Tomar no menos de diez vasos de agua diarios y cuidar la cadena de frío de los alimentos son las claves para no sufrir deshidratación, ni enfermedades que pueden ser causadas por bacterias presentes en comidas mal conservadas.
Distintos nutricionistas coincidieron en que la hidratación del organismo es fundamental ante las altas temperaturas que predominan en el verano, las cuales pueden provocar golpes de calor que ponen en riesgo la salud.
Mónica Katz, especialista en nutrición dela Universidad Favaloro, sostuvo que “básicamente, ante las altas temperaturas hay que ingerir líquidos y comer alimentos que los contengan como las frutas o las verduras o aquellos denominados esponjas, que son los que absorben agua como las pastas o el arroz”.
Katz puntualizó que “no hay que bajar entre los 8 y 10 vasos de líquidos diarios a ingerir en verano, porque cuando llega la sed es tarde y significa que hay algún grado bajo de deshidratación”.
La especialista añadió que “en lo que también hay que prestar atención en verano es en no cortar la cadena de frío de los alimentos, sobre todo cuando se llevan alimentos a la playa”.
Sostuvo que “no se pueden llevar fiambres, mayonesas o rellenos con pescados en una heladerita a la playa, porque ese frío no es suficiente para conservarlos”.
Explicó que “esa situación hace más proclive a la persona a contraer enfermedades que transmiten los alimentos en mal estado”.
Por su parte, Rubén Kliger, especialista en nutrición y experto en soporte nutricional del Sanatorio de los Arcos, señaló que “afortunadamente son cada vez más los sitios de vacaciones que incluyen en sus menúes opciones saludables, dejando atrás los combos de hamburguesas, panchos, frituras, empanadas y gaseosas”.
Kliger señaló que “si bien estos alimentos no son prohibidos, no resulta conveniente ingerirlos a diario bajo extremas condiciones climáticas”.
Indicó que “en cuanto a la alimentación en la playa, se deben evitar las comidas calientes y todas aquellas que signifiquen mayor trabajo digestivo, como los alimentos hipocalóricos, las grasas en exceso, las frituras y el alcohol”.
“Lo más conveniente será incorporar en nuestro menú frutas y verduras de temporada, cuyo alto contenido de agua, fibra, vitaminas y otros nutrientes resultan muy convenientes para enfrentar las altas temperaturas, sacian nuestro hambre y sed contribuyendo a mantener la piel nutrida e hidratada y acondicionándola para la exposición al sol”, puntualizó.
Respecto de la conservación de alimentos, indicó que “las altas temperaturas favorecen la proliferación bacteriana y cuando los alimentos se calientan, se convierten en un caldo de cultivo, dado que su descomposición se produce con mayor rapidez”.
Kliger explicó que “las consecuencias que puede producir la ingesta de comida en mal estado pueden ser desde un simple dolor de cabeza o estómago hasta un cuadro de gravedad con vómitos, diarrea, fiebre y deshidratación”.
Añadió que “otros cuadros frecuentes en el verano, son la salmonelosis con diarrea, deshidratación y fiebre frecuentemente asociada al consumo de mayonesas caseras o alimentos en los que incluyan huevo crudo”.
Por esos motivos, insistió en que “debemos hacer todo lo posible para mantener la cadena de frío e ingerir los alimentos cocidos y una vez sacados de la heladera”.