El Gobierno nacional rechazó la decisión tomada por las autoridades inglesas de las Islas Malvinas de prohibir el desembarco de un crucero con 3.600 pasajeros abordo, de las cuales más de 20 estaban enfermos, y entre los que había turistas argentinos.
La Cancillería sostuvo que «espera» que la negativa de los kelpers a dejar atracar a la nave en Puerto Argentino «no se trate del enésimo acto hostil» dirigido a turistas de diversas nacionalidades.
«La Cancillería argentina espera que la medida tomada se base en razones estrictamente objetivas y que no se trate del enésimo acto hostil dirigido a turistas de varias nacionalidades, así como contra ciudadanos argentinos que tienen el simple deseo y la aspiración de conocer las Islas Malvinas», se indicó en un comunicado.
Con el título «Ante una nueva prohibición de visitas las Islas Malvinas», la cartera conducida por Héctor Timerman señaló que «las autoridades del ilegítimo y autodenominado gobierno de las Islas Malvinas prohibieron el descenso de turistas de un crucero, entre los que se encuentran ciudadanos argentinos, aduciendo supuestos problemas de salud pública».
«La nave, propiedad de una empresa estadounidense, había cumplido previamente con los protocolos sanitarios tanto de la Argentina como de Chile», se explicó en el parte de prensa.
El «Star Pricess» llevaba 3.600 pasajeros a bordo, había partido de Valparaíso -Chile- el pasado 7 de enero y tenía previsto realizar este fin de semana una escala en las islas en disputa.
Pero ante un brote de gastroenterocolitis, detectado en 20 pasajeros, el gobierno de Malvinas decidió prohibir el ingreso de la embarcación, aduciendo que la enfermedad contagiosa podría generar un brote entre los pobladores isleños.
Ámbito Financiero reveló que la denuncia fue realizada por el psicólogo argentino Luis Hauser, quien estaba a bordo del barco Star Princess cuando sucedieron los hechos. El crucero había partido desde Chile y se dirigía a Buenos Aires, antes de llegar a Río de Janeiro, su destino final.
Según señaló Hauser, «el capitán del crucero se mostró sorprendido» ante la negativa del Gobierno de Malvinas y aseguró que «fue una decisión sin precedentes y errónea por el bajo número de casos» de gastroenterocolitis.
Hauser agregó que el Star Princess había estado previamente en el puerto chileno de Punta Arenas y en Ushuaia, donde, dijo, recalaron «sin inconvenientes» a pesar de que los casos de gastroenterocolitis eran más que cuando el crucero intentó recalar en las islas Malvinas».
«Hubo mucho desencanto entre quienes queríamos llegar al archipiélago. Muchos iban a rendir homenaje a sus muertos en la Guerra de Malvinas. Un capitán quería dejar una placa en la tumba de uno de sus soldados», se lamentó Hauser.