas que resultaron heridas (entre ellas la víctima fatal) y la presencia y cantidad de vehículos particulares que fueron nombrados en la etapa instructiva y que también estaban estacionados cuando se desató el ataque.