La historia de la producción del carbón argentino está hermanada con las necesidades energéticas surgidas a raíz dela Segunda GuerraMundial. Fue en 1941, cuando el directorio de la entonces petrolera estatal (YPF) creó la división Carbón Mineral con el objeto de estudiar las características de los carbones nacionales para su posible explotación. En cuestión de meses, las importaciones de carbón inglés habían bajado de 3 millones de toneladas a unos pocos cientos de miles. Yla Argentina, cuyas usinas eléctricas y ferrocarriles estaban hechos a la medida del carbón inglés, comenzó a sufrir en carne propia las restricciones impuestas por la guerra. El país comenzó a quemar bosques enteros, y hasta cereales, para suplir al carbón mineral.
El proceso de sustitución fue rápido y dio lugar a un notable emprendimiento público para sostener el desarrollo productivo y, de paso, incorporar a la economía a una zona fronteriza totalmente despoblada como el caso de Río Turbio, en Santa Cruz.
En cuestión de meses nacióla Dirección Nacionalde Combustibles Sólidos Minerales (DNCSM), y a ella se transfirieron los elementos de la ex división especial de la petrolera. La idea original no era sólo extraer carbón como complemento o sustituto del petróleo, sino ensayar posibilidades para la siderurgia naciente y extender la gama de posibles productos hacia las asfaltitas, los esquistos bituminosos y la turba.La DNCSMse convirtió así en la matriz de una empresa que debería organizar el ciclo completo de actividades, desde la localización del carbón mineral, su depuración, el transporte y la colocación en el mercado consumidor.
Comienzos difíciles
Para marzo de 1948 ya existía en la zona un servicio de exploración y prospección minera completo. En un principio, la extracción se hacía con un compresor que accionaba a la vez diez martillos picadores. El transporte en la mina se hacía por medio de vagonetas que cargaban hasta media tonelada. Luego, el carbón era evacuado por una cinta transportadora con destino a las tolvas de almacenamiento, desde las que se lo conducía a la planta de depuración.
Se trabajó en condiciones muy difíciles. El campamento minero inicial –viviendas, oficinas y talleres– estaba constituido por un extenso conjunto de carpas. Sin embargo, el primer esfuerzo alcanzó para establecer reservas por 37 millones de toneladas, que se ampliaron luego a 100 millones y más tarde, con el descubrimiento de un segundo manto carbonífero, se confirmó la existencia de 450 millones de toneladas. Había carbón para más de un siglo.
La llegada de un contingente de trabajadores y familias genovesas (1948) implicó la primera radicación orgánica en la región de Río Turbio. Luego se sumaron rusos y bolivianos, pero la mayor afluencia de mano de obra llegó desde la cercana localidad del Puerto Natales (Chile), que llegó a concentrar a casi dos tercios de los trabajadores.
El 24 de enero de 1949 comenzó el montaje del primer galpón en que habrían de alojarse los obreros. Por esa razón, la fecha es considerada como el día de la fundación de Río Turbio. En cuestión de semanas se instalaron 72 galpones, una usina eléctrica, el servicio de agua potable, se tendió una red cloacal, se construyeron las calles y se montó una conexión telefónica. Fue uno de los últimos pueblos fundados en el país.
Sin embargo, el mayor problema técnico no fue tanto fundar el pueblo ni extraer el mineral, sino el transporte hasta el potencial mercado consumidor. Para llevar el carbón hasta el Atlántico, en primera instancia se utilizaron camiones con motores a vapor. La iniciativa, sin embargo, fracasó al comprobarse que el trayecto de ida y vuelta implicaba consumir casi un tercio de su propia carga. Ésa fue la razón central de la construcción de un trazado ferroviario y un muelle carbonero en Río Gallegos.
Los250 kilómetrosdel ramal ferroindustrial “Eva Perón” fueron terminados en algo más de un año, justo al tiempo en que se temía por el estallido en Corea dela Tercera GuerraMundial. El yacimiento fue declarado de utilidad pública de inmediato para eliminar la reiteración de las consecuencias ya sufridas por la dependencia respecto del abastecimiento externo.
Nuevas aplicaciones
El derrocamiento del gobierno peronista implicó un deterioro en las condiciones laborales y en los niveles salariales, pero no alteró la decisión política de sostener la producción en la cuenca carbonífera. Así, un decreto (el 3682/58) firmado por el presidente Frondizi, le atribuyó autarquía en su gestión económica y la denominación definitiva de la empresa: Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF). También en ese mismo año (1958) se comenzó la construcción de una segunda planta depuradora que elevó el tratamiento del mineral desde las 20 hasta las 250 toneladas por hora. Además, se incorporaron martillos neumáticos, cintas transportadoras, vagonetas con mayor capacidad, nuevos ventiladores a la salida de los chiflones y, por primera vez, se comenzaron a utilizar explosivos de seguridad para evitar la explosión de gas grisú. La expectativa era que YCF lograse el pleno abastecimiento de carbón en un corto plazo.
En 1962, YCF también se hizo cargo de la comercialización residual de petróleo, producido en las destilerías deLa Platay Luján de Cuyo. La empresa ensayó con éxito distintas mezclas de carbón con petróleo residual que se adaptaron, tanto a las calderas de la usina de San Nicolás, como ala Central PuertoNuevo de Segba. La tendencia se reforzó hacia 1965, cuando se dictó una ley que establecía la obligatoriedad de consumo de carbón nacional como fuente de energía y materia prima. Por ese tiempo, los principales clientes de YCF eran las centrales térmicas de Segba y Agua y Energía Eléctrica (62 por ciento) y Ferrocarriles Argentinos. Pero también se destinaba casi un tercio para uso siderúrgico, por parte de la empresa Somisa en San Nicolás.
En 1972 se sancionó otra ley que le fijaba metas de producción a YCF y subvencionaba a todas las centrales termoeléctricas que utilizaran carbón como combustible principal. Casi como una paradoja, ese momento marcaría el pico histórico de las ventas de carbón, aún cuando la producción continuaría creciendo hasta 1978.
Cuesta abajo
Acorde a su plan económico, la dictadura inició un gradual retiro de las inversiones públicas en Río Turbio y, a la vez, le quitó soporte a la decisión política del uso de carbón para las centrales termoeléctricas. En forma paralela, el conflicto internacional con Chile (1977/78) sirvió para que el gobierno militarizara las áreas con importantes asentamientos poblacionales de chilenos, en lo que entonces se consideraba un riesgo para la seguridad del Estado. En cuestión de meses, la empresa pasó de 5.711 agentes a 3.612 y la reducción incluyó básicamente a mineros chilenos. Lo que siguió fue una historia de ajuste tras ajuste.
Al propio proceso de pérdida de mercados y de desinversión empresaria, YCF sumó el desmantelamiento de la estructura productiva en manos del Estado nacional. Ni siquiera la crisis petrolera de 1979/80 implicó la reevaluación de sus posibilidades de supervivencia.
El estado vegetativo de YCF continuó luego del retorno de la democracia, aún cuando se buscaron nuevas alternativas. En 1984, un grupo de expertos franceses de la industria del carbón elaboró un informe sobre el yacimiento de Río Turbio. Los análisis destacaron las buenas perspectivas del carbón a nivel internacional, enfatizando la necesidad de introducir nuevas inversiones. En los años siguientes se invirtió en equipamiento e infraestructura, y se concluyó en un proyecto de exploración de los yacimientos dela Cuenca Austral.También se elaboraron proyectos de reforma estructural de la empresa, que incluían transferencia a terceros del transporte marítimo y ferroviario, y de todos los servicios públicos y comunitarios de la localidad. La idea era de concentrarse sólo en la explotación y venta del carbón.
Sin embargo, una nueva crisis (la de 1989/90) volvió a jaquear al carbón nacional con una drástica reducción del aporte de la inversión pública. El golpe de gracia a YCF llegaría recién en 1995. Entonces, el gobierno forzó la privatización de la empresa en medio de una marea de retiros voluntarios que, al no ser selectivos, vaciaron de técnicos y obreros especializados áreas completas de la empresa.
El yacimiento fue concesionado a la empresa Yacimientos Carboníferos Río Turbio SA. La concesión fue ganada por un consorcio liderado por el grupo Tasselli, un experto en comprar empresas en dificultades, como Aceros Zapla, Materfer y Ferrocarriles Metropolitanos. En el caso de YCF, Tasselli recibió la compañía con un subsidio estatal de 22,5 millones de dólares durante diez años y un contrato “atado” de provisión de carbón a la usina de San Nicolás.
La privatizada desconoció luego el convenio de trabajo y profundizó aún más las reformas estructurales. Recortó beneficios y salarios indirectos, cerró la obra social, fijó nuevas normas de contratación y despido, y hasta desconoció compromisos comunitarios históricos, como la entrega de carbón gratuito a los vecinos del pueblo que dio vida a la producción. La crisis de 2001 volvió a dar vuelta la taba en la tortuosa historia del carbón argentino. En agosto de 2002, el Estado dejó de girar el subsidio y la central de San Nicolás cortó sus compras de carbón. Y todo se desmoronó. Los privados no demoraron más que unos meses para declararse en quiebra y –al cabo– el Estado les retiró la concesión e intervino la explotación.
El 24 de agosto de aquel año las primeras mil toneladas de carbón depurado –extraídas bajo la nueva intervención estatal– se cargaron en el viejo ferrocarril carbonero del complejo minero rumbo a Río Gallegos. Fue el comienzo de un nuevo comienzo.