Si hay alguien que estuvo esperando el estreno de la película Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio es Gustavo Gutiérrez, tintinólogo y experto en la obra del belga George Remí, conocido con el seudónimo de Hergé, autor de los 24 libros que conforman las peripecias del joven reportero acompañado por su pequeño perro Milú. Hoy llega a los cines rosarinos el film dirigido por Steven Spielberg y Peter Jackson, que tuvo su preestreno hace tres meses en París, al que fue invitado Gutiérrez por pertenecer a una asociación que agrupa a los fanáticos de Tintín. “No pude ir. Por razones laborales”, se lamenta. Ahora llegó el momento y al fin verá la esperada película. “Pero igual tengo una sensación agridulce: espero que la mirada americana de Tintín no lo lleve ala Cajita Feliz”, se previno ante el ya veterano director estadounidense y el neocelandés que alcanzó el estrellato mucho más joven, pero también en Hollywood. Gutiérrez es ingeniero, tiene 46 años, y es dueño de una colección de objetos única sobre Tintín, que incluye la versión en todos los idiomas deLa Estrella Misteriosay Cangrejo de las Pinzas de Oro, dos de los títulos con más traducciones. “Me gustó de la obra de Hergé que todos tenemos algo de Tintín o de sus personajes. No tiene superpoderes, le pasan cosas que nos ocurren a diario”.
—¿Cómo llegó a la historieta?
—Me dio pena no haberlo leído de chico. A Tintín lo conocí a los 30 años, en un viaje que hice a Inglaterra. En Cambridge vi una tienda exclusiva que vendía remeras con la imagen de Tintín y me gustó. A partir de ahí comencé a comprar los libros, me entusiasmó mucho no sólo la historieta en sí sino la obra de Hergé, su backstage: los estadios emocionales, espirituales y psicológicos de él. Si le agregamos que comienza en la década del20 aescribir sus primeros libros, y finaliza en los 80, hay un marco político internacional en sus historias.
—¿Qué sabe de la película?
—Fui invitado al estreno mundial en París hace tres meses pero no pude ir. Me llegó la invitación por ser coleccionista y ser miembro dela Asociación Hispanoamericanade Tintín, además de participar en foros donde tintinólogos de todo el mundo cruzamos e intercambiamos opiniones sobre la obra de Hergé. Llevó 15 años que Steven Spielberg y la viuda de Hergé, Fanny Vlamynck, que preside con su actual maridola Fundación Hergé, se pusieran de acuerdo para hacer la película, porque había que respetar el espíritu del cómic. Es el propio Spielberg quien demora la producción de la película para esperar que la tecnología esté acorde a lo que él entendía era lo mejor.
—¿Qué opinión hay en los foros sobre Tintín?
—Hay muchos a favor y muchos en contra. En mi caso es de un sabor agridulce: me da miedo que en la película se pierda la calidad, cómo será la voz de Tintín… Teniendo en cuenta que está realizada y producida por dos directores norteamericanos como Spielberg y Peter Jackson, espero no tenga un dejo de cultura McDonald’s. Creo que la película está apuntada para los admiradores europeos de Tintín; no sé si los americanos la valorarán. No veo a Tintín en la cajita feliz…
—En la Argentina Tintín no parece ser tan conocido como los cómics de Marvel o DC. Es como si la historieta estuviera atravesada más por la cultura americana…
—A diferencia de los cómics americanos a Tintín lo comparten los chicos y los grandes. El mismo Hergé promocionaba a la historieta “para lectores de7 a77 años”. Normalmente Batman o El Hombre Araña es más para los chicos, y los padres van para acompañar. Pero con Tintín ocurre que la gente que lo leyó en su época se lo pasó a sus hijos y siguieron ligados a la obra. Todos tenemos algo de Tintín y su espíritu aventurero o de Haddock y su malhumor, o medio tontos como Hernández y Fernández, que no son hermanos pero son iguales, se diferencian sólo por el bigote y siempre están discutiendo; o Tornasol, que es un científico loco y distraído. A mí me gusta un personaje que se llama Serafín Latón o Séraphin Lampion, según la traducción, que aparece muy poco pero me parecen fantásticas sus pequeñas intervenciones. Todos nos podemos identificar con sus personajes. Por eso nunca me pude identificar con Superman, por ejemplo, porque tiene poderes sobrenaturales.
—En “Tintín en el Congo” le objetan el trato a los nativos…
—Hay que ubicarse en la época, en cuando él escribió esa historia. Era muy joven. Estaba muy influenciado por una fuerte educación católica, tenía a su lado a un cura filo nazi que le terminó imponiendo la mujer con la que se casó, muy joven. Allí escribe Tintín y los soviets y Tintín en el Congo. Lo escribía en un diario escolar, en los finales de los años 20. Después irá cambiando hasta que en los principios de los años 70 escribe Tintín y los Pícaros, en el que Tintín termina liderando a un grupo guerrillero que desplaza a un dictador latinoamericano. Eso está inspirado en lo que fuela Revolución Cubana.Es decir que se puede ver un Tintín nacionalista en los comienzos, hay un Tintín que se va al Tíbet a resolver sus problemas existenciales, hay un Hergé que se ríe de su ex mujer, en Las joyas dela Castafiore, que se desarrolla en el castillo Cheverny, y finalmente el Tintín que se une a la guerrilla para pelear contra un dictador de opereta. Es el mismo Tintín que resume la vida de Hergé en 60 años.
—En su momento vincularon a Hergé con el nazismo, ¿por qué?
—Cuando los nazis ocupan Bélgica, Hergé hacía la tira en un diario que obviamente respondía a los intereses alemanes. Él era muy joven y estaba muy influenciado por un cura filo nazi que incluso le impuso la mujer con la que se casó. Cuando finalizó la guerra, Hergé se quedó sin trabajo, acusado de colaboracionista, y se instala en Suiza, solo. Recibe una carta de su mujer que le pedía que regresara a Bélgica, no por él, sino por los lectores de Tintín. En el 56 arma su propia editorial porque nadie le publicaba, se separa de su esposa –algo que lo atormentaba por su formación católica– y se enamora de una de sus colaboradoras, una colorista, Fanny Vlamynck que hoy presidela Fundación Hergécon su actual marido. En esos años escribe la que para mí es la mejor obra: Tintín en el Tíbet, donde se ve todo en blanco, el cómic está desarrollado todo en blanco por su estado emocional. También va a la luna, quince años antes que el hombre pisara nuestro satélite. Luego de ese período desarrolla una obra cómica y disparatada que ocurre todo en un castillo de Francia, Moulinsart –que en realidad se llama Cheverny, en el corazón del Loira– que es Las joyas dela Castafiore, donde un poco se burla de su ex mujer. Acusar de colaboracionista a Hergé en aquel momento es como acusarlo a Caloi de lo mismo cuando en plena dictadura publica Clemente. Incluso Hergé, cuando conoce la obra de Héctor Oesterheld, autor de El Eternauta, y se entera de que estaba desaparecido desde el año 77, le envía una carta a Galtieri pidiendo por su aparición con vida.
— ¿Estuvo en Bélgica?
—Bruselas es la capital mundial del cómic, tuve oportunidad de conocerla y es notable ver cómo en las paredes de sus edificios hay historietas pintadas. Allí está el museo mundial del cómic y en el ingreso hay una gran estatua de Tintín y el cohete de la historieta Objetivola Luna. Hergéfue el creador de lo que en dibujo se denomina “línea clara”, que es una forma de dibujar: se tomó el trabajo de que en cada cuadrito de sus historietas, cada elemento que allí aparecía, existiera en la realidad. Si Tintín estaba en una estación de trenes, ese lugar debía ser real. Un caso muy claro es el castillo de Moulinsart, que en realidad es el castillo de Cheverny. Esa obsesión que tenía por copiar la realidad de cada cosa… los autos eran autos de la época, todo eso también me interesó mucho del autor. Luego de la muerte de Hergé, lo que deja como legado es que su obra no podía continuar. Su último libro, Tintín y el arte Alfa, quedó inconcluso, le quedaron dos páginas por terminar. Había un imitador de Hergé que lo dibujaba a la perfección, el canadiense Yves Rodier, le da color a los originales y los termina. Tuve la oportunidad de ver dos muestras: una en Bruselas, que se llamaba “Tintín enla Ciudad”, y otra en Barcelona, que se llamó “Tintín y el Mar”. Se podía ver cada uno de los lugares de la vida real donde transcurrían las historietas, así era posible ver los objetos de los lugares o si había barcos, o el submarino creado por el profesor Tornasol en El Secreto del Unicornio. Había un mapa de Bruselas donde se indicaba con un botón el lugar exacto donde estaban los dibujos que inspiraron a Hergé. Uno podía pararse con la historieta en la mano y observar el lugar que eligió el autor para tomar para cada uno de sus cuadros.
—¿Qué objetos colecciona puntualmente de Tintín?
—Siempre me pareció que era un cómic que tenía algo más. Hay más libros que hablan de la obra de Hergé que la cantidad de historias que escribió el autor, que fueron 24 títulos. El tema no es juntar objetos sino conocer la obra, es un hobby caro. Colecciono dos títulos en todos los idiomas: por las tapas, elegí La estrella misteriosa y El cangrejo de las pinzas de oro. Y también los objetos que están dentro de estos cómics son los libros más traducidos, y agregué Las joyas dela Castafiorecon todos los idiomas de los cantones franceses. Tengo títulos en árabe, en chino, siempre me gustaron los idiomas. Como coleccionista no era tanto tener el libro, sino todo lo que hice para conseguirlo: me faltaba uno. La estrella misteriosa en islandés, que no se editaba desde el año 73 y no lo podía conseguir. Por e-mail me puse en contacto con una persona de Rejkiavik, lo puse en búsqueda y me lo consiguió en tres meses. O Tintín en árabe: además que se lee de atrás para adelante, tiene sus páginas pares en color y las impares en blanco y negro, una rareza. O Tintín en singalés, que es el idioma de la ex Ceilán, una isla frente ala India, y los textos son todos con símbolos similares a la arroba. Tuve que escribir en ese idioma para pedirlo, me mandaron el formulario en ese idioma, tuve que poner mi número de tarjeta de crédito en ese idioma. Y finalmente me llegó, por 2 dólares…