Existen pocos rosarinos que accedieron a tan corta edad a una banca dentro del Concejo Municipal. Rodrigo López Molina, o Roy, como lo apodaron sus amigos del Colegio Sagrado Corazón en la primaria, tiene 26 años, y en 2011 fue parte de la tercera fuerza política más votada de la ciudad, el partido macrista, Unión Pro Federal, bajo el signo santafesino de Miguel Del Sel. De ser la mano derecha de la hoy vicepresidenta segunda del órgano legislativo, Laura Weskamp, Molina vivirá su primer año como edil y vislumbra intensos debates sobre los problemas que más le preocupan: la seguridad y el transporte. Si bien no adhiere al discurso de las dos Rosario –el centro y los barrios–, el edil sostuvo que ya que se avanzó sobre el río ahora es tiempo de mirar hacia dentro de la ciudad. “Rosario es una sola y con grandes problemas estructurales en materia de seguridad, transporte, infraestructura y vivienda. La responsabilidad de un Concejo monocolor ya no existe. Desde el punto de vista político, la tarea es poner en agenda estos temas que no han estado presentes”, apuntó en diálogo con este medio.
—¿Cuál va a ser la dinámica del Concejo en este 2012?
—Va a ser un año distinto a las últimas épocas. En 2009 empezaron a incorporarse concejales que rompieron con la mayoría automática. Esto se profundizó en las últimas elecciones. Será un Concejo fragmentado, donde el PRO, con cuatro concejales, será la principal fuerza de oposición en cantidad detrás del socialismo. Esto quiere decir que el Ejecutivo deberá dar lugar al debate y consenso más que nunca. Para llevar tranquilidad a la intendenta (Mónica Fein), que se ha referido a la gobernabilidad, la misma ocurrirá en cuanto el Concejo tenga un rol protagónico.
—-¿Y en relación con los temas a debatir?
—La seguridad primero. El socialismo parece estar más preocupado por las bicicleteadas de los domingos por la mañana que por la seguridad. Como concejales de la oposición, vamos a instalar en la agenda pública de la intendenta este tema. A pesar de que ella no nos convoque, nosotros la vamos a convocar para empezar a dar respuesta a estos problemas.
—¿Cuál cree que va a ser la prioridad entonces?
—El problema de la seguridad es el más democrático de todos, ataca al centro y a los barrios de diferentes formas. Más allá de que a estos últimos, por su situación de indefensión mayor –falta de ingreso de transportes públicos, falta de mantenimiento de espacios públicos, la inexistencia de la Guardia Urbana Municipal, la falta de cámaras de seguridad–, la vulnerabilidad es mayor. Las propuestas, como las que estamos impulsando nosotros desde la comisión de Seguridad, deben ir hacia tomar responsabilidad de luchar contra el crimen desde el Estado pero también tenemos que abrir espacios de diálogo con todos los actores de la sociedad civil. Estamos impulsando la salida de la comisión del Concejo para que las reuniones se realicen en los barrios. Los concejales deben auspiciar de nexo entre quienes sufren los hechos delictivos y quien tiene las herramientas para solucionarlo –comisarios y autoridades provinciales– porque el Concejo tiene la visión local. Seguridad es hacer obra pública: cuando se abren calles, se recuperan espacios públicos, se urbanizan espacios precarios, se iluminan calles abandonadas, se sostiene una línea de colectivo que ingresa a los barrios, se está paliando los efectos de la inseguridad.
—¿Y la problemática de inseguridad con los taxistas, que derivó en un nuevo paro del servicio la semana pasada?
—La inseguridad en los taxistas es fruto de que el municipio no exige lo reglamentado en la ordenanza 8295 de 2008. Las medidas son concretas: GPS, cámaras y micrófonos en el habitáculo del conductor, botón de pánico y blíndex. Incluso prevé que el titular pueda, a través del Banco Municipal, obtener pequeños créditos a tasas bajas para financiar estas mejoras y prevenir el espacio de trabajo del taxista. Estas medidas, como la tarjeta sin contacto para pagar el taxi –también del 2008, donde se establecieron plazos de aplicación hoy vencidos–, tienen que llegar para bajar los márgenes de inseguridad. Es muy poco el nivel de cumplimiento en toda la flota.
—Como integrante de la comisión de Presupuesto puede analizar las prioridades del Ejecutivo para la ciudad. ¿Cuál es su opinión sobre lo destinado para 2012?
—Sigue los lineamientos de los últimos años. Son 2.600 millones de pesos, la gran parte (28 por ciento) está destinada a salud pública. Sin embargo, si uno se pone a analizar los deficientes niveles de infraestructura y ve que se dedicó sólo un 9 por ciento, está desbalanceado. En la ciudad de Buenos Aires, 2 de cada 3 pesos del presupuesto están destinados al área social. Las prioridades del gobierno están alteradas. Gobernar es priorizar necesidades e intereses. Cuando por un lado le estamos pidiendo a un grupo de vecinos que esperen 10 años por cloacas por el otro lado estamos promoviendo el Puerto de la Música. Tenemos que acortar los plazos de las obras esenciales, como las cloacas. El Puerto de la Música es una obra importante para situar a Rosario como ciudad turística a nivel internacional, pero primero tenemos que ver cómo sanear condiciones que muchas veces parecen de la Edad Media en los barrios de Rosario.
—Durante la semana pasada, la intendenta participó de una reunión con otros alcaldes del país con la Nación por los subsidios para el transporte. ¿Cuál es su opinión sobre cómo se está manejando el transporte en la ciudad?
—Si estamos discutiendo de forma crónica el transporte público es porque es deficitario. Si uno no logra renovar la confianza del rosarino en el transporte público, el vecino, para llegar a su trabajo o lugar de estudio, optará por la moto o el auto particular. Eso lleva a un nivel de congestión de tráfico con una plaza automotriz que aumenta un 12 por ciento cada año. Si no logramos subir más vecinos al transporte público, la situación va a ser deficitaria. El municipio ha hecho poco por el transporte. Más allá de que celebro que busquen los subsidios nacionales –terminar con la injusticia entre la provincia de Buenos Aires y el interior, donde permanentemente tenemos que ir aprobando aumentos de tarifa para que el transporte no caiga– también hay que hacer un mea culpa y reconocer los errores del municipio. Por ejemplo, recién hoy estamos hablando de carriles exclusivos mientras que el Estado municipal se ha hecho cargo de las empresas de colectivos. El mejor servicio tiene que ver con la fluidez del tránsito. Tampoco se han tomado decisiones para mejorarlo. Rosario tiene puntos centrales que pueden liberarse mediando un paso elevado o subterráneo de trenes en tres cruces. Cada vez que pasa un tren se embotellan cuadras y cuadras de autos.
—¿Esta iniciativa la propondrán este año en el recinto?
—Sí. Son medidas que generan fluidez en el tránsito e impactan indirectamente en el transporte público. Si bien es una infraestructura importante la ventaja en estos puntos clave es esencial y mucho más sencillo de realizar que en Buenos Aires, que está atravesada por trenes. El tren de superficie no es inmediato y el subte no conviene en relación costo-beneficio por el caudal de pasajeros. Buenos Aires es nuestro modelo de gestión y más allá de las diferencias, por lo que apuntamos a un sistema serio de bicisendas. No se trata de pintar algunas cuando se acercan las elecciones. Deben estar conectadas entre sí, tener puntos de expendio de bicicletas de préstamo y estar ubicadas en referencia a lugares de interés. En Buenos Aires, el programa Bicing comenzó a utilizarse por los extranjeros, luego llegó el cambio cultural de reemplazo de bici por el auto. Sin embargo, sólo fue posible a partir de un crédito que permitió estudiar la mejor disposición de las conexiones que podían hacerse. Rosario tiene un plan de movilidad con un programa aprobado, Urbici, pero nunca se llevó a cabo. Estas son cuestiones que tienen un impacto en el transporte.
—Pasados dos meses, ¿cómo ve el ingreso del PRO al Concejo, teniendo en cuenta el conflicto entre la concejala Sofía Alarcón y María Julia Bonifacio?
—Fue una situación poco clara y no fue el mejor tránsito entre que se ganó y se asumió. Siempre fuimos muy críticos de nuestra situación. Cuando a una semana de haber ganado nos encontramos con la renuncia de Alarcón tuvimos que hacer un mea culpa. Siempre dijimos que respetamos los motivos personales de Alarcón. Teníamos una gran responsabilidad en cómo íbamos a reemplazarla. La decisión del Concejo en ese sentido fue importante en dos sentidos: uno desde privilegiar el cupo femenino; también fue importante el rol del Concejo a la hora de valorar los títulos de sus concejales. Creo que es lógico de un espacio político que crece, se desarrolla y tuvo elecciones tan importantes como las del año pasado. El PRO es el partido político con mayor crecimiento de los últimos años. Comenzó en 2003 y a 2007 está gobernando la principal ciudad del país. En 2009 logran ingresar los primeros concejales en la provincia de Santa Fe, y hoy tiene 7 diputados provinciales, 9 concejales y referentes políticos de importancia. Ahora tenemos una mayor responsabilidad. Fuimos críticos de esa decisión pero aplaudimos, respetamos y acompañamos el proceso natural de reemplazo de la vacancia. La decisión que se tomó no afectó al bloque. Nos votaron como un bloque y no era justo que cada uno levantara su bandera de su propio proyecto político, más allá de las disidencias de un partido que crece y que cada concejal tenga su visión además de las ideas base.
—¿Cómo se siente ngresar a un cuerpo legislativo siendo tan joven?
—Tenemos uno de los promedios de edad más bajos del país. Es un desafío que conocía a la hora de aceptar la candidatura. No creo que el sentido común y la vocación de servicio vengan con la edad. Valoramos la experiencia por lo que tenemos en el PRO, dirigentes de peso pero también jóvenes. Es mi responsabilidad responder a lo que prometimos en campaña para presentar desde lo legislativo un proyecto de ciudad que rompa con la polaridad entre socialismo y peronismo kirchnerista. No nos vamos a poner colorados cuando estemos de acuerdo con los proyectos del color político desde donde provengan. Sí tenemos que pensar el criterio del vecino de Rosario. No hay acuerdos espurios. El acuerdo es con el vecino.