El primer ministro griego, Lucas Papademos, intentó ayer de forma urgente arrancar el apoyo de los partidos de gobierno a las reformas exigidas por la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo (BCE) para evitar la quiebra y la salida del euro del país, pero el conclave se pospuso para hoy. Con ese marco, se cumplirá durante la jornada una huelga general contra los nuevos recortes.
Como ya hiciera el domingo pasado, Papademos se reunió ayer con los acreedores institucionales del país y más tarde lo iba a hacer con los jefes de los partidos socialista, Giorgos Papandreu, conservador, Antonis Samaras, y de extrema derecha Giorgos Karatzaferis, pero el encuentro se pospuso y creció la tensión financiera.
Desde hace meses, Grecia batalla en dos frentes: por un lado con acreedores privados para eliminar 100.000 millones de euros de deuda pública, y con la UE, BCE y el FMI la concesión de un segundo plan de rescate de 130.000 millones. Estas dos negociaciones interconectadas tienen por objetivo evitar una rápida quiebra y rebajar el nivel de su endeudamiento.
Para desbloquear el segundo rescate y aprobar la condonación de 100.000 millones de euros de deuda pública en manos privadas, el trío UE-BCE-FMI exige a Papandreu, Samaras y Karatzaferis que se comprometan de forma explícita a aplicar los ajustes acordados. Los tres dirigentes, no obstante, se han mostrado más o menos reticentes a comprometerse con unas medidas impopulares que además podrían agravar una recesión que dura desde 2008.
Si no hay acuerdo, Grecia podría suspender pagos el próximo 20 de marzo, fecha en la que vencen obligaciones por valor de 14.500 millones de euros.
Al cabo de cinco horas de discusiones el domingo pasado con los tres dirigentes que apoyan su gobierno, Papademos dijo que había un acuerdo sobre el volumen de los ahorros que el Estado tendrá que hacer (1,5 puntos de PIB), sobre las reformas destinadas a reducir los costos de producción y sobre un esquema de recapitalización de los bancos griegos.
Según la prensa, ayer iban a negociar los recortes en jubilaciones, la reducción del salario mínimo entre un 25 y un 30 por ciento reclamada por la UE y el FMI, y el número de despidos en el Estado.
Por su lado, los dos principales sindicatos griegos convocaron a una huelga general para hoy contra las nuevas medidas de austeridad. Esas medidas son “la crónica de una muerte anunciada (…), el objetivo es derribar todo el derecho laboral”, declaró ayer Iannis Panagopulos, líder de la GSEE, central sindical del sector privado.