Quien hubiera pensado que aquel humilde club de barrio que fundaron un grupo de trabajadores del barrio Refinería en la casona de Juan Romero, un vecino del barrio, estaría cumpliendo hoy cien años de vida.
Al igual que la mayoría de los clubes de nuestro país, la historia de Argentino comienza ligada con el mundo de los trabajadores.
En 1889 se instaló en Rosario la primera refinería de azúcar del país y a su alrededor se constituyó un barrio obrero que llevó precisamente el nombre de Refinería. Casi simultáneamente, el Ferrocarril Córdoba-Rosario inauguró en la zona la estación “Embarcaderos”, para el servicio de cargas.
Precisamente ese nombre de Embarcadero fue uno de las primeras designaciones del club, aunque luego tomó el título de club Atlético Nacional y, posteriormente el que conserva hasta el día de hoy: Club Atlético Argentino.
Pionero en el fútbol rosarino, en 1943 el recordado presidente José Martín Olaeta inscribe al club en el recientemente creado torneo de AFA, en la denominada Segunda de Ascenso. Pero tras no aprobar la inspección del estadio, el mandamás pagó de su propio bolsillo un terreno donde luego levantó el nuevo estadio, entre la avenida Sorrento y Roma (hoy Víctor Mercante). Allí nació un nuevo espacio en la vida del Sala: barrio Sorrento, ahora conocido como barrio Sarmiento.
Descensos y ascensos, alegría y tristezas, en sus cien años de historia Argentino vivió tantos momentos buenos como malos, aunque a lo mejor ninguna tan triste como el que atraviesa ahora en la última categoría del fútbol argentino.
Varios de los protagonistas que hicieron grande la historia del club charlaron con El Hincha y recordaron los mejores momentos. Además, todos coincidieron en un solo deseo: que Argentino retome el camino de los éxitos.
“Me produce un dolor enorme ver ahora donde está el club. No merece estar ahí”, expresó Marcelo Grioni, exjugador e integrante del cuerpo técnico que lideró Pablo Marini, y que le dio el último titulo a la institución en 2004.
“Lo que más recuerdo de aquel plantel era la unión que había entre todos los integrantes. Eran un grupo bárbaro, con una fuerza de voluntad tremenda y unas ganas de quedar en la historia aún más grande todavía”, agregó el Pitufo, mano derecha de Marini en aquella campaña que devolvió a la B al Salaíto.
“Fueron tan buenos esos grupos que integré que hasta el día de hoy sigo en contacto con la mayoría de los muchachos”, opinó por su parte Marini.
“El grupo del ascenso 2004-2005 fue impresionante. Cuando recuerdo los penales ante Barracas Central todavía me pongo nervioso. Fueron muy emocionantes, pero yo estaba muy tranquilo porque mis jugadores también lo estaban. Cuando terminó el partido (NdR: Argentino ganó 2-1 el partido de ida y perdió por el mismo marcador el de vuelta) les dije a los muchachos que habían hecho todo”, afirmó el DT.
“Ese grupo tenía mucho sacrificio, era un plantel muy unido. Cuando surgieron los problemas con Pablo y vimos que estaba mal decidimos no entrenar hasta que no se solucionar la situación. Después todo fue positivo, ya que lo que hizo Pablo fue histórico”, sentenció David Luzzi, autor del penal que le dio el ascenso al Sala.
“Ellos como grupo se portaron de manera extraordinario conmigo, se la jugaron por mí cuando tuvimos problemas con la gerenciadora e hicieron un sacrificio muy grande que fue reconocido y premiado con el ascenso”, relató Marini sobre aquel equipo que logró el ascenso en cancha de Huracán con el “Paca” Mauro Andrada como figura excluyente, tras contener dos remates en la definición desde los doce pasos.
De todas maneras, la historia de Pomelo en Argentino comienza antes. Goleador nato, Marini también fue protagonista del recordado equipo que estuvo a un paso de lograr el ascenso a la B Nacional en 1995.
“A pesar de haber perdido la final fue un momento que nunca olvidaré, había mucha ilusión en todos nosotros, fue algo lindo pese a la derrota ver toda esa gente llenando el Gigante de Arroyito (ganó Tigre 2-1)”, expresó el DT sobre el plantel donde también se destacaron entre otros el Flaco Rolando Schiavi y el Toto Abel Piva, actual DT del primer equipo.
Aquella final ante Tigre sería uno de los tantos partidos memorables en la historia de Argentino. Aunque sin duda el más recordado y legendario será el 4-3 ante Racing en cancha de Rosario Central en 1984.
“Ese partido a través del tiempo se va haciendo más y más grande. Ese día había casi 50.000 personas en el Gigante de Arroyito. Fue una locura”, recordó con nostalgia Villi Trebino, pieza clave en el elenco que conducía Norberto “Tablón” Bautista.
El delantero formó parte del equipo que consiguió el ascenso a la B Nacional en 1983 y que luego realizaría una campaña impecable en la segunda división del fútbol argentino.
“El equipo del 84 tenía todo lo que tiene que tener un grupo. Se habían juntado 8 o 9 chicos de Newell’s con experiencia en primera más los muchachos que hacían varios años que estaban en el club. Era un equipazo. La campaña fue tan buena, que hoy, casi 28 años después, nos seguimos juntado a comer y hasta a jugar un “picado”, y contar algunas de las tantas ideas que vivimos en esa época”, rememoró Trebino, autor del 4-3 final ante la Academia.
Tras un par de campañas irregulares, el Sala volvió a perder la categoría en el 89, pero la tristeza no duró mucho, ya que al año siguiente se quedó con el Octogonal que otorgaba el segundo ascenso.
En cancha de Estudiantes de La Plata, Argentino superó 1-0 a Defensores de Cambaceres con un tanto del Toto Piva y regresó a la B Nacional. José Machetti y Oscar Craiyacich fueron los conductores de aquella gesta inolvidable.
Por la gloria de ayer, por los jugadores que pasaron por la institución, por los hinchas que alientan en todas las canchas y en todas las divisiones, pero sobre todo por Rosario, Argentino merece festejar estos cien años como puntapié inicial de un ascenso que no debe prolongarse más allá de junio. El Salaíto es muy grande para estar en la última categoría del fútbol nacional, habrá que esperar que la pelota empiece a rodar y se pueda demostrar toda la grandeza que acumuló esta centenaria historia para gritar de una vez por todas, ¡Salaíto, Argentino y campeón!