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¿Por qué hay tanto hambre en el mundo?

El Congo es un país rico en minerales, pero la mitad de la gente come una vez al día.

El pueblo del Congo lo llama irónicamente los “cortes de luz”. Pero no son las usuales interrupciones del suministro de energía eléctrica. Es mucho peor.
Significa “hoy comemos, mañana no”. Cuenta The New York Times en una dramática denuncia de la situación que en el hogar de los Berbock ese día comerán los dos mayores, mañana no comerán ellos, y lo harán los tres menores. Protestarán unos y otros, y a la noche los que no comieron estarán muy débiles. Dice la madre: “Pero no podemos hacer nada”. Trabaja como policía y gana 50 dólares al mes.
Lo mismo le pasa a Dieudomme Nsala, padre de cinco hijos que gana 60 dólares por mes como administrador en el Ministerio de Educación. Explica que sólo de alquiler paga 120 dólares mensuales, y que dos días por semana los chicos no comen del todo.
El país es muy rico en minerales como cobre y cobalto, pero la mitad de la población come sólo una vez por día, y una cuarta parte apenas una vez cada dos días.
En el mundo hay 1.025 millones de personas con hambre: uno de cada siete habitantes del planeta.
Los chicos mal nutridos lo pagan muy caro. Tienen 160 días de enfermedad todos los años. La desnutrición magnifica el efecto de afecciones como la malaria y la viruela. Cinco millones de niños mueren anualmente por ella.
El problema de los niños empieza antes del nacimiento mismo, si la madre está mal nutrida. Si nacen con bajo peso puede causar retardo, discapacidades para el aprendizaje, ceguera, salud pobre, y muerte prematura.
No hay pretexto posible para este drama silencioso diario. La agricultura mundial produce hoy 17 por ciento más calorías por persona que 30 años antes, a pesar de que la población creció un 70 por ciento. Todo el mundo podría tener 2.720 calorías diarias, más que el mínimo necesario de 2.500.
¿Cuáles son las causas de esta violación masiva diaria de derechos humanos que es el hambre? En primer lugar, el tema es la desigualdad. Hay 1.345 millones de personas que ganan menos de 1,25 dólar diario. Están peor que los Berbock o los Nsala del Congo. Con eso no pueden comprar el mínimo de alimentos.
Del otro lado, 1.200 personas (los 500 de la lista de la revista Fortune sobre los millonarios) tienen hoy más que 3.000 millones de personas.
En segundo término, el ascenso especulativo del precio de los alimentos. Vienen subiendo a cifras récord. Según la FAO, los precios de los cereales y de los aceites y grasas destinados a alimentación subieron un 71 por ciento en el curso de un año.
Detrás de ellos el factor clave que hace que otros como los efectos del clima, y los biocombustibles, se agraven. Según Oliver de Schutter, relator mundial de la ONU para el derecho a la alimentación, la “burbuja especulativa” desatada en los mercados de alimentos por quienes hicieron lo mismo en Wall Street.
Ha surgido un fuerte mercado de apuestas a futuro sobre sus precios. Según la FAO, sólo el 2 por ciento de los contratos de futuro sobre materias primas terminan en un suministro real de las mercancías. El 98 por ciento restante se vende de antemano por especuladores interesados en la ganancia rápida. Hacen subir las expectativas y los precios.
Explica gráficamente la revista alemana Der Spiegel sobre la Bolsa de Chicago: “Aquí, en la sala de negociación de la mayor bolsa de materias primas del mundo, se decide sobre los precios de los alimentos, y con ello sobre el destino de millones de personas. El hambre del planeta se organiza aquí, además de la riqueza de unos pocos”.
En tercer lugar se halla la marginación y la falta de apoyo a los agricultores pobres. Apenas el 1 por ciento del presupuesto del Congo va a agricultura.
¿Se puede cambiar todo esto? Sin dudas, marcó el camino Lula en Brasil con su gran programa “Hambre Cero”, consistente en gigantesca transferencia de ingresos a los 45 millones de personas que tenían hambre. Dilma Rousseff lo continúa con “Brasil sin Miseria”, con el que quiere terminar con la pobreza extrema en Brasil que afecta a 16 millones de personas. Entre sus ejes hay un enérgico apoyo a la agricultura familiar, y un ingreso mínimo garantizado por el Estado. En Argentina, donde al final del gobierno de Carlos Menem llovían las fotos de chicos desnutridos, hay hoy algunas de las mejores cifras que ofrece la región.
Urge actuar antes de que sea tarde para millones de niños que hoy no comerán y no entienden por qué.

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