Las cuentas del comercio exterior de la Argentina recibieron a un incómodo huésped en 2012: la sequía. La falta de lluvias que asfixia la producción agropecuaria se sumó este año a un escenario internacional de menor crecimiento con el que el país deberá convivir.
Según datos de la consultora Finsoport, las exportaciones totales crecieron 22,6 por ciento en 2011, un aumento parecido al que registraron en 2010. El nivel de importaciones, en cambio, subió 30 por ciento el último año, por debajo de la escalada del 45 por ciento de 2010, aunque provocó una merma de 1.506 millones de dólares en el saldo comercial. “Este resultado fue mejor al esperado, en especial si se tiene en cuenta que las importaciones de combustibles crecieron un 106 por ciento (+4.713 millones de dólares)”, recordó el informe económico.
Para Finsoport, el estrés hídrico y sus efectos sobre la producción y exportación agrícola vinieron a sumarse a una agenda más amplia que incluye además a la desaceleración de América latina, incluido Brasil, principal socio comercial de la Argentina.
Estadísticas del Banco Mundial difundidas esta semana señalaron que el crecimiento mundial en 2012 caerá a 2,5 por ciento, una merma de 1,1 punto porcentual en relación con el último documento difundido en junio de 2011 por el organismo multilateral. En 2011, la economía global se expandió 2,7 por ciento, por debajo del 4,2 por ciento de América Latina. Sin embargo, el Banco Mundial también previó una caída del crecimiento de la región, hasta 3,6 por ciento en 2012. Brasil crecerá 3,4 por ciento, México lo hará al 3,2 por ciento y Argentina se desacelerará hasta 3,7 por ciento.
En Argentina, la escalada de las exportaciones agrícolas y agroindustriales había sido hasta fines de 2011 “el vector más fuerte del comercio exterior”, destacó Finsoport y agregó que “era el plus que podía esperarse en un panorama de menor disponibilidad de divisas”.
Otras estimaciones del Banco Mundial indicaron además que el flujo bruto de capital hacia los países emergentes cayó hasta los 170.000 millones de dólares en el segundo semestre de 2011, que se comparan con los 309.000 millones que recibieron en el mismo lapso de 2010.
La consultora calculó que si la economía argentina se expande 4 por ciento en 2012, las exportaciones subirán 1,8 por ciento y las importaciones crecerían alrededor del 6,5 por ciento lideradas por más compras externas de combustible (27 por ciento), de manera tal que “el saldo comercial se reducirá, aunque no dramáticamente”. El superávit comercial caería 30 por ciento ó 3.241 millones de dólares en 2012. “Esa sí es una muy mala noticia en el panorama actual de la balanza de pagos de la Argentina”, diagnosticó Finsoport.
La perspectiva no es tan drástica si se analizan los efectos fiscales del estrés hídrico. La recaudación de 2011 por retenciones a las exportaciones fue de 54.163 millones de pesos, un aumento de 18,9 por ciento interanual, pero por debajo del 31,8 por ciento del promedio de todos los rubros. “Los derechos de exportación representan hoy tan sólo el 10 por ciento de los ingresos tributarios totales”, explican desde la consultora. El peso específico es muy inferior al del impuesto a las ganancias, el IVA o la Seguridad Social.
“En el ajustado panorama fiscal argentino, casi cualquier cifra es relevante, pero mirando el peso específico sobre el total de la recaudación, podría afirmarse que –hasta ahora– el daño fiscal generado por la sequía no es sustantivo”, soslayó Finsoport.