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Gestos y una oportunidad

Panorama político, por David Narciso. La sequía mostró buena onda entre los gobiernos provincial y nacional. Las críticas de Binner a la Casa Rosada incomodan a Bonfatti. La interna del PJ santafesino y los nubarrones en las cuentas públicas.

El convenio de asistencia financiera por el cual llegarán 15 millones de pesos a productores en emergencia por la sequía encontró a los gobiernos provincial y nacional con las relaciones bien aceitadas. Santa Fe no sólo fue la primera en declarar la emergencia y firmar el convenio, sino que se corona con la visita de hoy del ministro de Agricultura y Ganadería Norberto Yauhar para recorrer junto al gobernador Bonfatti el departamento 9 de Julio.

La buena onda que trasuntan ambas administraciones a la hora de gestionar la emergencia es la contracara de lo que resultó de la última etapa de los mandatos de Hermes Binner y Cristina Fernández. El caso de la sequía podría resultar el preámbulo de una idea que campea tanto en la Casa Gris como en la Casa Rosada: dos años de tregua y paz política. Sólo el tiempo dirá si la voluntad política alcanza y si todos los actores están dispuestos a morderse la lengua.

Los unos y los otros

En los dos principales frentes partidarios conviven realidades diferentes. Por el lado del Frente Progresista, sordos ruidos oír se dejan –como dice la Marcha de San Lorenzo– son las huestes que prepara Hermes Binner para luchar en 2015. Es que la potencial alianza nacional entre el Frente Amplio Progresista y la UCR por ahora sólo tiene como horizonte la crítica descarnada y la diferenciación del gobierno nacional, situación que siempre tiene vuelto. Y ahí es donde se agarra la cabeza Antonio Bonfatti, cuya gestión podría terminar absorbiendo las ondas expansivas de las peleas.

En el peronismo santafesino hay diferentes miradas sobre el perfil que debe asumir como oposición. Este será el condimento central a la hora de definir a las nuevas autoridades partidarias en mayo próximo. El 54 por ciento de votos que obtuvo la presidenta en octubre pasado barrió la disyuntiva entre quienes apostaban a un PJ alineado con el gobierno nacional y quienes no; ahora recobra peso la distribución de espacios de poder tras el fin de la etapa posreutemista y las ambiciones de algunos liderazgos por ahora parciales.

Agustín Rossi cree que el peronismo “no tiene que tentarse de actuar mezquinamente, de poner trabas por poner trabas”. A su criterio tiene que “intentar incidir, influir, pero no poner trabas”. En el PJ dan por hecho que Rossi pretende ser presidente del partido. Aunque él por el momento no dice ni sí ni no, el tenso episodio que terminó con su mano derecha y principal operador político en la presidencia de la Cámara de Diputados que pretendía María Eugenia Bielsa resultó una cruda muestra de sus pretensiones.

María Eugenia Bielsa no es afiliada, pero sí es una protagonista crucial para el esquema del PJ. A diferencia de Rossi, ella cree que el peronismo debe darse una política de internas para dirimir la conducción. Y pronostica, misteriosa, que en el turno electoral dentro de dos años, Rossi verá el resultado de –dice– haber privilegiado intereses sectoriales por encima de los del conjunto.

Más allá de si el peronismo terminará en las urnas o en lista única, esta discusión ya impregnó su funcionamiento en la Legislatura: existe, es real y ordena buena parte de los posicionamientos internos. Los agrupamientos de senadores entre dos polos rústicamente denominados acuerdistas y no acuerdistas lo expresa patente. En la Cámara vecina las divisiones –28 diputados en 8 bloques– responden en primera instancia a la necesidad de conservar una mínima cuota de poder de negociación interna en un contexto de atomización inédita; después de esa primera subdivisión sobrevendrán otros alineamientos vinculados al perfil de oposición que está en discusión, y que se irá vislumbrando en la medida que la agenda legislativa exija tomar posiciones.

Las cuentas públicas

El Estado santafesino presupuestó recursos por 33 mil millones de pesos para 2012. Arrastra un rojo de 1.500 millones del año pasado, lo que implica deuda flotante contraída con la que se financiaron gastos corrientes. Además, aparecen nubarrones en el horizonte, con alertas de posibles parates de obras públicas muy pesadas, como las que lanzaron la semana pasada desde la Uocra y la filial Rosario de la Cámara Argentina de la Construcción.

La cifra es manejable y proporcionalmente no compromete la situación económica y financiera de Santa Fe con relación a la mayoría de las provincias, en particular a las grandes, que son expresión cabal del deterioro progresivo que vienen sufriendo las cuentas del sector público en todo el país, y al que ahora se suma la incertidumbre sobre el ritmo de la economía.

Sin embargo, para tener una dimensión de ese rojo de gasto corriente, se puede –caprichosamente quizás– compararla con la cifra destinada en el presupuesto 2012 a “Amortización de la deuda y disminución de otros pasivos”: 228 millones.

Esos compromisos por 228 millones en un presupuesto de 33 mil millones son ínfimos. La pregunta es por qué una provincia a la que le sobra capacidad de endeudamiento, interno y externo, arrastra desde hace décadas un déficit social enorme, como el que evidencian los muertos en las rutas, los cortes de luz en el verano, las dificultades para proveer y expandir los servicios sanitarios. En algunos casos se empezó a intervenir, en otros no se pudo o no se quiso, según los tiempos de los gobernantes de turno y sus prioridades.

No es que no se hizo nada: la autopista a Córdoba y la autovía 19 se construyeron; un acueducto ya está funcionando y cuatro se pusieron en marcha y la EPE recibe inversiones millonarias. Pero es evidente que se requieren recursos que exceden los actuales, además de que no es justo ni lógico que una generación sola pague lo que van a disponer varias detrás de ella.

Esto viene a cuento de la necesidad de acuerdos políticos en sintonía con las demandas sociales de los santafesinos, cuestión en la que tienen que confluir justicialistas y  partidos del frente gobernante. No sólo por el complejo reparto del poder institucional actual en la provincia, sino porque es indispensable la luz verde nacional para contraer empréstitos exteriores (en noviembre hubo novedades alentadoras con el préstamos del Fondo de Kuwait para el Acueducto Reconquista).

La diferenciación es el ABC de la política y no tiene sentido exigirles a sus protagonistas que se sustraigan de ese juego. Entonces, como justamente 2012 es un año frío en términos electorales, se abre una chance concreta de alcanzarlos.

La paradoja de estos días es que fueron los problemas climáticos los que permitieron el buen clima entre las administraciones provincial y nacional; o mejor aún fue la sequía la que hizo florecer gestos de ambas partes, pequeños pero de fuerte peso simbólico, que se coronarán esta tarde cuando se encuentren en el norte provincial un ministro kirchnerista y el gobernador socialista de Santa Fe.

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