Al menos 43 personas murieron y varias permanecen desaparecidas en Filipinas producto de un violento terremoto que azotó al país y que alcanzó los 6,9 grados de magnitud en la escala de Richter.
El sismo desató el pánico en la población y también provocó daños en numerosos edificios. Dos jóvenes murieron entre las paredes de sus colegios, que se derrumbaron con el movimiento sísmico, producido poco antes de que salieran a comer.
Benito Ramos, jefe de la Defensa Civil filipina, dijo que cuatro de las víctimas fatales murieron en Guihulgan, dos en Tayasan y otra más en Jimalalud.
El Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología informó que el epicentro fue localizado a 5 kilómetros al noroeste de la ciudad de Tayasan, en la provincia oriental de Negros.
En ese lugar la magnitud del sismo, medida en la escala Mercalli, alcanzó el grado 7 y luego del primer movimiento se sintieron alrededor de 70 réplicas.
Inmediatamente después del terremoto, las autoridades decretaron un alarma de tsunami de nivel 2, pero lo levantaron unas tres horas después.